sábado, 7 de febrero de 2009

St Patrcik's Church: Al Capone


Me sentía un poco mal, no de arrepentimiento por haberme cargado a ese muchacho, del que más tarde me enteré que solo era un maldito irlandés y niñato de papá, sino que aquel lugar estaría rodeado de policías y nos estábamos exponiendo de manera fácil.

-Tú tranquilo, muchacho, no va a pasar nada … Relájate, o así levantarás más sospechas … Es hora de que aprendas a enfrentarte a las consecuencias de tus actos -me dijo Torrio, dándome una palmadita en el muslo.

Yale me miraba con ojos odiosos, inquisitivos … Más vale que dejase esa actitud o tendría que liarme a ostias con el también … Debería avergonzarse de sí mismo, por lo que hizo con aquella chica la noche anterior, eso si que era para avergonzarse.

Esperamos a que pasara la misa, pues si un irlandés se daba cuenta de nuestra presencia en su territorio sagrado, no sacarían de allí a base de golpes, hasta hacernos sangrar por la nariz. Al cabo de un rato, vimos con tranquilidad como salía la procesión siguiendo el féretro, entre lágrimas y abatimiento, en dirección al cementerio que estaba justo detrás de la iglesia.

Salimos, con las gafas de sol puestas para evitar que alguien nos reconociera. Miré hacia los lados, intentando identificar entre la gente que andaba en los alrededores a algún policía camuflado. Si hubiese sido por mí, no me hubiese arriesgado de esa manera, pero Torrio es un cabezón y siempre aprovecha cualquier error mío para reprochármelo y darme lecciones … Ni que estuviera aún en la escuela, de donde el mismo me sacó.

Mientras el cura daba la última bendición a aquel desafortunado, yo miraba a los lados, mientras Torrio estaba allí, escuchando lo que decía el hombre ese. Llantos, movimientos de cabeza en forma negativa, como diciendo por qué a él, gestos serios, de odio, de impotencia … Dejé de mirar a la gente por no sentir lástima, odiaba aquel sentimiento, y más si era hacia irlandeses, que lo único que hacían era acusarnos de todas sus desgracias … Algunas se las merecían por creerse superiores en lo que ellos denominan su continente o ciudad …

Me reprimí las ganas de saltar y escupir en la tumba de ese bastardo que intentó de malas maneras aprovecharse de Ada, cuando me percaté que un muchacho rubio, de ojos intimidantemente claros, me miraba con gesto sorprendido y a la vez un gesto de odio reflejado en la expresión de sus cejas. Pensé que estaría mirándonos en general, pero aquellas miradas furtivas podía haberme matado en caso de haber podido.

Me olvidé del asunto y vi a la amiguita rubia de Ada, del brazo de un hombre. Entonces me percaté de que el chico rubio y la amiga de Ada estuvieron juntos aquella noche, y no de forma precisamente reservada, justo cuando le preguntaba a la otra donde se encontraba Ada … Me reí por dentro, pensando en el cinismo de la situación: dos adúlteros, un muerto y el asesino reunidos en un funeral. Qué divertido, me preguntaba si el rubio se acababa de dar cuenta de que acababa de llegar su amada.

Le volví a mirar y las miradas de ambos se cruzaron, con un expresión de ruborización en los rostros.

-¿Por qué sonríes?- me susurró Yale detrás mía- ¿Acaso te divierte todo esto?

-Más de lo que te imaginas …-le contesté.

-¿Qué viste?

-Nada, solo que creo que un muchacho me reconoció … El rubio de los ojos grandes, en primera fila, delante de nosotros …

-¿Crees que te ha identificado?

-Si pero eso no me preocupa … Luego tendremos tiempo de convencerle que nosotros somos sus verdaderos amigos … Mira a la rubia con el hombre ese, en la esquina …

-Menudo bombón …

-Sí, pues esos dos anduvieron liados anoche …

-¿Ese niñato y ella?

-Para que veas …

-Si la hubiera visto antes con ese antes que a la otra, estaría compartiendo féretro con su amiguito ahora mismo …

-Deja de acaparar mujeres y escucha … Hay que hablar con él después, si le tenemos de nuestra parte, no me meterán en la cárcel … Seguro que la bocazas de Ada se lo contó a su amiguita rubia, pero es intocable, así debemos pillar por los huevos al otro …

-Cállesen los dos ya, un mínimo de respeto …-irrumpió Torrio.

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