sábado, 21 de febrero de 2009

Colosimo's Cafe: Al Capone


Al salir por la puerta y ponerme el abrigo, Mae me miró desde la puerta de la cocina con los brazos cruzados.

-Vendrás a cenar …¿cierto?

-Mae, es una tradición familiar … ¿Cómo iba a faltar?

-Porque dudo de tu concepto de algo familiar …

Me acerqué a ella y la besé dulcemente en lo labios, a lo que ella respondió con un gesto de confusión en el rostro, mirándome con ojos inquietos. La acaricié una mejilla y salí por la puerta, directo a coger el coche.

Llegué a la entrada del café, donde me esperaba aquel chico flacucho y desgarbado, temblando de frío. Me acerqué a él con las gafas puestas y le tomé de los hombros.
-Viniste … Sabía elección …-dije, apretándole los carrillos.

Le cogí y entramos juntos al café, donde también se encontraba Francesco, que ya había reservado mesa. Dejamos las ropas de abrigo en la recepción y fuimos directos a la mesa, donde el camerero se dirigió con rapidez para ofrecernos unos cafés calientes, lo cual agradecí haciendo que frío que hacía allá fuera. Empezó a nevar.

Pegamos en primer sorbo en silencio. Luego, Fran y yo nos miramos el uno al otro y después dirigimos nuestras miradas al chico, el cual miraba con tímidamente a la taza de café. Me aclaré la garganta para captar su atención y me miró con aquellos ojos saltones. Le sonreí y le di unas palmaditas en el hombro.

-Bien, muchacho … Mi amigo y yo nos alegramos que estés aquí con nosotros … Y tenemos un trabajito para ti … ¿verdad, Cesco? …¡Oh! Permíteme antes presentarte, él es mi amigo y socio, Francesco Cacciatore … A partir de este momento, tú ahora estás a nuestro servicio.

Nos miró confuso, abriendo aún más sus enormes ojos. Le volví a dar palamadas en la espalda para tranquilizar aquella inquietud y medio que tenía metido en el cuerpo que comenzaba a ponerme nervioso.

-Tranquilo, Benny …¿Te puedo llamar así? Verás, necesitamos inmediatamente tu ayuda, un trabajito de nada, todo ya está preparado, nada más tienes que hacer lo que te digamos y serás libre después cual pajarillo …

-Hoy no, por favor, se lo pido … Es Acción de Gracias y debo estar con mi familia …-apretó los puños como los ojos al mismo tiempo, intentando contener algo que quería sacar afuera pero que no podía.

-Mira, será sencillo, rápido y sin mayor esfuerzo … Solo te necesitamos, nada más, eres el más adecuado para la misión.

-Ya bastante tuve con callarme ciertas cosas -dijo mirándonos con rabia.

-¿Lo de tu amigo? Eso le pasa por tocar a la puta que no debía … Aunque da gracias que el palurdo prometido de tu querida no tenga los mismo cojones que yo porque, de lo contrario, estarías criando malvas junto a tu amiguito …-dije con los dientes apretados y agarrándole bien fuerte por detrás del cuello, señalándole cada palabra con el dedo índice completamente tieso.

-Mira chico, no te buscamos ninguna desgracia …-interrumpió Fran, en plan pacifista- Solo necesitamos de ti … Hiciste una promesa a Al, y ya verás como en el futuro tendrás tu recompensa … A la larga, agradecerás que te brindemos esta oportunidad.

Nos miró con los ojos brillantes, calmándose más que pensando nuestras palabras … Solo era un crío, pero había que enseñares enseguida desde bien chicos, sino luego te salen torcidos y no hay quien los vuelva a enderezar.

-Solo quiero que me prometan algo … Nada de hacerle algo en caso de que las cosas no salgan como lo previsto a Olympia … Eso va por ti, Al …

-Mira, chico … A mí hay tres cosas básicas que nadie me puede hacer; uno, desafiarme; dos, desconfiar de mi palabra; y tres, hacerme prometer algo por puro sentimentalismo barato de lo que después puedo sacar partido … Lo siento muchacho, pero eso es una motivación extra para ti … Sino, ¿cómo crees que salió adelante el crimen organizado? Solo los más cerebrales y valientes salen adelante en este país hipócrita en el que vivimos … Recuerda eso hijo …

Tragó saliva y miró a la nada con los ojos brillantes. Le dí un meneo para que se quitase esa porquería emocional de la cabeza.

-Eh, muchacho, nada de llorar … Los hombres de verdad no se derrumban por nada y menos por un mero polvo de adolescente.

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