domingo, 1 de febrero de 2009

Residencia Capone: Al Capone

Acababa de despertar y Mae descansaba plácidamente en mi pecho desnudo. Me llevé la mano a la cabeza. Dios como me dolía. Me incorporé un poco en la cama y aparté su brazo de encima mía para evitar despertarme al levantarme. En el borde de la cama suspiré. Me dolía terriblemente el estómago. Serían los nervios, pensé.

-Oh, mierda … Mae, despierta querida …-dije en tono irritado pero pausado.

-Ehh?-dijo somnolienta. Dio unas vueltas sobre la cama y se estiró de tumbada- ¿Qué ocurre amor?

-¿Anoche hicimos el amor?-dije, sin recordar exactamente que hice por la noche. Se levanto y me abrazó por detrás, besándome en el cuello y la espalda. La aparté de mí, no estaba de humor para jueguecitos.

-¿Por qué lo preguntas?- dijo en ella, comenzando a enfadarse también.

-Ve ahora mismo a lavarte al baño y a hacer lo que tengas que hacer-dije levantándome para ponerme mis calzoncillos- Y date prisa, tengo cosas que hacer a estas horas y no puedo andar perdiendo el tiempo …

La miré mientras ella se quedaba de brazos cruzados encima de la cama mirándome con rabia.

-¿Qué te ocurre Al?

-Bajaré abajo entonces, pero no pienso irme sin saber que has hecho exactamente lo que te he dicho …

Me di la vuelta pero ella se levantó y me agarró del brazo para impedírmelo.

-¿Es por esa chica de la otra noche?-me dijo muy serio y a punto de reventar de ira.-¿Te contagió algo?

-¿De qué demonios hablas?- dije tremendamente irritado.

-Entonces, por qué me pides tales barbaridades, eres mi marido pero no mi médico. Quiero saber por qué tengo que hacerlo.

Me apoye en el marco de la puerta y me pasé la mano por toda la cabeza para intentar controlarme y no comenzar a gritarla o algo peor … Darla un guantazo.

-Sabes de sobra lo que pasa cuando se hacen este tipo de jueguecitos de adulto. Ahora ve y lávate, no quiero volver a tener que repetírtelo.

-Ah! Con que es por eso … No tienes vergüenza, Al.

-Qué pasó ahora …

-¡Pues que parece molestarte el cumplir con tus obligaciones de esposo!

-¿Qué obligaciones? Tenemos un hijo, Mae, somos jóvenes, debemos disfrutar juntos …

-Pero qué pasaría si yo quisiera seguir formando familia, ¿me lo vas a impedir también?

-Lo que pasa es que no quiero verte convertida como mi madre, con un montón de críos y siempre cansada.

-Podemos permitirnos una nana.

-¡Ya basta!¡Acabaste con mi paciencia!-la agarré del brazo y la arrastré hasta el cuarto de baño.

Abrí el grifo sin soltarla mientras ella me forcejeaba la muy testadura. La cogí en brazos y la metí en la bañera, propinándola un bofetada para que se calmase y reaccionase.

-Quiero ver como te limpias, no pienso moverme hasta que lo hagas …

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