miércoles, 18 de febrero de 2009

Manhattan Hostel: Ada Swarty


Decidí marcharme de la fiesta … La sola presencia de Jeff me amargó por completa el resto de la velada … Temía el volver a topármelo, y aunque la noche con Gerald fue fantastica, mies amigas estaban demasiado entretenidas con sus liges como para estar haciéndome compañía pudiendo divertirse. Lo mejor era volver ya a casa … Mañana me esperaba un día muy duro …

El sexo con aquel jovenzuelo me dejó completamente agotada … Nunca me imaginé con un chico más pequeño que yo, pero la experiencia fue gratificante y al día siguiente tendría muchas cosas que contarla a Oly, que estaría pasándosela genial en su casa con su chiquillo …

Al meter la llave, me quedé quieta un momento, espectante, notando una presencia detrás mía. El miedo me invadió por completo. Me volteé y lancé un grito ahogado. Otra vez esos ojos … Otra vez él …

-Gran susto me diste, Jeff …-dije molesta - Estarás contento … ¿Por qué me siges?-ahí entonces reaccioné.

-Ada, solo quería hablar contigo en un ambiente más apropiado …

-Las cosas ya quedaron dichas en el pasado, Jeff … No hay vuelta atrás, así que, por favor, déjame tranquila ahora que soy feliz …

-¿Crees acaso que vine a estropearte tu gran sueño?-me agarró del brazo, para ponerme contra la pared; mi respiración se volvió más agitada- Vine porque tus padres están preocupados, Ada …

-¡¿Acaso alguna vez les importé lo más mínimo?! No me vengas ahora tú con excusas baratas …¡Fuera!

-Por favor, Ada, te pido que recapacites … Solo será hablar, y después volveré a desaparecer de tu vida como hice antes …

Le miré con las lágrimas a punto de brotar de mis ojos, vacilando entre acceder a sus peticiones o mandarle a la mierda. Me resigné a bajar y abrir la puerta, dejándole pasar a él antes, con dirigiéndole una mirada de rencor.

Entramos, yo con paso lento, como si los pies me pesaran o me costase entrar a una misma habitación en la que el también estuviese. Él se quedó de pie, echando un vistazo alrededor, esperando a que le invitase a sentarse. Me quité el abrigo y lo lancé contra la silla y las llaves las dejé caer sobre el tocador. Me atusé un poco el pelo de mala manera y le miré, con una mano apoyada en la cadera.

-Dime, a qué viniste …-dije seria, y con ganas de terminar aquello cuanto antes.

Se volvió hacia mí y me miró de arribabajo. Se sentó con suma tranquilidad en el borde, a los pies de la cama y entonces suspiró profundamente. Se quitó el sombrero y me miró con aquellos ojos que … Dios mio, porque sería tan débil a los ojos claros …

-Ada, no está bien lo que haces …

-¡Ja! ¿Viniste desde tan lejos solo para decirme eso? Pudiste bien ahorrarte el billete …-dije irónica, completamente indignada.

-Cuando tus padres me contaron lo que hiciste, no me lo pude creer … Aunque debo de reconocer que me lo esperaba … Te conozco lo suficiente como para saber que eres capaz de estas cosas … Pero también pensé que volverías, pero no lo hiciste … ¿Qué te ha hecho cambiar tanto, Ada?

-La madurez, querido Jeff, y el cansancio de estar rodeada de paletos e ignorantes … Ahora llevo la vida que quiero, sin pensar en los deseos de los demás, solo en los míos propios … Lo mejor es que nadie me juzga por lo que hago …¡Esto es vida!-dije con las manos hacia el cielo- Y no dejaré que nadie estropeé este momento de felicidad ¿me oyes?

Mi dedo amenzanse te quedó parado frente a su rostro, el cual no me dejaba de mirar profundamente a los ojos. Creí que me temblaban las piernas y caí como boba. Él me rescató como principe azul, gesto que me pareció repugnante.

-¿Ves? La vida que llevas no es normal …

-¡Ni siquiera me diste tiempo a emborracharme como es debido!-dije, pegándole una bofetada en la mano, para que dejase de tocarme.

Me ayudó a levantarme y me recostó en la cama. Comencé a lloriquear como tonta, encogiéndome como un bebé sobre mi misma. Él se quitó el abrigo y la chaqueta y se desabrichó un poco la camisa y el nudo de la corbata. Lo noté colocarse detrás mía y me rodeó con sus brazos, pero estaba tan débil animicamente, que me dejé consolar.

-Ya estoy aquí, preciosa …-me susurró al oído, mientras me alisaba el pelo con una mano- Yo estoy aquí … Como en los viejos tiempos … ¿recuerdas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario