Allí estábamos, tumbados en la cama, Jimmy encima mía, yo con las piernas completamente extendidas, cerrando mis dedos de los pies sobre mi plantes de los pies de placer, mientras cada vez él alternaba penetraciones rápidas, dando cerca de la entrada mi intimidad, con profundas, bruscas, contundentes, mientras yo me agarraba a las barras del cabecero de mi cama y arqueaba ligeramente la espalda, mostrando mis pechos excitados en su culminación final …
Cuando acabó, pude ver con deleite como Jimmy apoyaba su cabeza en la pared, cerrando los ojos y mostrándome sus dientes o abriendo la boca en forma de o mordiéndose el labio inferior, mientras me empujaba con su pelvis, haciendo elevar mis caderas más de lo que estaban, mientras se corrían dentro mío, prolongadamente, con alternativos gestos en la cara …
Se quedó un rato allí apoyado, tomando aire para recuperar fuerzas. Yo dibujaba una línea descendente en el medio de su vientre, hasta llegar al ombligo, donde comenzaba a hacer circulitos. Él tomó mi mano y se lo llevó a su boca para chupármelo, está vez con los ojos abiertos … El cabello le caía húmedo por la frente donde gotitas de sudor estaban indecisas a abalanzarse contra mí o quedarse allí pendientes de los mechones de su pelo.
Se recostó a mi lado y yo me levanté para ir al baño y lavarme. Antes de cerrar la puerta le eché un vistazo, acostado boca arriba, desnudo y completamente estirado, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, el miembro ladeado hacia un lado, poco a poco perdiendo su voluminosidad, bañado por la luz dorada del amanecer.
Directamente, me metí en la ducha y podrí a lavarme, no quería que la diversión se me acabase tan pronto … Al salir, me enrollé en una toalla y me senté al lado de Jim, el cual dormía plácidamente. Le aparté uno cabellos de la frente para después besársela, al tiempo que me recostaba para descansar un rato. Tenía tanto sueño que a pesar de darme de cara todo el sol, mis párpados actuaron como una cortina negra …
Hasta que unos golpes a la puerta me sacaron de mi plácido sueño. Nos despertamos asustados y medio perezosos al mismo tiempo. Mientras yo me restregaba los ojos de puro sueño, cambiando de postura para volver a conciliar el sueño, Jim fue a ver por la mirilla de quien se trataba.
-Ada, creo que tienes visita …-me dijo seriamente; yo solo me fijaba en su trasero desnudo.
-¿Quién es?
-El loco ese que te besó la otra noche.
-Maldito …-murmuré pegando un puñetazo contra la almohada.
Me levanté furiosa y me quité la toalla, que caía por el cuerpo sin taparme apenas algo y tomé la bata que había encima de la silla, junto con mi abrigo de piel. Me abroché con violencia el cinturón a la altura de la cintura.
-Ve a darte una ducha mientras … Le echo enseguida -le tomé el rostro con las dos manos y le di un piquito en los labios. Se volteó y no pude resistirme a darle una cachetada en las nalgas.
Quité el cerrojo y abrí. Me apoyé con una mano en el marco de la puerta y después con la otra en mi cadera. Era Al y tenía una expresión seria en el rostro. Sostenía su sombrero con las dos manos.
-¿Qué quieres?- pregunté molesta.
-Venía a despedirme: esta noche parto hacia Canadá
-Pues allí te vaya bonito -intenté cerrar la puerta pero su mano interceptó mi acción.
-Ada, no quiero perderte … Dame una segundo oportunidad …
-Ya te la dí, ¿no recuerdas?
Me miró con los ojos brillantes, pero no lloró, era incapaz. Se colocó de nuevo el sombrero sobre la cabeza y se marchó, quedándome yo con un nudo en el estómago, un poco encogida en mi misma, agarrándome el vientre, observando como caminaba tranquilamente por el pasillo para dirigirse al ascensor.
Cerré la puerta lentamente y apareció detrás Jimmy, con una toalla en las caderas y con otra secándose la cabeza. Me miraba mientras se frotaba el pelo.
-¿Algún problema?-me dijo, acercándose aún más a mí.
-No, sorprendentemente ninguno …-dije con la mirada baja, confusa.
-Entonces, no debe haber problema alguno …-me tomó la barbilla con la mano y me levantó el rostro para mirarle.
No veía su rostro, no veía nada. La sola idea de perder a Al me daba miedo y no sabía bien por qué, ya que cuanto más alejase estuviese de él, mi vida de dejaría de correr peligro …
martes, 10 de febrero de 2009
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