sábado, 7 de febrero de 2009

Residencia de soltera de Olympia Murdoch


Cuando bajé a la calle, no me lo pude creer. Le cogí un periódico al chico y me puse a caminar leyendo rápidamente, con ansias, aquella terrible noticia. Dios mío … Resultaba que el muchacho procedía de una buena familia y solo era un estudiante de secundaria. Me quedé parada en medio de la calle, recibiendo los empujones de la gente, sin saber que hacer o a quien acudir.

-Oly …-murmuré instintivamente. Tenía que contárselo, ella me comprendería.

Pedí un taxi a pesar de las cargas económicas, pues no sabía exactamente donde estaba ubicada la residencia de Oly, aunque si sabía su nombre. Mientras, en el viaje fui leyendo con ojos abiertos y cada vez más abrumada los detalles de la noticia. Nunca pensé que sería testigo directo y menos aún, la causa de la muerte de ese pobre muchacho … El estómago me estaba jodiendo, no había desayunado nada y tenía unas leves nauseas, pero no de hambre, sino de la indigestión que me estaba dando la noticia. Aparté el periódico a un lado y suspiré profundamente.

En unos minutos llegué a casa de Oly. Le pagué lo justo al taxista y subí corriendo las escaleras, llamando frenéticamente al timbre. Ernest apareció tras la puerta y me miró sorprendido.

-No te esperábamos a estas horas …-dijo algo aturdido, como si intentara reconocerme.

-Soy Ada, una amiga de Oly, con la que estuvo ayer en el Bohemian, ¿está Olympia?- pregunté apresurada.

-Sí, está en el comedor, delante del desayuno, pero no come nada … Creo que no le sentó muy bien la juerga de ayer …-dijo con sorna.

Entré y le sonreí como pude, intentando parecer amable. Y allí estaba la pobre, completamente shockeada. Entonces, me senté junto a ella y la tomé las manos. Atraje su rostro para que me mirase y la sonreí con dulzura.

-¿Estás bien, amor?-dije, dándola unos toquecitos en la mano.

-Podría estar mejor, pero …-dio un largo suspiro- Mejor vayamos al salón a hablar más tranquilamente.

-De acuerdo querida-dijo Ernest, dándola un beso en la frente-Pero prométeme que más tarde comerás algo …

-No te preocupes por eso querido …

Una vez acomodadas en el salón, me quité el abrigo y el sombrero y l dejé a un lado. Asombrosamente, a pesar de su estado, Oly se veía más bella que nunca. Nos quedamos mirándonos un rato, como diciéndonoslo todo con los ojos.

-Dios mío Ada …-murmuró con la mirada completamente ida.

-Eso mismo digo yo …-y bajé la mirada.

-Ayer fue una noche tan agitada … Dios mío, si supieras …-la paré con un dedo.

-No tienes que explicarme nada, ya me imagino que pasó … Es mejor no hablar de ello ahora entrando en detalles estando Ernest por aquí cerca ….

-Tienes razón … Pero díme sobre lo tuyo, ¿qué demonios pasó para llegar a ese extremo? Eran amigos, Ada, no quiero ni pensar como se sentirá aquel pobre muchacho …-dijo, aún como si estuviera en otra estación.

-La culpa fue … Dios no se lo digas a nadie … Pero fue Al …

-Dios mío, ese hombre es un peligro … Está completamente loco …

-Lo sé, Oly, pero no puedo hacer nada … Me amenazó, no puedo hablarte más …

-¡Cielo Santo!-gritó completamente alarmada, saliendo de su estado de ensimismamiento- Ada, no puedes dejar que esto te ocurra … Aléjate de él y díselo a la policía … Tu vida vale más que el amor de ese hombre …

Me cogió las manos y me miró con aquellos ojos tan claros. Intenté esquivar su mirada pero lo evitó, tomándome con delicadeza el rostro, esperando una respuesta. Entonces, sonó de repente el teléfono. Nos quedamos expectantes, hasta que Ernest llamó a Oly para que lo cogiera.

-Espera un momento Ada, en un segundo vuelvo …-dijo, yendo apresurada a atender al teléfono.

Me quedé unos minutos solas, meditando las palabras de Oly y no llegué ninguna conclusión … No quería seguir pensando en aquel tipejo, me levantaba dolor de estómago. Por fin volvió Oly.

-Tengo que marchar Ada, una amiga me necesita, también estuvo en el Bohemian anoche … Fue quien descubrió el cadáver …-me dijo seria y con un gesto triste en los ojos.

-Me siento una completa desgraciada …-sollocé, pero aguantándome el llanto.

-Ven, conmigo, así hablaremos por el camino … Ven, no derrames ni una lágrima más por lo acontecido … Iremos en taxi -dijo, acercándose a mí y tomándome del brazo, para invitarme a caminar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario