domingo, 8 de febrero de 2009

Residencia Capone: Al Capone

Regresé pronto a casa, esperando que las cosas anduvieran más relajadas. Dejé el abrigo colgado en el perchero junto con el sombrero. En un día tan frío como aquel era un auténtico placer sentir la calidez del hogar con contraste con la piel helada por la intemperie de la calle.

Se oía ajetreo en la cocina. Me dirigí al salón para coger algo del bar para entrar en calor cuando me topé con Mae sentada en el sofá, haciendo punto, escuchando las novelas que daban por radio mientras el pequeño Sonny jugaba en el suelo con piezas de construcción de madera.

Me acerqué a Mae y la di un beso en la cabeza, a lo que no reaccionó. Pasé a coger a Sonny en brazos y elevarlo en plan juego en el aire, mientras éste se moría de risa. Después, procedí a ponerme un baso de liso y me senté en el sofá de orejeras, al lado de la mesita donde estaba la radio. Mae ni siquiera me dirigió la mirada. Pegué un sorbo y comencé la conversación.

-¿Qué tal el día?

-Como cualquier otro …-dijo entre suspiros Mae, siguiendo sin mirarme.

-¿Es para el niño?

-Ya veré …

-Estas de lo más habladora, querida …-dije irónico e irritado, volviendo a mi vaso y contemplando como jugaba Sonny.

-No hay mucho de lo que hablar cuando paso todo el día encerrada.

-Eso es porque tú quieres … Perfectamente puedes salir con tus amigas.

-Me cansa, además con ellas puedo hablar perfectamente por teléfono …

-Mae, deja de hacerte la mártir …

-Yo no me hago nada, Al, simplemente digo la verdad …

-Una verdad bastante distorsionada porque estás enfadada conmigo y te empeñas en echarme la culpa a mí de todo lo que te pase.

-Mira, ésta es la primera vez que vienes pronto a casa …

-Y si hubiera sabido que íbamos a estar así, me hubiese ido por ahí aunque no tuviese nada que hacer …

-Con tal de evitarme …

-Mae, lo único que haces es reprocharme todo, y no eres capaz de que me dejo los cuernos como un cabrón por ustedes dos -dije señalando a Sonny, que felizmente se entretenía golpeando una pieza con otras.

Dio furiosa unas puntadas y sin querer se pincho. Se llevó el dedo a la boca, con cara completamente furiosa.

-Eso te pasa por tener malos pensamientos … Castigo de Dios …

-¡Ya basta tú también de criticarme!¿Dónde anduviste hoy?

-Estuve en un funeral de un compañero …-medio dije la verdad.

-Qué lástima … ¿Qué le pasó?- preguntó con recochineo.

-Un ataque de asma … Se ahogó y no hubo manera …

-Vaya por Dios …-comentó sin dejar su escepticismo aparte.

Cogí el periódico que había sobre la mesa y le eché un vistazo, tratando de evitar la conversación con Mae. Mejor dejarla que se le bajaran los humos ella solita. Vi que había un espectáculo de estreno de ópera: “Carmen”. Miré a Mae, sabía que le gustaría la idea, adoraba todo lo relacionado con la música y si a lo mejor la sacaba, podría pasársela el enfado.

-Mira cariño, hay un estreno, ¿te apetece ir?-la dije, poniéndola una mano en el regazo y acariciándola suavemente- Podríamos ir primero a cenar al restaurante de Colosimo y después ir al estreno …

-No sé, querido, a lo mejor ya no quedan entradas …

-De eso no te preocupes, tengo amista en el teatro …

-¿Y el niño?

-Para eso están las criadas, por algo duermen también en la casa …

-Estoy un poco cansada …

-Vamos no te hagas la remolona …-la supliqué, poniéndome de rodillas frente a ella y apoyándome en sus rodillas- Así podrás las perlas que te regalé por tu cumpleaños, es la ocasión perfecta … Quiero verte lucir, mostrar a mi mujer completamente orgulloso, dando envidia a los demás.

Me sonrió y se le escapó una risita. Dejó aparte sus cosas y me tomó el rostro para besarme.

-Está bien, tú ganas mi amor …-y me acarició el cabello, peinándomelo bien.

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