Nos alojamos en la casa de los tíos de Francesco, para así evitar las sospechas de la policía, creando la ilusión de que toda aquella farsa simplemente era para una visita familiar. Hacía tanto tiempo que no oía ni hablaba en italiano … Me sentía como si ahora mismo estuviese en Nápoles … Entonces, en la entrada, mientras los familiares nos saludaban, una chiquilla, bastante tímida y bonita, nos miraba a ratos desde el fondo de la entrada, de pie junto a las escaleras … Era castaña, de rasgos finos y ojos miel, con el cabello cayendo en forma de hondas de cascadas hasta los hombros. La sonreía y noté como sus mejillas se tornaban delicadamente rosadas.
Nos hicieron pasar hasta el salón, donde la mesilla axuliar estaba repleta de manjares típicos italianos y había algunos que recordaban la inminente llegada de la navidad. El belén estaba en pleno proceso de contrucción, con us rincón especial en la habitación. La casa era cálida, con chimenea encedida hasta los topes. La tía nos tomó alegremente los abrigos y sombreros mientras los demás hombres de la casa subían las maletas a las habitaciones de arriba. No había ningún criado en la casa y me recordó a mi humilde infancia, donde todo tenía que hacerlo por tu propia mano. En el salón se quedó la tía y la sobrina, esperando a que bajasen los hombres. Nos ofrecieron unos chocolates calientes, que agradecimos gustosamente.
-¡Qué grande estás Cesco! Estás hecho todo un hombre … Una lástima que abandonases la universidad … ¡Podrías haber sido de los primeros de la familia en tener una carrera!-dijo la tía, con una mano posada en la rodilla.
-Son cosas que pasan tía … Mucho racismo diría yo …
-Ya le dije a tu madre que se viniese a Canadá, aquí no tenemos ese tipo de problemas, la gente es más amable y confiada que esos engreídos americanos …
-Bueno, ahora es tarde para cambiar … Nos acostumbramos a las cosas de allí …-dijo sonriendo.
-Pero por lo menos la vida en los EEUU es más divertida que aquí …-dijo molesta la prima de Fran.
La miré con una mirada pícara y ella sonrió, pero volviendo a sonrojarse de nuevo. Era tan inocente y hermosa … Sin ningún tipo de maldad. El estómago me dio un vuelco y di un sorbo de nuevo a mi taza. Después de una exquisita comida, me tuve que quedar largo rato sentado en la mesa y, como los demás hombres, desabrocharme un poco el botón del pantalón para no sentirme oprimido. Luego, nos dirigimos al salón, donde nos sentamos donde pudimos y el tío comenzó cantar viejas alegres canciones y románticas baladas italianas. Mientras, hombres y mujeres se mezclaban en intentos de bailes tradicionales.
Me escapé hacia el porche para fumar un cigarro. La nieve brillaba a la luz de la luna y el frío me cortaba en la cara, pero gracias al calor que estraba por mi laringe resistía embriagado al placer que me producía la nicotina. Noté la presencia de aquella niña detrás de mí, me giré y la sonreí. Ella esbozaba una tímida sonrisa, sujetando entre las manos mi abrigo, ofreciéndomelo.
-Es para que no cojas frío …-me dijo, ruborizándose de nuevo.
La tomé el abrigo, rozándole aposta con la punta de los dedos los suyos. Aproveché aquel momento, en el que se le entrecortó la respiración para acercarme a ella y deslizar mi mano por detrás de su cuello, rozando con la palma la parte inferior de su mandíbula. Me miró con ojos brillantes y entonces, me agaché, era tan pequeña. Nuestros cuerpos se acercaron, rozamos nuestros alientos … Hasta que apareció por detrás Francesco.
-¿Qué haceís aquí los dos solos?-dijo con una sonrisa en los labios.
-Fumar -dije contudentemente.
Ella bajó su mirada avergonzada, y se frotó los brazos. Francesco la tomó para dirigirla dentro de la casa y ésta no puso resistencia. Una vez se fue, nos apoyamos en la barandilla y le ofrecí un cigarrillo.
-No pierdes el tiempo, ¿no? -me dijo irónico.
-No haré nada que ella no quiera …
-Eso espero … Es mi prima y no quiero que la hagas daño … Ni la trates como putilla … Eres mi amigo, pero como te metas con ella, es como si fuera un compromiso …
Callamos por la tensión existente. Preferi no contestar, para no caldear más el asunto. El humo del cigarro se entremezclaba con el vaho que salía de nuestras bocas. Nos miramos y entonces, comenzamos a hablar de otros asuntos.
-Será esta noche, ¿cierto?
-Si, el proveedor nos esperará en un bar que está repleto de borrachos, la mayoría americanos que pasan la frontera para tomar un trago sin remodimientos … Con el alboroto que habrá allí formado, nadie nos podrá oír, y más si la conversación es en italiano …
-También de los nuestros … Mejor, tratar en estos asuntos con irlandeses o demases mezclas étnicas no es seguro … Siempre te pueden dar una puñalada trapera …
-Cuando todos se vayan a dormir, nos iremos con mis primos a tomar algo, esa será la excusa … Les pondremos ciegos de alcohol para que no se involucren demasiado y no oigan algo que no tengan que oír …
-Y ahí establecemos conversaciones con el proveedor …
-Exacto …
-Bien, solo espero que tu familia sea de buen beber …
-De eso no lo dudes …
Echamos una carcajada y la última calada antes de entrar, para ver como iba la fiesta …
martes, 10 de febrero de 2009
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