
-¿Entonces ya está lo suficientemente enterado de que lo que queremos de usted?-dijo Torrio, acercando su rostro, mientras Flynn abobado intentaba atinar con la mirada hacia algún lado.
Le agarré de su estúpido y cado esmoquin con las dos manos y le subí de pie.
-Contesta-dije apretando los dientes. Éste giró su cabeza dirección Torrio y asintió con la cabeza, más porque no la aguantaba que porque hiciera un gesto afirmativo-¡Contesta articulando palabra, sucio irlandés!-le grité al oído.
-Sí, sí, por favor, haré lo que ustedes me pidan … Pero por favor, acaben con todo esto …-dijo patéticamente humillado.
-Bien, suéltalo con delicadeza, Al, no queremos herir más a nuestro socio … Ya ha recibido bastante …-dijo dándose la vuelta dispuesto a salir de la habitación- Y una última cosa …- dijo como recordando algo en el último momento y alzando su dedo al aire- Si nos traiciones … Ya sabes lo que te espera …
-Eso niño pijo, no podrás vivir eternamente de tu fortuna …-dije cogiendo mi chaqueta y adecentándome de nuevo.
-Dejémosle que se recomponga … Tiene una fiesta a la que ir …-dijo Yale irónicamente, abriendo la puerta del despacho para dejar paso a Torrio.
Al salir, me encontré el panorama de que Ada no estaba y a lo lejos divisé a sus amigas, borrachas, tonteando con un chico rubio. Me acerqué a la chica que había reconocido, la acompañante de Flynn a preguntarla por Ada. Lo único que obtuve fueron vagas respuestas, así que la solté pero afortunadamente Torrio la agarró, evitando que se metiera una buena ostia contra el suelo, pues apenas podía mantenerse en pie.
Me quedé un momento parado en medio de aquel gentío, mirando a mi alrededor, buscando aquella cabecita morena y al baboso que intentara aprovecharse de ella … Dios mío … Si la pasara algo no me lo perdonaría … No es que estuviese enamorado, pero viendo el estado en el que se encontraban las otras dos, ya me imaginaba el de Ada.
Entonces pensé en la idea de las habitaciones … Como no, si estaba con algún baboso seguro que se estaban retozando por allí arriba. Subía las escaleras lo más rápido que pude, abriendo cado dos por tres las puertas y encontrándome con parejitas, fornicando como cerdos, pero ninguno de ellos era Ada con su nueva conquista. Así estuve como unos diez minutos hasta que por fin hallé lo que deseaba.
Irrumpí en la habitación pegando tremendo portazo. Estaban pegados contra la pared, besándose, Ada con las piernas abiertas, sujetas por aquel individuo, medio desnudos. Los oscuros ojos de Ada se abrieron de par en par al verme entrar en la habitación. Me entraron ganas de vomitar solo de verles allí, follando delante de mis narices. Me quité la chaqueta con velocidad, me remangué sin ningún tipo de cuidado la camisa y me lancé contra él.
Le cogí del hombro con brusquedad y le lancé un puñetazo contra toda la nariz. Éste cayó al suelo al igual que Ada, que pegó un grito. Ésta comenzó a gatear por la habitación de rodillas, con las bragas enganchadas a uno de sus tobillos, completamente como un gato asustado intentando huir de mi furia. El tío se apoyó contra la pared, sentado de culo. Le agarré por la camisa y le levanté de golpe, estampándole posteriormente contra la pared, amenazándole con el puño cerca de su cara nuevamente, con los ojos entornados y haciendo crujir mis dientes.
-¿Tú quien te has creído niñato para andar tirándote a mi chica?-le dije, sin tener especial cuidado con mi pronunciación inglesa; incluso dudé de que me hubiera entendido con un acento tan marcadamente italiano.
-Yo, Yo …-comenzó a tartamudear como un imbécil.
-¡¿Qué coño le diste a ella y a sus amigas?!-le grité fuera de mí, golpeándole repetida veces contra la pared.
Él muy estúpido aún así no reaccionaba así que no me pude controlar y le lancé contra el suelo. Cogí una silla y le rompí la pata dando sucesivos golpes, la cogí a modo de palo. Le dí un golpe seco en la cabeza, cayó de bruces contra el suelo, de boca, y comencé a machacar aquella cabeza, mientras en mi cabeza no paraba de repetir: “Maldito bastardo” “Niño de mamá” “Hijo de puta” y similares.
Ada estaba arrinconada en una esquina de la habitación, viendo horrorizada la sangre que salpicaba por todas partes y como un charco magenta se iba formando sobre la alfombra del suelo.
-¡Para!-gritó Ada, tapándose los oídos para no escuchar el asqueroso sonido que producía mi bate de madera contra los huesos y carne de la cabeza de aquel desgraciado-¡No!
Tiré el palo y fui con paso firme hacia ella, la agarré de un brazo con violencia y la lancé contra la cama.
-¡¿Parar?¿PARAR?!-grité indignado, colocándome con el rostro muy cerca de ella, salpicándola de saliva como si fuera un perro rabioso-¡Maldita furcia, ¿Cómo te atreves a decirme eso cuando tú tendrías que haberte controlad?! ¡Todo esto es por tu puta culpa, pedazo de zorra!
-Eres un animal, no quiero volver a saber nada de ti … Siempre acabo metida en líos por tu culpa …-gimió como una desgraciada.
La di una bofetada y calló débil contra la cama, llorando fuertemente, gritándome “Te odio” repetidas veces, mientras yo la contemplaba allí de pie, con la camisa ensangrentada y las manos manchadas de mierda. Me puse de rodillas frente a ella y la arrastré hacia mí, pues esta se resistía a tocarme y la acogí entre mi brazos, acariciándola su pequeña cabecita, mientras me golpeaba el pecho para desahogarse. Yo aspiraba y suspiraba lentamente para, poco a poco, ir apaciguando mi ira.
Una vez que Ada se tranquilizó, la ayudé a levantarse. Mientras yo cogía mi chaqueta y me la ponía.
-Lo mejor será es que yo me vaya de aquí … Tú vuelve a la fiesta, no es recomendable que te vean conmigo y te impliquen en esto … Si Dios quiere nos volveremos a ver -dije mientras la abría la puerta para que saliese.
Con todo el maquillaje corrido de los ojos y aún sollozando me dijo.
-Ojala Dios nunca quiera …
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