-¿Qué demonios ha sido eso?-dije, sin dejar de mirarle a los ojos, completamente asustada.
Esbozó una media sonrisa que me produjo un gran escalofrío. Me separé de él, dando los pasos hacia atrás, y me agarré a las cortinas de la ventana. Las entreabrí, con miedo, y eché un pequeño vistazo. El cielo crepuscular de aquellas horas estaba teñido por un rojo intenso, mientras unas grandes y amezantes nubes negras se iba desplazando, naciendo desde un punto concreto, en la lejanía de la ciudad.
Me tapé la boca alarmada. No había ningún indicio, ni niguna sospecha clara. Pero tenía la fuerte corazonada de que todo aquello era obra de Al.
-Eres un monstruo …-murmuré, con las lágrimas a punto de desprenderse de mis ojos.
-¿Por qué? ¿Qué he hecho yo ahora?-le miré y caminaba hacia mí, con las manos en los bolsillos, con un aire de tranquilidad bastante inquietante.
-¡No! ¡Basta! Una cosa es que lo hagamos aquí mismo, en tu casa … Ya sabes que para eso no tengo escrúpulos … Pero se me revuelven las tripas con solo pensar en que me acuesto con un tipo tan denigrante como tú … Siempre acabas decepcionándome cuando todo parece marchar bien …
-Escúchame, Ada …-dijo, tomándome los hombros con fuerza, clavándome la yema de los dedos en la piel- No vengas de mártir, cuando sabes perfectamente que siempre has sido una puta y siempre lo serás …-esbozó de nuevo una sonrisa sarcástica- Tanto tú como yo somos seres denigrantes, repulsivos, que no encajan con los valores que esta hipócrita sociedad moralista quiera imponer a cada individuo … Pero recuerda, que ninguno de los dos estamos libre de culpa … Por eso nos acostamos, por eso nos atraemos y por eso nos amamos … O al menos, eso parece … - me tomó del mentón y me besó con pasión, estrujando las telas de mi vestido contra la espalda. Nos separamos violentamente los labios, como si lo que acababamos de hacer fuera asqueroso.
-¿Y qué me quieres decir con eso? ¿Qué los dos acabaremos en el infierno, como pecadores de la moral?
-No, que tú eres menos que nadia para recriminarme los actos de que cometo … Tú actuas por instinto y yo por codicia, pero hay algo que nos une a la vez … La necesidad que tenemos por lo que hacemos …
-¿Vas a compararme el sexo con las ansias de poder que tienes, inducidas por la riqueza?
-¿Qué hay de malo en conseguir una situación mejor para los tuyos?Tú también quieres triunfar en el mundo del espectáculo, y dudo que sea completamente por el amor arte …
-¿Y por qué no podría ser así?
-Porque si no tienes dinero, tu libertad se ve amuermada … O por imposibilidad o por parasitismo … Y dudo que tu optes por la última … En el fondo, nos conocemos sin a penas habernos dirigido la palabra …
Le lancé contra la cama y me coloqué encima de él. No me importaba que la puerta estuviese abierta. Que la casa estuviese llena de gente. De que la esposa de Al estuviese ahí abajo con la antena puesta. Que Malone estuviese también. No podía reprimirme mis impulsos en aquel momento.
Le deseaba. Vaya que si lo hacía … Le odiaba … Tanto como tal vez, y odio reconocerlo, le amaba … Esa palabra era demasiado fuerte para mí, pues solo creo que amé una vez en mí vida y quizás, demasiado joven …
Nos arrancamos las ropas como si fueran sanguijuelas que absorbieran nuestra excitación. Nos levantábamos dábamos vueltas sobre las cama, nos mordíamos el cuello como vampiros, nos desgarrábamos la piel con las uñas … Me monté aquella vez encima de él como nunca … Lo sentía dentro mía … Lo sentía gemir desde afuera … Lo podía entrever a través de mis ojos semicerrados como estiraba los brazos sobre la cama … Cerraba mis puños sobre las sábanas, aferrándome a ellas para impulsar así mis movimientos …
Subía y bajaba encima suya … Escapándoseme de la boca gemidos de placer … Sus grandes y fuertes manos se encontraban con mi boca entrabierta … Me apoyaba sin fuerzas sobre su pecho, aún moviéndome … Guiaba sus manos a que me agarrasen las nalgas, haciéndome sentir deseada … Deseándome a mi misma entre sus caricias …
Cuando mis fuerzas se empezaron a flaquear, recibí la ayuda de sus caderas. Nos movíamos a la vez, mientras entrecruzábamos nuestros alientos en fortuitos besos … Me apretaba contra él con una mano, mientras con la otra agarraba mis cabellos para echarme hacia atrás y besarme la zona de los pechos, el cuello … Pasando la lengua delicadamente por el hueco del hombro …
Oímos una voz lejana que se acercaba … Entonces, nuestros movimientos se hicieron más frenéticos, no porque nos excitaramos, sino por el miedo a ser pillados … Noté sus miembro palpitar dentro, las últimas estacadas, lentas y profundas … Lo notaba todo dentro. Caí derrumbada en sus brazos, pero el me apartó enseguida, para tomar sus cosas y se metió en el baño.
Me reincorporé como pude y busqué a tientas, como si estuviese drogada, las mías. Intenté entrar en el baño para lavarme, pero fue inútil. Salí corriendo de la habitación, con intención de meterme en el otro, con doble intencionalidad. Pero Malone, me tomó de un brazo.
-¿Dónde estabas?-dijo atrayéndome contra sí y aspirando mi aroma. Apreté fuertemente los ojos, rezando porque no descubriese el aroma de Al …
-Buscando la salida … Al se metió en su cuarto y no ha salido … Creo que nado indispuesta … Me tiré mucho tiempo en el baño … Ya sabes … Creo que deberíamos marchar …-dije, haciéndome la enferma y simulando mareos.
-Está bien … Creo que y les molestamos bastante …
-Sí … Vayámonos a casa … Necesito descansar …- me llevé la mano a la frente y el me ayudó a bajar las escaleras, tomándome de la cintura con suavidad.
sábado, 21 de febrero de 2009
Residencia Capone: Ada Swarty
Jimmy y yo entramos en el salón. Sonny era un niño precioso, con los mismo ojazos que tenía su padre, pero la cara era más parecida a la madre … Notaba perfectamente la crispación de Mae respecto a mi presencia, pero no me importaba … Todo lo había planeado perfectamente, con sus malas y buenas consecuencias.
-¿Verdad que es lindo?-le dije a Jim, que estaba al lado mío, poniéndole de pie a Sonny sobre mis muslos y agarrándole por la cintura, mientras este saltaba como loco y dando palmitas con aquellas rechonchas manos.
-Todos los bebés son monos de pequeños … Luego que se estropean al cabo de los años …-dijo serio, y le tocó la nariz y Sonny, se revolvió tímido, sonriendo, lanzándose sobre mi pecho.
-¿Hay algo respecto a la investigación sobre ese chico asesinado?
-Nada, es más, mi superior está pensando en darle carpetazo cuanto antes …
-¿Cómo? ¿Dejarán el caso así como así, proviniendo el chico de una familia tan importante?
-Claro que no … Pero lo que harán para cerrar el caso será encontrar cualquier culpable, de algún delito menor, le inculparan con pruebas falsas y fin de la historia … Por más que le he estado dando vueltas, no encuentro la conexión definitiva … Segura que la verdad la tengo delante de mis narices y no la veo …-concluyó, echándose hacia delante, con las manos entrelazadas.
-Suele pasar …-dije lanzando una risita nerviosa y cogiendo las manos fuertemente de Sonny, que empezaba a ponerse revoltoso.
Mae y Al entraron en el salón. Mae me tomó a Sonny y Al ofreció una copa a Jim, el cuál aceptó sin hacer ningún chiste sobre la bebida en aquellos tiempos de prohibición. Nos quedamos cada uno en silencio, nuestros respectivos sitios, mirándonos los unos a los otros de vez en cuando, sumidos en un tremendo ambiente de aburrimiento. Sonó el timbre y Mae dejó el bebé a Al, y se dirigió a abrir la puerta y comportarse como perfecta anfitriona.
Al se quedó con el bebé en brazos. Le miré y una visión extraña recorrió mi mente. A ambos les ví en una habitación diferente, donde Jimmy no estaba con nosotros, como si Sonny fuera mi hijo y Al mi esposo. Sonreí inconscientemente. Al me miraba también con una ligeria sonrisa, mientras se movía quieto con Sonny.
-¿Puedo ir un momento al lavabo?-dije, sacudiendo la cabeza para quitarme aquella idea de la cabeza.
-Te acompaño arriba, así dejo a Sonny en la cuna, creo que tiene sueño, y, con el jaleo que se formará ahora, lo mejor será dejarle dormir tranquilo antes de que se ponga a llorar …
Me levanté y acaricié el rostro a Jim. Él me tomó la mano y me la besó dulcemente, mirándome a los ojos. Dejé que mi mano se deslizase de la suya y seguí a Al. Después de ser interceptados por la madre de Al y demás familiares, que se pusieron como locos a tocar al bebé como si fuese un muñeco.
Subimos arriba y me dirigí al cuarto de baño mientras Al dejaba a Sonny en la cuna. Me retoqué un poco el maquillaje y me salí, caminando por pasillo mientras cotilleaba un poco cada habitación, hasta que llegué hasta la habitación de matrimonio. Me dejé caer de espaldas sobre la cama. ¡Dios mio, qué cama tan enorme!
-¡¿Qué coño…?!-gritó Al desde el umbral de la puerta.
Me reincorporé y comencé a balancear los pies, haciendo caer los zapatos a la alfombra. Le desafié con la mirada y entonces Al se acercó a mí completamente furioso, apretando los puños. Me revolví sobre la cama riéndome. Se lanzó sobre la cama intentando atraparme y acabamos deshaciendo la cama como si hubiesemos hecho algo de verdad.
Me consiguió atrapar, tumbada bocarriba, agarrándome las muñecas y juntando su cuerpo al mío para inmovilizarme. Yo no podía parar de reírme.
-¿Te parece gracioso? ¿No tienes bastante con aparecer por aquí?
-Me río porque la celosa de tu mujer cuando vaya a dormir, reconocerá como perro buscador mi perfume en las sábanas …-arqueé las cejas- Y pensará que lo hicimos en su cama … Cuando lo único que hice fue putearte …
-Si no te levanto la mano, es por no montar escándalo aquí mismo, delante de toda mi familia …
-Con que tu familia, ¿eh? … Pobre chico bueno …
-¡Ya basta!- se impulsó hacia atrás, poniendo cara agresiva y pegó un puñetazo contra la pared.
Me levanté y busqué mis zapatos enojada.
-Qué poco sentido del humor tienes, de verdad …
-¿A qué has venido Ada? ¿Qué quieres de mí? Cuando parece que las cosas andan bien entre nosotros, tú siempre vienes con alguna entre manos … Me metes a un policía en mi casa y luego te restriegas contra mi cama …
-Es el karma, Al … Todavía tenemos deudas pendientes entre tú y yo …-me levanté y le puse la cara muy de cerca.
-No hagas que las deudas incrementen su número, Ada … No te atrevas si quiera a jugar conmigo.
Entonces, en la calle, se oyó una gran explosión que hizo temblar los cimientos de la casa. Me abalancé asustada a sus brazos y el me protegió la cabeza con su mano. Una vez pasado el susto, la miré aturdida a los ojos. Sus ojos brillaban como si tuviesen fuego, con la luz de la explosión que entraba por la ventana …
Residencia Capone: Al Capone
La casa estaba envuelta en la locura en la que normalmense se metía cada vez que había alguna festividad cerca. Mae, para esas cosas, era muy quisquillosa. Mientras ella volvía loca a las sirvientas con sus órdenes y ponía la casa patas arriba con los preparativos, yo jugaba en la habitación con Sonny. Cada vez estaba más grande … Era de las pocas cosas que me unían ya a Mae …
Estábamos en la alfombra mullida de su cuarto, jugando con unos trenes de madera que rodaban por el suelo, y los hacíamos chocar el uno contra el otro. Cada vez estaba más grande, incluso me empezaba a balbucear palabras aún imcomprensibles, como si me estuviera hablando. Entonces se levantó, con brazos en alto y se dirigió a mí, cayendo encima mía. Nos empezamos a reír.
-¿Con qué atacándome, eh, pilluelo?-le cogí y le puse sobre mi regazo, mientras me intenaba alcanzar con sus manitas la nariz para agarrármela y tirar de ella- Ven, aquí, te vas a enterar …- le empecé a hacer cosquillas y el se reía, retorciéndose sobre mis piernas.
Mae entró y nos vió allí. La miré y sus ojos brillaban, esbozando una leve sonrisa nostálgica en sus labios. Se acercó y cogió delicadamente en brazos a Sonny. Le elevó al aire, haciéndole carantoñas y después le besó en la cabezita, estrechándole contra sí.
-Al, creo que tienes visitas … Hay una mujer y un hombre allí abajo, en la entrada.
Me levanté y me dirigí hacia ella. La tomé el rostro y la acaricié los pómulos. Sus ojos me volvieron a mirar con ese brillo extraño. Besé a Sonny en la mejilla y le di otro a ella en los labios. Bajé las escaleras, seguida de ella con Sonny en los brazos y éste dando palmitas.
Allí estaba ella, agarrada del brazo del hombre con que el que nos topamos aquel día, en el restaurante de Colosimo … Me sonreía con picardía, y se aferraba más aposta al brazo de aquel hombre alto y rubio. Me acerqué conteniéndome de liarme a ostias en mi propia casa. Le estreché la mano primero al hombre y después tomé de los hombros a Ada, clavándola las uñas.
-¿Qué coño haces aquí?-dije entre dientes, acercándome a su oreja. Después, la besé en las dos mejillas.
-Solo queríamos felicitarles el día de acción de gracias, no más … ¿Ella es tu esposa, Al?-dijo, con voz de sorprendida y contenta al mismo tiempo. Esta mujer me desconcertaba a veces. Se acercó a Mae y se puso de puntillas para darla dos besos- Es un gusto conocerla, señora Capone … Mi nombre es Ada Swarty …
-Un gusto el mío también … ¿De qué se conocen ústed y mi esposo?
-¡Oh!-gritó Ada con ternura, tocándole la punta de la nariz a Sonny- Qué cosa más linda … ¿Puedo?
-Claro … Tenga cuidado con su pelo, está en época de pegar tirones ahí …-dijo medio verdad, medio con sarcasmo Mae.
-Lo tengo muy corto … Además, ya me encargaré de que este bichito no me enganche tan fácilmente … ¿Verdad que sí, amor?-dijo Ada, sin prestarla demasiada atención, haciéndole caritas a Sonny, el cual reía divertido y ponía sus manitas sobre el rostro de Ada. Ada cojía la mano y hacía que se la comía, haciendo ruiditos al mismo tiempo.
-La conozco del club de Yale, Mae … Es una de las mejores artistas del local y Torrio quiere lanzarla al estrellato … Cree que tiene futuro en Hollywood, en el cine …
-¿De verás?-se volteó Ada, sorprendida esta vez de verdad- Bueno, eso habrá que verlo, de momento, prefiero quedarme aquí … ¡Oh! Les presento a mi pareja … El oficial de policía, Jim Malone.
Me quedé pálido del susto, tragué saliva y fue a coger del hombro a Mae.
-Es un placer tenerle en casa, Malone …-dije, impresionado y a la vez, y aunque odie admitirlo, asustado.
-¿Por qué no se quedan a cenar con nosotros? Tenemos comida de sobra, aunque la familia de Al es muy grande, creo que habrá sitio de sobra para todos en el comedor …
-Mae …-murmuré sonriendo entre dientes- A lo mejor ellos ya tienen sus planes hechos …
-Oh, para nada … No teníamos con quien celebrarlo … Los padres de Malone viven en Irlanda y mi familia está Kentucky, así que … Sería divertido poder celebrarlo con una familia tan numerosa …
-Siempre y cuando no molestemos …-dijo secamente Malone, con fuerte acento irlandés. Seguro que el muy cabrito aún se acordaría de mi cara.
-Para nada, la gente siempre es bienvenida en esta casa … Dejénme que les coja sus abrigos y vayan acomodándose en el salón, mientras esperamos las siguientes visitas …
Tras cogerles sus abrigos, Ada, con Sonny aún en los brazos, el cual parecía bastante agusto con ella, y el poli se metieron al salón. Mae abrió el armario del recibidor para meter los abrigos y entonces allí, la cogí del brazo.
-¡¿Tú estás loca o qué?! ¡¿No sabes que ese tipo es poli?!- no podía despegar mis dientes, los unos de los otros de la rabia que me invadía por dentro.
-¡Suéltame, Al! Tengamos la fiesta en paz … Además, fue tu amiguita la que se atrevió a venir a esta casa … La muy guarra, se cree esa que yo soy tonta …
-Mae, por favor, no aproveches estas ocasiones para dejar mal a la gente …
-Lo que me hace gracia es, siendo tu amante, se presente con un policía de la mano, diciendo que es su novio … Quizás, ella no sea la zorra de nadie, sino, tal vez, al revés …-cerró la puerta y me miró con una sonrisa de malicia- ¿No te resulta cómico la situación?
Estábamos en la alfombra mullida de su cuarto, jugando con unos trenes de madera que rodaban por el suelo, y los hacíamos chocar el uno contra el otro. Cada vez estaba más grande, incluso me empezaba a balbucear palabras aún imcomprensibles, como si me estuviera hablando. Entonces se levantó, con brazos en alto y se dirigió a mí, cayendo encima mía. Nos empezamos a reír.
-¿Con qué atacándome, eh, pilluelo?-le cogí y le puse sobre mi regazo, mientras me intenaba alcanzar con sus manitas la nariz para agarrármela y tirar de ella- Ven, aquí, te vas a enterar …- le empecé a hacer cosquillas y el se reía, retorciéndose sobre mis piernas.
Mae entró y nos vió allí. La miré y sus ojos brillaban, esbozando una leve sonrisa nostálgica en sus labios. Se acercó y cogió delicadamente en brazos a Sonny. Le elevó al aire, haciéndole carantoñas y después le besó en la cabezita, estrechándole contra sí.
-Al, creo que tienes visitas … Hay una mujer y un hombre allí abajo, en la entrada.
Me levanté y me dirigí hacia ella. La tomé el rostro y la acaricié los pómulos. Sus ojos me volvieron a mirar con ese brillo extraño. Besé a Sonny en la mejilla y le di otro a ella en los labios. Bajé las escaleras, seguida de ella con Sonny en los brazos y éste dando palmitas.
Allí estaba ella, agarrada del brazo del hombre con que el que nos topamos aquel día, en el restaurante de Colosimo … Me sonreía con picardía, y se aferraba más aposta al brazo de aquel hombre alto y rubio. Me acerqué conteniéndome de liarme a ostias en mi propia casa. Le estreché la mano primero al hombre y después tomé de los hombros a Ada, clavándola las uñas.
-¿Qué coño haces aquí?-dije entre dientes, acercándome a su oreja. Después, la besé en las dos mejillas.
-Solo queríamos felicitarles el día de acción de gracias, no más … ¿Ella es tu esposa, Al?-dijo, con voz de sorprendida y contenta al mismo tiempo. Esta mujer me desconcertaba a veces. Se acercó a Mae y se puso de puntillas para darla dos besos- Es un gusto conocerla, señora Capone … Mi nombre es Ada Swarty …
-Un gusto el mío también … ¿De qué se conocen ústed y mi esposo?
-¡Oh!-gritó Ada con ternura, tocándole la punta de la nariz a Sonny- Qué cosa más linda … ¿Puedo?
-Claro … Tenga cuidado con su pelo, está en época de pegar tirones ahí …-dijo medio verdad, medio con sarcasmo Mae.
-Lo tengo muy corto … Además, ya me encargaré de que este bichito no me enganche tan fácilmente … ¿Verdad que sí, amor?-dijo Ada, sin prestarla demasiada atención, haciéndole caritas a Sonny, el cual reía divertido y ponía sus manitas sobre el rostro de Ada. Ada cojía la mano y hacía que se la comía, haciendo ruiditos al mismo tiempo.
-La conozco del club de Yale, Mae … Es una de las mejores artistas del local y Torrio quiere lanzarla al estrellato … Cree que tiene futuro en Hollywood, en el cine …
-¿De verás?-se volteó Ada, sorprendida esta vez de verdad- Bueno, eso habrá que verlo, de momento, prefiero quedarme aquí … ¡Oh! Les presento a mi pareja … El oficial de policía, Jim Malone.
Me quedé pálido del susto, tragué saliva y fue a coger del hombro a Mae.
-Es un placer tenerle en casa, Malone …-dije, impresionado y a la vez, y aunque odie admitirlo, asustado.
-¿Por qué no se quedan a cenar con nosotros? Tenemos comida de sobra, aunque la familia de Al es muy grande, creo que habrá sitio de sobra para todos en el comedor …
-Mae …-murmuré sonriendo entre dientes- A lo mejor ellos ya tienen sus planes hechos …
-Oh, para nada … No teníamos con quien celebrarlo … Los padres de Malone viven en Irlanda y mi familia está Kentucky, así que … Sería divertido poder celebrarlo con una familia tan numerosa …
-Siempre y cuando no molestemos …-dijo secamente Malone, con fuerte acento irlandés. Seguro que el muy cabrito aún se acordaría de mi cara.
-Para nada, la gente siempre es bienvenida en esta casa … Dejénme que les coja sus abrigos y vayan acomodándose en el salón, mientras esperamos las siguientes visitas …
Tras cogerles sus abrigos, Ada, con Sonny aún en los brazos, el cual parecía bastante agusto con ella, y el poli se metieron al salón. Mae abrió el armario del recibidor para meter los abrigos y entonces allí, la cogí del brazo.
-¡¿Tú estás loca o qué?! ¡¿No sabes que ese tipo es poli?!- no podía despegar mis dientes, los unos de los otros de la rabia que me invadía por dentro.
-¡Suéltame, Al! Tengamos la fiesta en paz … Además, fue tu amiguita la que se atrevió a venir a esta casa … La muy guarra, se cree esa que yo soy tonta …
-Mae, por favor, no aproveches estas ocasiones para dejar mal a la gente …
-Lo que me hace gracia es, siendo tu amante, se presente con un policía de la mano, diciendo que es su novio … Quizás, ella no sea la zorra de nadie, sino, tal vez, al revés …-cerró la puerta y me miró con una sonrisa de malicia- ¿No te resulta cómico la situación?
Colosimo's Cafe: Al Capone
Al salir por la puerta y ponerme el abrigo, Mae me miró desde la puerta de la cocina con los brazos cruzados.
-Vendrás a cenar …¿cierto?
-Mae, es una tradición familiar … ¿Cómo iba a faltar?
-Porque dudo de tu concepto de algo familiar …
Me acerqué a ella y la besé dulcemente en lo labios, a lo que ella respondió con un gesto de confusión en el rostro, mirándome con ojos inquietos. La acaricié una mejilla y salí por la puerta, directo a coger el coche.
Llegué a la entrada del café, donde me esperaba aquel chico flacucho y desgarbado, temblando de frío. Me acerqué a él con las gafas puestas y le tomé de los hombros.
-Viniste … Sabía elección …-dije, apretándole los carrillos.
Le cogí y entramos juntos al café, donde también se encontraba Francesco, que ya había reservado mesa. Dejamos las ropas de abrigo en la recepción y fuimos directos a la mesa, donde el camerero se dirigió con rapidez para ofrecernos unos cafés calientes, lo cual agradecí haciendo que frío que hacía allá fuera. Empezó a nevar.
Pegamos en primer sorbo en silencio. Luego, Fran y yo nos miramos el uno al otro y después dirigimos nuestras miradas al chico, el cual miraba con tímidamente a la taza de café. Me aclaré la garganta para captar su atención y me miró con aquellos ojos saltones. Le sonreí y le di unas palmaditas en el hombro.
-Bien, muchacho … Mi amigo y yo nos alegramos que estés aquí con nosotros … Y tenemos un trabajito para ti … ¿verdad, Cesco? …¡Oh! Permíteme antes presentarte, él es mi amigo y socio, Francesco Cacciatore … A partir de este momento, tú ahora estás a nuestro servicio.
Nos miró confuso, abriendo aún más sus enormes ojos. Le volví a dar palamadas en la espalda para tranquilizar aquella inquietud y medio que tenía metido en el cuerpo que comenzaba a ponerme nervioso.
-Tranquilo, Benny …¿Te puedo llamar así? Verás, necesitamos inmediatamente tu ayuda, un trabajito de nada, todo ya está preparado, nada más tienes que hacer lo que te digamos y serás libre después cual pajarillo …
-Hoy no, por favor, se lo pido … Es Acción de Gracias y debo estar con mi familia …-apretó los puños como los ojos al mismo tiempo, intentando contener algo que quería sacar afuera pero que no podía.
-Mira, será sencillo, rápido y sin mayor esfuerzo … Solo te necesitamos, nada más, eres el más adecuado para la misión.
-Ya bastante tuve con callarme ciertas cosas -dijo mirándonos con rabia.
-¿Lo de tu amigo? Eso le pasa por tocar a la puta que no debía … Aunque da gracias que el palurdo prometido de tu querida no tenga los mismo cojones que yo porque, de lo contrario, estarías criando malvas junto a tu amiguito …-dije con los dientes apretados y agarrándole bien fuerte por detrás del cuello, señalándole cada palabra con el dedo índice completamente tieso.
-Mira chico, no te buscamos ninguna desgracia …-interrumpió Fran, en plan pacifista- Solo necesitamos de ti … Hiciste una promesa a Al, y ya verás como en el futuro tendrás tu recompensa … A la larga, agradecerás que te brindemos esta oportunidad.
Nos miró con los ojos brillantes, calmándose más que pensando nuestras palabras … Solo era un crío, pero había que enseñares enseguida desde bien chicos, sino luego te salen torcidos y no hay quien los vuelva a enderezar.
-Solo quiero que me prometan algo … Nada de hacerle algo en caso de que las cosas no salgan como lo previsto a Olympia … Eso va por ti, Al …
-Mira, chico … A mí hay tres cosas básicas que nadie me puede hacer; uno, desafiarme; dos, desconfiar de mi palabra; y tres, hacerme prometer algo por puro sentimentalismo barato de lo que después puedo sacar partido … Lo siento muchacho, pero eso es una motivación extra para ti … Sino, ¿cómo crees que salió adelante el crimen organizado? Solo los más cerebrales y valientes salen adelante en este país hipócrita en el que vivimos … Recuerda eso hijo …
Tragó saliva y miró a la nada con los ojos brillantes. Le dí un meneo para que se quitase esa porquería emocional de la cabeza.
-Eh, muchacho, nada de llorar … Los hombres de verdad no se derrumban por nada y menos por un mero polvo de adolescente.
miércoles, 18 de febrero de 2009
The "Nookie Rooker" Building: Al Capone
Así que, allí yacíamos, tumbados sobre la cama, desnudos, apenas tapados por las sábanas, pasándonos el cigarro a cada rato … En aquella sucia habitación, como en los viejos tiempos, como cuando empezaba con mis correrías de joven …
-¿Qué anduviste haciendo por ahí arriba?-dijo Ada, mientras la acariaba la cabecita.
-Eso no es asunto tuyo … Mejor cuanto más alejada estés de mi rollos … No quiero meterte en más líos, princesa …-la besé en la frente.
Se quedó callada y pegó la calada al cigarrillo, dejando caer la ceniza al suelo. Me miró con ojillos brillantes y no pude evitar besarla.
-Al, a veces me das miedo … No solo por lo que eres capaz de hacer, sino también por lo que pueda ocurrirte …
-A mí nunca me pasará nada mientras no pierda la cabeza … Y para ello queda largo tiempo …
Volvió a posar su cabeza sobre mi pecho y me dediqué a observar como sus negros y cortos cabellos se distribuían encima de mi piel. Me puse la almohada detrás de la cabeza y me incorporé un poco en la cama. Ahora si que notaba el frío, así que alcancé la sábana y nos tapamos un poco.
-Tu cuerpo está aún caliente …-murmuró Ada, medio dormida sobre mi pecho. Di un largo suspiro.
-Sí, pero hace frío y no me gusta … Oye, Ada, necesito pedirte un favor …
-¿Cuál?- dijo levantándose y apoyándose sobre su brazos, motrándome sus pechos colgando ligeramente.
-¿Tú no tenías una amiga que trabajaba en el museo?
-Sí, claro, Evelyn McArthur … Es una arqueóloga especializada en la cultura egipcia … Y es hermosa también …-dijo arquenado las cejas con picardía.
-No, no …-dije riéndome al mismo tiempo- No creas que tengo ese tipo de intenciones con ella … Seguro que me daría una patada en los cojones antes que caer en mis redes …
-¿Entonces?-dijo seria.
-Es por negocios … Necesito hablar con el curador del museo … Asuntos de negocios, no más …
-¿Negocios en un museo?-soltó una escandalosa carcajada- Debes estar delirando mi amor …-me acarició el pelo.
-Si los negocios están hasta en el sexo… ¿Cómo no van a estarlo en el mundo del conocimiento? Hay que verle las multiples caras que tienen las cosas antes de juzgarlas con tanta facilidad … Querida, ya verás como en esta vida, todo es útil, hasta los más insignificante …
Cogí otro cigarrillo y me lo encendí, echándole todo el humo en la boca. Ella salió de entre el humo y me beso los labios, tomándose su tiempo y después, me miró fijamente con aquellos ojos oscuros.
-Díme, y ¿qué pinto yo en esto?
-Quiero que hables con ella y le pidas una cita con el curador … No le digas quién solo … Miéntela lo mejor que puedas …
-¿Acaso eres más peligroso de lo que pensaba?-dijo acercándose a mí y poniéndose encima mía, besándome en el cuello.
-Por supuesto …-me ablancé sobre ella y rodamos por la cama, golpeándonos sin importar el cómo, con cualquier cosa que se nos pusiera delante.
Despues de hacerla el amor con intensidad por tercera vez aquella noche, me levanté de la cama y me puse el traje de nuevo. Ella se despertó y medio aún dormida me preguntó desde la cama:
-¿Ya te vas? ¿Ya es tan tarde?
-No, cariño, no me voy … Voy a bajar abajo a hacer una conferencia … No querrás que baje desnudo, ¿no?
-Con ese cuerpo podrías causar envidias … Y levantar pasiones … Mejor ve tapdito-me guiñó un ojo que ya estaba de por sí entrecerrado. La besé en la nariz y salíabajo.
Le lancé unos billetes al chico que estaba de guardia en la recepción y tomé el teléfono. Le ofrecí un cigarro, el cuál me aceptó con timidez.
-Ve un rato afuera muchacho … Yo te vigilo esto mientras hago la llamada …
El chico se marchó y no opuso resistencia. Era ya hora de sacarme el as que tenía bajo la manga. Aquel muchacho irlandés me debía un favor y era el momento de empezar a llevarlo a cabo …
-¿Qué anduviste haciendo por ahí arriba?-dijo Ada, mientras la acariaba la cabecita.
-Eso no es asunto tuyo … Mejor cuanto más alejada estés de mi rollos … No quiero meterte en más líos, princesa …-la besé en la frente.
Se quedó callada y pegó la calada al cigarrillo, dejando caer la ceniza al suelo. Me miró con ojillos brillantes y no pude evitar besarla.
-Al, a veces me das miedo … No solo por lo que eres capaz de hacer, sino también por lo que pueda ocurrirte …
-A mí nunca me pasará nada mientras no pierda la cabeza … Y para ello queda largo tiempo …
Volvió a posar su cabeza sobre mi pecho y me dediqué a observar como sus negros y cortos cabellos se distribuían encima de mi piel. Me puse la almohada detrás de la cabeza y me incorporé un poco en la cama. Ahora si que notaba el frío, así que alcancé la sábana y nos tapamos un poco.
-Tu cuerpo está aún caliente …-murmuró Ada, medio dormida sobre mi pecho. Di un largo suspiro.
-Sí, pero hace frío y no me gusta … Oye, Ada, necesito pedirte un favor …
-¿Cuál?- dijo levantándose y apoyándose sobre su brazos, motrándome sus pechos colgando ligeramente.
-¿Tú no tenías una amiga que trabajaba en el museo?
-Sí, claro, Evelyn McArthur … Es una arqueóloga especializada en la cultura egipcia … Y es hermosa también …-dijo arquenado las cejas con picardía.
-No, no …-dije riéndome al mismo tiempo- No creas que tengo ese tipo de intenciones con ella … Seguro que me daría una patada en los cojones antes que caer en mis redes …
-¿Entonces?-dijo seria.
-Es por negocios … Necesito hablar con el curador del museo … Asuntos de negocios, no más …
-¿Negocios en un museo?-soltó una escandalosa carcajada- Debes estar delirando mi amor …-me acarició el pelo.
-Si los negocios están hasta en el sexo… ¿Cómo no van a estarlo en el mundo del conocimiento? Hay que verle las multiples caras que tienen las cosas antes de juzgarlas con tanta facilidad … Querida, ya verás como en esta vida, todo es útil, hasta los más insignificante …
Cogí otro cigarrillo y me lo encendí, echándole todo el humo en la boca. Ella salió de entre el humo y me beso los labios, tomándose su tiempo y después, me miró fijamente con aquellos ojos oscuros.
-Díme, y ¿qué pinto yo en esto?
-Quiero que hables con ella y le pidas una cita con el curador … No le digas quién solo … Miéntela lo mejor que puedas …
-¿Acaso eres más peligroso de lo que pensaba?-dijo acercándose a mí y poniéndose encima mía, besándome en el cuello.
-Por supuesto …-me ablancé sobre ella y rodamos por la cama, golpeándonos sin importar el cómo, con cualquier cosa que se nos pusiera delante.
Despues de hacerla el amor con intensidad por tercera vez aquella noche, me levanté de la cama y me puse el traje de nuevo. Ella se despertó y medio aún dormida me preguntó desde la cama:
-¿Ya te vas? ¿Ya es tan tarde?
-No, cariño, no me voy … Voy a bajar abajo a hacer una conferencia … No querrás que baje desnudo, ¿no?
-Con ese cuerpo podrías causar envidias … Y levantar pasiones … Mejor ve tapdito-me guiñó un ojo que ya estaba de por sí entrecerrado. La besé en la nariz y salíabajo.
Le lancé unos billetes al chico que estaba de guardia en la recepción y tomé el teléfono. Le ofrecí un cigarro, el cuál me aceptó con timidez.
-Ve un rato afuera muchacho … Yo te vigilo esto mientras hago la llamada …
El chico se marchó y no opuso resistencia. Era ya hora de sacarme el as que tenía bajo la manga. Aquel muchacho irlandés me debía un favor y era el momento de empezar a llevarlo a cabo …
Cotton Club: Ada Swarty
Después de la actuación en el Cotton, me metí deprisa al vestuario para cambiarme. Estaba tan cansada, que lo único que me apetecía en ese momento era estar en casa de Malone, durmiendo desnuda en sus brazos … Me quité aquel disfraz de pollo verde y lo guardé con cuidado en el perchero portátil, juntos con demás trajes para actuar. Pareció que al gran público le encantó aquella actuación.
Me puse la bata de seda roja y me senté frente al tocador, para kitarme el sombrerito y el maquillaje. Cuando estuve competamente al natural y a punto de coger el delineador, apareció tras de mí la figura de Al. Me quedé completamente en estado de shock.
-¿Qué haces tú aquí? Creí que andabas aún en Canadá … ¿También te echaron de allá?-dije sarcástica, intentando dismular mi nerviosismo.
-No pensaba quedarme enternamente allí … Solo fueron negocios, eso es todo … Además, tengo una deuda pendiente contigo …-dijo, acercándose peligrosamente hacia mí.
-No des un paso más o grito …
-Recuerda que en este lugar tengo influencias … Un gangster como yo no se hace problemas con una puta como tú …
-Tú no eres un gangster, ni siquiera tienes la suficiente elegancia para ello … No eres nada más que un vulgar asesino … ¡Un psicópata que no trae más que problemas!
Me acerqué hacia el espejo y me puse a pintarme la línea. El me observaba desde la distancia, con las manos en los bolsillos, con aquella mirada azul tan penetrante. Me puse un poco de rimmel en las pestañas para darle más volumen y luego me pinté los labios de rojo. Me atusé el pelo y el volvió a dirigirme la palabra de nuevo.
-¿Vas a ver a tu poli semental de nuevo?
-Eso no es asunto tuyo … Dejé de ser tu asunto hace bastante tiempo, búscate otra a la que molestar …- Me levanté e hice amargo de quitarme la bata, pero me contuve y me le quedé mirando un rato, intentando echarle con mis miradas de desagrado- Si no te importa, tengo que desvestirme …
-Como si ya no te hubiese visto desnuda antes …-dijo arqueando las cejas.
Me acerqué a él con violencia y le di un buen bofetón.
-¡Fuera!-dije señalándole con el dedo la salida del camerino.
Me contestó con otra bofetada y caí al suelo fulminada, con la mano en la boca, de la que salía un poco de sangre.
-¡Salvaje!¡Fuera! ¡FUERA!-dije desde el suelo, intentando reincorporarme.
Él solo me miraba con gesto divertido en el rostro, pero de los ojos le salían claramente chispas de odio y frustración. Me dirigí de nuevo al tocador y me quedé apoya, con la cabeza baja, a punto de llorar. Levanté con la cabeza con orgullo y pude ver como se acercaba rápidamente y me tomaba por detrás, sin darme si quiera la vuelta. Me deshizo el nudo de la bata y dejó que se me cayera por los hombros, mientras me besaba por el cuello, mejor dicho, me mordía con brusquedad …
No opuse resistencia, la rabia me invadía por fuera, estaba completamente rígida y no mostraba emoción alguna, pero por dentro deseaba que me pentrase y me hiciese suya a la fuerza … Esa extraña mezcla de pasión y violencia …
Me levantó la bata por detrás y sentí como restregaba su miembro duro y húmedo por mis nalgas, mientras me mordía el lóbulo de la oreja y me masajeaba los pechos. Yo me resistía como podía, estaba tan excitada … Me repugnaba que aquel individuo stuviera ahí, detrás mía, tratándome como una fulana, pero a la vez … Ver lo hermoso que era, la violencia con que me trataba … Me hacían volverme loca, debatiéndome entre la línea de la codura y la locura.
Con su mano, dirigió su miembro hasta por debajo de mis nalgas y allí me penetró poco a poco, mientras mis piernas se entreabrieron ligeramente para facilitarle el paso. Allí estaba yo, abierta de piernas, apoyada sobre el tocador, dejándome que Al me diera violentas estocadas mientras se agarraba con una mano en mi pelo y con la otra en mi cadera.
Me miraba cada gesto de la cara a través del espejo y puede jurar que los veía arder en llamas, como si se tratase del mismisimo diablo. Me volteó violento y de un manotazo lanzó todos los cosméticos fuera, haciéndome sentar sobre el tocador. Me abrió las piernas y volvió otra vez a darme, una y otra vez …
No pude aguantar más y le arranqué la camisa y le acaricié el torso, apretando los dientes, relamiéndome de placer. Le agarré del trasero, duro del esfuerzo de la pentración y le apreté más contra mí, para poder notarle más a fondo.
Me pentraba con golpes secos, chocando su pelvis contra mi zona baja, lentamente, haciéndome notar todo su explendor en mi interior. Nuestras respiraciones estaban sincronizada, jadeabamos, nos mirábamos con odio y amor al mismo tiempo, disfrutando de aquel inmoral espectáculo … Hasta que él tembló y noté palpitar su miembro dentro, mientras él agachaba la cabeza, cerrando los ojos, entrecortado del orgasmo su respiración …
Yo le acaricié el pecho excita, mirando las gotas de sudor que resbalaban por su frente y se precipitaban desde la punta de perfectamente recta nariz. Le levanté el mentón y nos miramos con los ojos brillantes.
-Vayámonos … Conozco un sitio donde podremos amarnos hasta el amanecer sin levantar escándalo …-le dije, besándole dulcemente los labios.
Me puse la bata de seda roja y me senté frente al tocador, para kitarme el sombrerito y el maquillaje. Cuando estuve competamente al natural y a punto de coger el delineador, apareció tras de mí la figura de Al. Me quedé completamente en estado de shock.
-¿Qué haces tú aquí? Creí que andabas aún en Canadá … ¿También te echaron de allá?-dije sarcástica, intentando dismular mi nerviosismo.
-No pensaba quedarme enternamente allí … Solo fueron negocios, eso es todo … Además, tengo una deuda pendiente contigo …-dijo, acercándose peligrosamente hacia mí.
-No des un paso más o grito …
-Recuerda que en este lugar tengo influencias … Un gangster como yo no se hace problemas con una puta como tú …
-Tú no eres un gangster, ni siquiera tienes la suficiente elegancia para ello … No eres nada más que un vulgar asesino … ¡Un psicópata que no trae más que problemas!
Me acerqué hacia el espejo y me puse a pintarme la línea. El me observaba desde la distancia, con las manos en los bolsillos, con aquella mirada azul tan penetrante. Me puse un poco de rimmel en las pestañas para darle más volumen y luego me pinté los labios de rojo. Me atusé el pelo y el volvió a dirigirme la palabra de nuevo.
-¿Vas a ver a tu poli semental de nuevo?
-Eso no es asunto tuyo … Dejé de ser tu asunto hace bastante tiempo, búscate otra a la que molestar …- Me levanté e hice amargo de quitarme la bata, pero me contuve y me le quedé mirando un rato, intentando echarle con mis miradas de desagrado- Si no te importa, tengo que desvestirme …
-Como si ya no te hubiese visto desnuda antes …-dijo arqueando las cejas.
Me acerqué a él con violencia y le di un buen bofetón.
-¡Fuera!-dije señalándole con el dedo la salida del camerino.
Me contestó con otra bofetada y caí al suelo fulminada, con la mano en la boca, de la que salía un poco de sangre.
-¡Salvaje!¡Fuera! ¡FUERA!-dije desde el suelo, intentando reincorporarme.
Él solo me miraba con gesto divertido en el rostro, pero de los ojos le salían claramente chispas de odio y frustración. Me dirigí de nuevo al tocador y me quedé apoya, con la cabeza baja, a punto de llorar. Levanté con la cabeza con orgullo y pude ver como se acercaba rápidamente y me tomaba por detrás, sin darme si quiera la vuelta. Me deshizo el nudo de la bata y dejó que se me cayera por los hombros, mientras me besaba por el cuello, mejor dicho, me mordía con brusquedad …
No opuse resistencia, la rabia me invadía por fuera, estaba completamente rígida y no mostraba emoción alguna, pero por dentro deseaba que me pentrase y me hiciese suya a la fuerza … Esa extraña mezcla de pasión y violencia …
Me levantó la bata por detrás y sentí como restregaba su miembro duro y húmedo por mis nalgas, mientras me mordía el lóbulo de la oreja y me masajeaba los pechos. Yo me resistía como podía, estaba tan excitada … Me repugnaba que aquel individuo stuviera ahí, detrás mía, tratándome como una fulana, pero a la vez … Ver lo hermoso que era, la violencia con que me trataba … Me hacían volverme loca, debatiéndome entre la línea de la codura y la locura.
Con su mano, dirigió su miembro hasta por debajo de mis nalgas y allí me penetró poco a poco, mientras mis piernas se entreabrieron ligeramente para facilitarle el paso. Allí estaba yo, abierta de piernas, apoyada sobre el tocador, dejándome que Al me diera violentas estocadas mientras se agarraba con una mano en mi pelo y con la otra en mi cadera.
Me miraba cada gesto de la cara a través del espejo y puede jurar que los veía arder en llamas, como si se tratase del mismisimo diablo. Me volteó violento y de un manotazo lanzó todos los cosméticos fuera, haciéndome sentar sobre el tocador. Me abrió las piernas y volvió otra vez a darme, una y otra vez …
No pude aguantar más y le arranqué la camisa y le acaricié el torso, apretando los dientes, relamiéndome de placer. Le agarré del trasero, duro del esfuerzo de la pentración y le apreté más contra mí, para poder notarle más a fondo.
Me pentraba con golpes secos, chocando su pelvis contra mi zona baja, lentamente, haciéndome notar todo su explendor en mi interior. Nuestras respiraciones estaban sincronizada, jadeabamos, nos mirábamos con odio y amor al mismo tiempo, disfrutando de aquel inmoral espectáculo … Hasta que él tembló y noté palpitar su miembro dentro, mientras él agachaba la cabeza, cerrando los ojos, entrecortado del orgasmo su respiración …
Yo le acaricié el pecho excita, mirando las gotas de sudor que resbalaban por su frente y se precipitaban desde la punta de perfectamente recta nariz. Le levanté el mentón y nos miramos con los ojos brillantes.
-Vayámonos … Conozco un sitio donde podremos amarnos hasta el amanecer sin levantar escándalo …-le dije, besándole dulcemente los labios.
Canadá: Al Capone
Cristina me pidió que le acompañase al centro de la ciudad para ir a comprar los regalos de navidad. Acepté, pués lo consideré una buena oportunidad para comprar algo a Mae y a Sonny, como recuerdo de viaje y algún juguete. También me acordé que dentro de poco sería acción de gracias, una estúpida costumbre americana pero que a Mae le traía loca … Ya me estaba agobiando sin siquiera haber yha vuelto al hogar.
Iba muy animada e inocente agarrada de mi brazo, mientras yo iba cargando con algunos regalos. Hacía frío y aunque había dejado de nevar, pero uno podía sentirse congelado con solo posar un pie en la acera. Paramos frente un escaparete, una especie de joyería, justo en el centro de la ciudad, una de las más caras. Cris se pegó como lapa al cristal, mirando como una chiquilla entusiasmada aquellos brillantes diamantes y demás piecras preciosas.
-¡Oh!-dijo, bajando la cabeza triste- Ojalá pudiera probarse si quiera alguna joya de esas …
Se dio la vuelta y la miré con seriedad. Ella me sonrió y se volvió a enganchar de mi brazo.
-¿Por qué me miras tan serio?
-Si quieres, podemos entrar y escoger la quieras … Deja que eso corra de mi cuenta …
-¿Cómo? ¡Estás loco! Es muy caro, no tienes por qué molestarte … Además, bastante me estás aguantando iendo de compras conmigo …
-No, en serio … Quiero hacerte un regalo … Vamos entra, escoje la que quieras y no pienses en el precio …-dije, empujándola hacia la puerta de entrada.
Ella parecía resistirse a causa de la timidez. Pero la agarré con delicadeza de la cintura y la llevé con suavidaz hacia dentro. Temblaba la pobre de arribabajo. Entramos, mientras el agradable y cálido ambiente del interior nos hacía olvidar sobre el frío que hacía afuera. Enseguida nos atendieron.
Estuvimos un buen rato a Cris se decidiera, en parte porque había tanta variedad y ella estaba tan cortada que al final tuve que intervenir un poco molesto, disimulando un poco, eso sí. AL final, le compré un conjunto de pendientes y una pulsera de oro blanco. No quería llevarlo puesto y se abrazaba completament ilusionada a la bolsa donde estaba las dos cajas.
-De verdad Al, muchas gracias, nunca nadie había hecho esto por mí … Me da rabia no poder recompensarte de la misma manera …
-Tranquila, el dinero no lo es todo …-mentí.
Sus preciosos ojos miel me miraron brillantes, al borde de derramar unas cuantas lágrimas debido a la emoción. La acerqué hacia mí y la di un cálido abrazo, acariciando la espalada tapada por el abrigo de piel. Noté como su cabecita se acurrucaba en mi pecho. En esos momentos, una bestia me invadió por dentro, pero me contuve. Era solo un niña, no podía hacerla eso …
Caminamos abrazados, como si fuéramos novios hacia la casa. En la entrada justo, nos miramos el uno al otro y ella se puse de puntillas, agarrándose fuertemente a mis hombros.
-Eres tan hermoso y bueno …-me dijo, con los labios húmedos- Con esos ojos, tan azules y preciosos … Con esas pestañas tan oscuras …
A penas la escuchaba y a penas ella decía algo. Nos mirábamos hipnotizados a los ojos, hasta que nuestras bocas se atrayeron como dos imanes. La agarré fuerte de la cintura, la acerqué más contra mí. Era tan pequeña … Como Ada. Me separé bruscamente de ella, sintiéndome un miserable.
-No, esto no está bien, Cris …-dije completamente avergonzado.
-¿Por qué?- me acariciaba dulce el rostro con sus dedos enguantados.
-Estoy casado y tú eres demasiado joven … No quiero hacerte daño …
-Pero si eres un cielo …¿Cómo podrías hacerme algo a mí?
Me quedé mirando al suelo, pensando. No debía haberla regalado nada. Se estaba creando falsas ilusiones entorno a un miserable como yo … No, ella no, no se merecía todo esto.
-Mañana volveré a New York … Es mejor que te vayas haciendo la idea de que nunca volverás a verme.
La aparté de mí, mostrando indiferencia y entré en la casa. Ella se quedó un momento, mirándome desde el umbral de la puerta, a punto de llorar. La ignoré y dejé las bolsas en el suelo del recibidor y me quité las ropas de abrigo. Entró y subió a toda velocidad las ecaleras.
Subí a mi cuarto y me tumbé bocarriba en la cama. Estaba agotado, quería ya volver a casa, a la tranquilidad del hogar … En una buena temporada me quitaría de golfería, por mi salud mental más que nada … Me quedé dormido.
Al despertar, lo único que vi fue el rostro de Cristina. Me levanté aturdido y la miré preguntándola que qué hacía, que si no le había dejado las cosas bastante claras antes.
-Por lo menos … Déjame despedirme de ti …-dijo, acariciando mi pecho y acercándo su rostro al mío.
-No espera …-pero mis palabras se las comió su boca.
Se me abalanzó como una fiera encima mía, agarrándome fuertemente de las ropas, mientras yo intentaba deshacerme de ella. Pero la resistencia que puse no duró mucho tiempo. La cogí y la lancé contra la cama, pegando mi cuerpo encima mía y descubriendo con las manos sus tiernas e infantiles formas.
Fui dulce, conteniendo mi pasión desenfrenada, no quería hacerla daño … Solo quería que tuviese un buen recuerdo de todo aquello. Bajé mi mano suavemente y le acaricié los muslos, metiéndo disimuladamente mi mano entre ellos, con cuidado de que no se asustara, pero enseguida se le saltó la alarma.
-No …-murmuró.
-Tranquila … Solo quiero que dsifrutes …-la dije para tranquilizarla y mordiéndola el labio inferior.
Su respiración era agitada y hacía que su pecho chocase alocadamente con el mío. Aquello me excitaba y, aunque juntó las piernas, pude hacerme hueco entre su blanda carne … La acaricié el sexo, delicadamente, antes de poder masturbarla. Bajé mi boca hasta su cuello, sabía que eso volvía loca a las mujeres. Nos separamos un momento y nos miramos fijamente a los ojos …
-Hazme tuya …-me dijo, mirándome a los ojos con un millón de luces que no puede descifrar.
La inroduje un dedo … Después dos … Sus ojos se entrecerraban, pero aún seguían abiertos. Nuestros labios se rozaban, nuestras salibas se entremezclaban … Podía notar perfectamente el latir alborotado contra mi piel, quemándome a cada latido … Me introduje en ella … Noté como las paredes de su vagina se cerraban a mi paso. Estaba un poco seco, así con unos dedos, la masajeé el clítoris para que se relajase.
Sus ojos se cerraron, apretándose en ellos mismos … Yo la besaba, la acariciaba los cabellos para que se calmase … Me miraba con lágrimas en los ojos … Era tan enternecedor … Sabía que aunque me moviese lento la seguiría doliendo, pero también era hombre y el sentir aquello tan justo allí abajo, me excitaba …
Iba muy animada e inocente agarrada de mi brazo, mientras yo iba cargando con algunos regalos. Hacía frío y aunque había dejado de nevar, pero uno podía sentirse congelado con solo posar un pie en la acera. Paramos frente un escaparete, una especie de joyería, justo en el centro de la ciudad, una de las más caras. Cris se pegó como lapa al cristal, mirando como una chiquilla entusiasmada aquellos brillantes diamantes y demás piecras preciosas.
-¡Oh!-dijo, bajando la cabeza triste- Ojalá pudiera probarse si quiera alguna joya de esas …
Se dio la vuelta y la miré con seriedad. Ella me sonrió y se volvió a enganchar de mi brazo.
-¿Por qué me miras tan serio?
-Si quieres, podemos entrar y escoger la quieras … Deja que eso corra de mi cuenta …
-¿Cómo? ¡Estás loco! Es muy caro, no tienes por qué molestarte … Además, bastante me estás aguantando iendo de compras conmigo …
-No, en serio … Quiero hacerte un regalo … Vamos entra, escoje la que quieras y no pienses en el precio …-dije, empujándola hacia la puerta de entrada.
Ella parecía resistirse a causa de la timidez. Pero la agarré con delicadeza de la cintura y la llevé con suavidaz hacia dentro. Temblaba la pobre de arribabajo. Entramos, mientras el agradable y cálido ambiente del interior nos hacía olvidar sobre el frío que hacía afuera. Enseguida nos atendieron.
Estuvimos un buen rato a Cris se decidiera, en parte porque había tanta variedad y ella estaba tan cortada que al final tuve que intervenir un poco molesto, disimulando un poco, eso sí. AL final, le compré un conjunto de pendientes y una pulsera de oro blanco. No quería llevarlo puesto y se abrazaba completament ilusionada a la bolsa donde estaba las dos cajas.
-De verdad Al, muchas gracias, nunca nadie había hecho esto por mí … Me da rabia no poder recompensarte de la misma manera …
-Tranquila, el dinero no lo es todo …-mentí.
Sus preciosos ojos miel me miraron brillantes, al borde de derramar unas cuantas lágrimas debido a la emoción. La acerqué hacia mí y la di un cálido abrazo, acariciando la espalada tapada por el abrigo de piel. Noté como su cabecita se acurrucaba en mi pecho. En esos momentos, una bestia me invadió por dentro, pero me contuve. Era solo un niña, no podía hacerla eso …
Caminamos abrazados, como si fuéramos novios hacia la casa. En la entrada justo, nos miramos el uno al otro y ella se puse de puntillas, agarrándose fuertemente a mis hombros.
-Eres tan hermoso y bueno …-me dijo, con los labios húmedos- Con esos ojos, tan azules y preciosos … Con esas pestañas tan oscuras …
A penas la escuchaba y a penas ella decía algo. Nos mirábamos hipnotizados a los ojos, hasta que nuestras bocas se atrayeron como dos imanes. La agarré fuerte de la cintura, la acerqué más contra mí. Era tan pequeña … Como Ada. Me separé bruscamente de ella, sintiéndome un miserable.
-No, esto no está bien, Cris …-dije completamente avergonzado.
-¿Por qué?- me acariciaba dulce el rostro con sus dedos enguantados.
-Estoy casado y tú eres demasiado joven … No quiero hacerte daño …
-Pero si eres un cielo …¿Cómo podrías hacerme algo a mí?
Me quedé mirando al suelo, pensando. No debía haberla regalado nada. Se estaba creando falsas ilusiones entorno a un miserable como yo … No, ella no, no se merecía todo esto.
-Mañana volveré a New York … Es mejor que te vayas haciendo la idea de que nunca volverás a verme.
La aparté de mí, mostrando indiferencia y entré en la casa. Ella se quedó un momento, mirándome desde el umbral de la puerta, a punto de llorar. La ignoré y dejé las bolsas en el suelo del recibidor y me quité las ropas de abrigo. Entró y subió a toda velocidad las ecaleras.
Subí a mi cuarto y me tumbé bocarriba en la cama. Estaba agotado, quería ya volver a casa, a la tranquilidad del hogar … En una buena temporada me quitaría de golfería, por mi salud mental más que nada … Me quedé dormido.
Al despertar, lo único que vi fue el rostro de Cristina. Me levanté aturdido y la miré preguntándola que qué hacía, que si no le había dejado las cosas bastante claras antes.
-Por lo menos … Déjame despedirme de ti …-dijo, acariciando mi pecho y acercándo su rostro al mío.
-No espera …-pero mis palabras se las comió su boca.
Se me abalanzó como una fiera encima mía, agarrándome fuertemente de las ropas, mientras yo intentaba deshacerme de ella. Pero la resistencia que puse no duró mucho tiempo. La cogí y la lancé contra la cama, pegando mi cuerpo encima mía y descubriendo con las manos sus tiernas e infantiles formas.
Fui dulce, conteniendo mi pasión desenfrenada, no quería hacerla daño … Solo quería que tuviese un buen recuerdo de todo aquello. Bajé mi mano suavemente y le acaricié los muslos, metiéndo disimuladamente mi mano entre ellos, con cuidado de que no se asustara, pero enseguida se le saltó la alarma.
-No …-murmuró.
-Tranquila … Solo quiero que dsifrutes …-la dije para tranquilizarla y mordiéndola el labio inferior.
Su respiración era agitada y hacía que su pecho chocase alocadamente con el mío. Aquello me excitaba y, aunque juntó las piernas, pude hacerme hueco entre su blanda carne … La acaricié el sexo, delicadamente, antes de poder masturbarla. Bajé mi boca hasta su cuello, sabía que eso volvía loca a las mujeres. Nos separamos un momento y nos miramos fijamente a los ojos …
-Hazme tuya …-me dijo, mirándome a los ojos con un millón de luces que no puede descifrar.
La inroduje un dedo … Después dos … Sus ojos se entrecerraban, pero aún seguían abiertos. Nuestros labios se rozaban, nuestras salibas se entremezclaban … Podía notar perfectamente el latir alborotado contra mi piel, quemándome a cada latido … Me introduje en ella … Noté como las paredes de su vagina se cerraban a mi paso. Estaba un poco seco, así con unos dedos, la masajeé el clítoris para que se relajase.
Sus ojos se cerraron, apretándose en ellos mismos … Yo la besaba, la acariciaba los cabellos para que se calmase … Me miraba con lágrimas en los ojos … Era tan enternecedor … Sabía que aunque me moviese lento la seguiría doliendo, pero también era hombre y el sentir aquello tan justo allí abajo, me excitaba …
Memorias de Ada Swarty
Era verano. La brisa cálida acariciaba mi rostro. Los campos se volvía resecos y los granjeros recogían la paja. Las chicharras gemían como nunca. Andaba por la calles aburrida, con unas ramas secas en la mano, jugando a golpear cualquier cosa que sobresaliera del camino.
Entonces los vi, aquellos ojos, brillando a la luz de aquel cegante sol … Me acerqué en principio por curiosidad, luego me quedé por pura atracción magnetica. Él estaba sentado en el porche, leyendo un periódico, con un sombrero de paja puesto, a la sombra. Era de las pocas almas que se dejaban ver aquellas horas de siesta.
Me acerqué a él, con gesto serio … Tendría catorce años. Pero seguía vistiendo de niña, por contradecir a mi madre. Me gustaba provocar. Llevaba una especie de baby que me llegaba poco más por debajo de las nalgas, unas chanclas y mi corte de pelo, con una flor seca detrás de la oreja. Me la quité de la cabeza y la lancé lejos, esperando su reacción.
-¿Por qué te la quitas? Te quedaba muy bonita …-me dijo, levantando levemente la mirada del periódico.
-Porque es rídicula … Ya no me queda bien …
-Es lo que tiene la naturaleza … Que se marchita …
-Como las personas …
-Pero aún eres joven, no pienses en la vejez.
-Tú si que eres viejo.
-Sí, más de lo que desearía …¿Qué haces andando por la calles a estas horas? ¿Con este calor?
-Nada, pasear … Igual que tú lees aquí afuera.
-Adentró hace más calor aún.
-Por eso yo también estoy fuera.
Nos miramos detenidamente. Un viento, leve y casi imperceptible, nos acarició la piel, dando un leve respiro a nuestros poros, que sudaban de calor. Me acerqué más a él. Subí las escalerillas y me senté a su lado. El asiento comenzó a balancearse con suavidad, mientras yo balanceaba mis pies. Él, dejó el periódico en su regazo, aún agarrándolo, y me miró. Yo también le correspondí.
-¿Eres así de confiada con todo el mundo? Se te tiene por muy arisca en todo el pueblo.
-Solo con la gente que califico como interesante … Me gustas, eres mayor y maduro.
-No creas …-rió divertido- lo de mayor es cierto, pero no son tan maduro como persona.
-Eres demasiado humilde, deberías creértelo más.
-Yo no tengo que creerme nada.
Le estaba poniendo a prueba. Le puse una mano en el regazo y él me la apartó enseguida con cierto nerviosismo. Le volví a mirar seria.
-Se que te gusto, no te reprimas … Se lo que es el amor físico.
-Eso no es amr ni tampoco está bien.
-¿Quién es nadie para juzgar?-le tomé la mano y le hice levantarse.
-¿Adonde me llevas?
-Donde nos guién nuestros instintos …
Caminamos buen rato, pegada a él para que no se diese cuenta de mis intenciones y se echase para atrás. Le llevé a un campo de cebada, donde el viento hacia danzar de un lado a otro las ramitas de color dorado, mientras el sol brillaba y nos hacía entrecerrar los ojos molestos.
Me tumbé bocarriba y extendí los brazos, para que hiciera lo mismo que yo, con los ojos cerrados por la intensidad luminosa del sol. Noté su calor junto al mío, allí, al lado mío. Giré la cabeza para toparme de nuevo con sus ojos. Allí nos quedamos mirándonos, fijamente, acariciándonos con la mirada, sintiendo la necesidad de sacar nuestra lujuria fuera.
-No es el momento aún …-dije.
-¿Entonces cuando?
-Cuando me demuestres que te merezco …-le dije, recostándome hacia un lado, y besandole en una barbuda mejilla.
Entonces los vi, aquellos ojos, brillando a la luz de aquel cegante sol … Me acerqué en principio por curiosidad, luego me quedé por pura atracción magnetica. Él estaba sentado en el porche, leyendo un periódico, con un sombrero de paja puesto, a la sombra. Era de las pocas almas que se dejaban ver aquellas horas de siesta.
Me acerqué a él, con gesto serio … Tendría catorce años. Pero seguía vistiendo de niña, por contradecir a mi madre. Me gustaba provocar. Llevaba una especie de baby que me llegaba poco más por debajo de las nalgas, unas chanclas y mi corte de pelo, con una flor seca detrás de la oreja. Me la quité de la cabeza y la lancé lejos, esperando su reacción.
-¿Por qué te la quitas? Te quedaba muy bonita …-me dijo, levantando levemente la mirada del periódico.
-Porque es rídicula … Ya no me queda bien …
-Es lo que tiene la naturaleza … Que se marchita …
-Como las personas …
-Pero aún eres joven, no pienses en la vejez.
-Tú si que eres viejo.
-Sí, más de lo que desearía …¿Qué haces andando por la calles a estas horas? ¿Con este calor?
-Nada, pasear … Igual que tú lees aquí afuera.
-Adentró hace más calor aún.
-Por eso yo también estoy fuera.
Nos miramos detenidamente. Un viento, leve y casi imperceptible, nos acarició la piel, dando un leve respiro a nuestros poros, que sudaban de calor. Me acerqué más a él. Subí las escalerillas y me senté a su lado. El asiento comenzó a balancearse con suavidad, mientras yo balanceaba mis pies. Él, dejó el periódico en su regazo, aún agarrándolo, y me miró. Yo también le correspondí.
-¿Eres así de confiada con todo el mundo? Se te tiene por muy arisca en todo el pueblo.
-Solo con la gente que califico como interesante … Me gustas, eres mayor y maduro.
-No creas …-rió divertido- lo de mayor es cierto, pero no son tan maduro como persona.
-Eres demasiado humilde, deberías creértelo más.
-Yo no tengo que creerme nada.
Le estaba poniendo a prueba. Le puse una mano en el regazo y él me la apartó enseguida con cierto nerviosismo. Le volví a mirar seria.
-Se que te gusto, no te reprimas … Se lo que es el amor físico.
-Eso no es amr ni tampoco está bien.
-¿Quién es nadie para juzgar?-le tomé la mano y le hice levantarse.
-¿Adonde me llevas?
-Donde nos guién nuestros instintos …
Caminamos buen rato, pegada a él para que no se diese cuenta de mis intenciones y se echase para atrás. Le llevé a un campo de cebada, donde el viento hacia danzar de un lado a otro las ramitas de color dorado, mientras el sol brillaba y nos hacía entrecerrar los ojos molestos.
Me tumbé bocarriba y extendí los brazos, para que hiciera lo mismo que yo, con los ojos cerrados por la intensidad luminosa del sol. Noté su calor junto al mío, allí, al lado mío. Giré la cabeza para toparme de nuevo con sus ojos. Allí nos quedamos mirándonos, fijamente, acariciándonos con la mirada, sintiendo la necesidad de sacar nuestra lujuria fuera.
-No es el momento aún …-dije.
-¿Entonces cuando?
-Cuando me demuestres que te merezco …-le dije, recostándome hacia un lado, y besandole en una barbuda mejilla.
Memorias de Ada Swarty
Siempre he sido una gran admiradora del escándalo, eso lo tengo muy claro. Y desde bien pequeñita destaqué en ello.
Tendría unos nueve años, en mi casa se estaban haciendo una serie de obras, sobretodo a lo que se refiere a la pintura de paredes y demases. La biblioteca sufrió un terrible percance que ya se veía venir hace tiempo; el techo se derrumbó completamente debido a una fuerte tormenta que ocurrió hace semanas. La casa ya estaba vieja y mis padres tuvieron que resignarse a reformarla, teniendo en cuenta el terrible coste que le iba a acarrear.
Aquella tarde, salí de mi cuarto como siempre hacía para mirar a los obreros, pintores, carpinteros, etc … Yendo de un lado hacia otro, mientras yo les observaba cada movimiento, cada gesto, cada palabra, cada gruñido … Absolutamente todo mientras mi mirada penetrante les incomodaba, pero aún así, nunca me dijeron nada. Allí me quedaba, de pie, siguiendo sus movimientos y sonidos girando la cabeza, mientras merendaba, tomaba un helado o una piruleta.
Aquella tarde, debo reconocer que hacía bastante calor, las ventanas abiertas de par en par trasladaba el agrio aroma de la pintura de las paredes, que se introducía en las fosas nasales dejándote un sabor amargo en la boca y cierto picor en la garganta. Pero, a pesar del olor nauseabundo, yo continuaba allí, lamiendo mi pirueta que me dejaba la lengua completamente roja. En aquel momento, solo se encontraba uno de los pintores, dando unos últimos retoques.
Allí estaba yo, pequeña e insignificante, con un aire de inocencia rodeándome pero con un mirada perversa en los ojos. El hombre se estaba poniendo nervioso, y me lanzaba miradas como si fueran fuego para ahuyentarme, pero yo permanecía allí estática, firme como una cariátide imperturbable.
Bajó de la escalera en la que estaba subido, con la brocha gorda en la mano, chorreando de pintura blanca sobre la sabana blanca que cubría el suelo. Mis ojos se entrecerraron, pues aquel hombre me miraba con actitud desafiante.
Dejé que mis labios abarcaran un poco de la pirueta en la parte superior y succioné un poco el sabor de fresa, el caramelo humedecido por la saliva de mi labios. Él se encaminó hacia mí y se quedó justo enfrente mía.
Podía ver su enorme barriga tapándome cualquier punto de visión y su olor de sudor me invadió las fosas nasales, y con cierto gesto de asco, moviendo las aletillas de la nariz, subí mi cabeza, clavándole la viste desde mi diminuta altura, con el ceño fruncido y torciendo la boca en señal de desagrado.
-Eres una niña mala y maleducada, ¿no te han dicho nunca tus papis que no debes desafiar a un adulto?- me dijo con su voz de gordo sofocado.
No le contesté. Simplemente, le seguí contemplando odiosamente, deseando que se alejara para no tener que seguir aspirando aquel terrible olor a masculinidad. Su sonrisa se volvió maléfica. Me agarró del brazo con brusquedad y me arrastró hasta la cocina, uno de los pocos lugares de la casa intactos por el devastador terremoto de la remodelación.
Me levantó de un salto del suelo y me colocó encima de la mesa, bocabajo, levantándome las faldas de mi vestido. Apreté los ojos fuertemente y me tapé los ojos. Recibí una buena azotaina, los golpes secos y rasposos de sus manos manchadas de pintura traspasaban la barrera protectora que ofrecía mis braguitas de algodón. Picaba, pero me negué a quejarme y me mordía los labios para reprimir mis gemidos de dolor.
Pero paró. Giré mi cabeza para verle y una expresión perversa cruzó la cara de aquel gordo asqueroso. Me agarró el principio de las braguitas con brusquedad y me las bajó, dejándome el culito al aire. Estaba rojo y me pregunté en ese momento que pretendía con eso de dejar a la vista de sus indiscretos ojos mi culo infantil.
Me volví para mirar hacia delante pero no debí hacerlo. Sorprendida por la brusquedad de la sensación de dolor que me invadió aquellas partes que creía desconocidas de mi anatomía andrógena de niña, abrí los ojos como platos, con las lágrimas vacilando entre la caída y la contención, mi boca en forma de una gran o, reprimiendo una grito ahogado de sorpresa desagradable.
Fueron 5 minutos agónicos que se me hicieron cinco horas eternas cercanas al día entero, apretando los ojos de dolor, me escocía, me provocaba una horrible sensación de náusea que se mezclaba por la repulsión que me producían los ecos de sus jadeos que en cierta manera me parecieron lejos.
Aquel fue el primer corruptor sexual de mi vida. Pero por una parte, no me siento ni avergonzada ni martirizada por aquel acontecimiento. Simplemente, tenía que pasar de alguna manera y de esa manera sucedió …
Tendría unos nueve años, en mi casa se estaban haciendo una serie de obras, sobretodo a lo que se refiere a la pintura de paredes y demases. La biblioteca sufrió un terrible percance que ya se veía venir hace tiempo; el techo se derrumbó completamente debido a una fuerte tormenta que ocurrió hace semanas. La casa ya estaba vieja y mis padres tuvieron que resignarse a reformarla, teniendo en cuenta el terrible coste que le iba a acarrear.
Aquella tarde, salí de mi cuarto como siempre hacía para mirar a los obreros, pintores, carpinteros, etc … Yendo de un lado hacia otro, mientras yo les observaba cada movimiento, cada gesto, cada palabra, cada gruñido … Absolutamente todo mientras mi mirada penetrante les incomodaba, pero aún así, nunca me dijeron nada. Allí me quedaba, de pie, siguiendo sus movimientos y sonidos girando la cabeza, mientras merendaba, tomaba un helado o una piruleta.
Aquella tarde, debo reconocer que hacía bastante calor, las ventanas abiertas de par en par trasladaba el agrio aroma de la pintura de las paredes, que se introducía en las fosas nasales dejándote un sabor amargo en la boca y cierto picor en la garganta. Pero, a pesar del olor nauseabundo, yo continuaba allí, lamiendo mi pirueta que me dejaba la lengua completamente roja. En aquel momento, solo se encontraba uno de los pintores, dando unos últimos retoques.
Allí estaba yo, pequeña e insignificante, con un aire de inocencia rodeándome pero con un mirada perversa en los ojos. El hombre se estaba poniendo nervioso, y me lanzaba miradas como si fueran fuego para ahuyentarme, pero yo permanecía allí estática, firme como una cariátide imperturbable.
Bajó de la escalera en la que estaba subido, con la brocha gorda en la mano, chorreando de pintura blanca sobre la sabana blanca que cubría el suelo. Mis ojos se entrecerraron, pues aquel hombre me miraba con actitud desafiante.
Dejé que mis labios abarcaran un poco de la pirueta en la parte superior y succioné un poco el sabor de fresa, el caramelo humedecido por la saliva de mi labios. Él se encaminó hacia mí y se quedó justo enfrente mía.
Podía ver su enorme barriga tapándome cualquier punto de visión y su olor de sudor me invadió las fosas nasales, y con cierto gesto de asco, moviendo las aletillas de la nariz, subí mi cabeza, clavándole la viste desde mi diminuta altura, con el ceño fruncido y torciendo la boca en señal de desagrado.
-Eres una niña mala y maleducada, ¿no te han dicho nunca tus papis que no debes desafiar a un adulto?- me dijo con su voz de gordo sofocado.
No le contesté. Simplemente, le seguí contemplando odiosamente, deseando que se alejara para no tener que seguir aspirando aquel terrible olor a masculinidad. Su sonrisa se volvió maléfica. Me agarró del brazo con brusquedad y me arrastró hasta la cocina, uno de los pocos lugares de la casa intactos por el devastador terremoto de la remodelación.
Me levantó de un salto del suelo y me colocó encima de la mesa, bocabajo, levantándome las faldas de mi vestido. Apreté los ojos fuertemente y me tapé los ojos. Recibí una buena azotaina, los golpes secos y rasposos de sus manos manchadas de pintura traspasaban la barrera protectora que ofrecía mis braguitas de algodón. Picaba, pero me negué a quejarme y me mordía los labios para reprimir mis gemidos de dolor.
Pero paró. Giré mi cabeza para verle y una expresión perversa cruzó la cara de aquel gordo asqueroso. Me agarró el principio de las braguitas con brusquedad y me las bajó, dejándome el culito al aire. Estaba rojo y me pregunté en ese momento que pretendía con eso de dejar a la vista de sus indiscretos ojos mi culo infantil.
Me volví para mirar hacia delante pero no debí hacerlo. Sorprendida por la brusquedad de la sensación de dolor que me invadió aquellas partes que creía desconocidas de mi anatomía andrógena de niña, abrí los ojos como platos, con las lágrimas vacilando entre la caída y la contención, mi boca en forma de una gran o, reprimiendo una grito ahogado de sorpresa desagradable.
Fueron 5 minutos agónicos que se me hicieron cinco horas eternas cercanas al día entero, apretando los ojos de dolor, me escocía, me provocaba una horrible sensación de náusea que se mezclaba por la repulsión que me producían los ecos de sus jadeos que en cierta manera me parecieron lejos.
Aquel fue el primer corruptor sexual de mi vida. Pero por una parte, no me siento ni avergonzada ni martirizada por aquel acontecimiento. Simplemente, tenía que pasar de alguna manera y de esa manera sucedió …
Manhattan Hostel: Ada Swarty
Decidí marcharme de la fiesta … La sola presencia de Jeff me amargó por completa el resto de la velada … Temía el volver a topármelo, y aunque la noche con Gerald fue fantastica, mies amigas estaban demasiado entretenidas con sus liges como para estar haciéndome compañía pudiendo divertirse. Lo mejor era volver ya a casa … Mañana me esperaba un día muy duro …
El sexo con aquel jovenzuelo me dejó completamente agotada … Nunca me imaginé con un chico más pequeño que yo, pero la experiencia fue gratificante y al día siguiente tendría muchas cosas que contarla a Oly, que estaría pasándosela genial en su casa con su chiquillo …
Al meter la llave, me quedé quieta un momento, espectante, notando una presencia detrás mía. El miedo me invadió por completo. Me volteé y lancé un grito ahogado. Otra vez esos ojos … Otra vez él …
-Gran susto me diste, Jeff …-dije molesta - Estarás contento … ¿Por qué me siges?-ahí entonces reaccioné.
-Ada, solo quería hablar contigo en un ambiente más apropiado …
-Las cosas ya quedaron dichas en el pasado, Jeff … No hay vuelta atrás, así que, por favor, déjame tranquila ahora que soy feliz …
-¿Crees acaso que vine a estropearte tu gran sueño?-me agarró del brazo, para ponerme contra la pared; mi respiración se volvió más agitada- Vine porque tus padres están preocupados, Ada …
-¡¿Acaso alguna vez les importé lo más mínimo?! No me vengas ahora tú con excusas baratas …¡Fuera!
-Por favor, Ada, te pido que recapacites … Solo será hablar, y después volveré a desaparecer de tu vida como hice antes …
Le miré con las lágrimas a punto de brotar de mis ojos, vacilando entre acceder a sus peticiones o mandarle a la mierda. Me resigné a bajar y abrir la puerta, dejándole pasar a él antes, con dirigiéndole una mirada de rencor.
Entramos, yo con paso lento, como si los pies me pesaran o me costase entrar a una misma habitación en la que el también estuviese. Él se quedó de pie, echando un vistazo alrededor, esperando a que le invitase a sentarse. Me quité el abrigo y lo lancé contra la silla y las llaves las dejé caer sobre el tocador. Me atusé un poco el pelo de mala manera y le miré, con una mano apoyada en la cadera.
-Dime, a qué viniste …-dije seria, y con ganas de terminar aquello cuanto antes.
Se volvió hacia mí y me miró de arribabajo. Se sentó con suma tranquilidad en el borde, a los pies de la cama y entonces suspiró profundamente. Se quitó el sombrero y me miró con aquellos ojos que … Dios mio, porque sería tan débil a los ojos claros …
-Ada, no está bien lo que haces …
-¡Ja! ¿Viniste desde tan lejos solo para decirme eso? Pudiste bien ahorrarte el billete …-dije irónica, completamente indignada.
-Cuando tus padres me contaron lo que hiciste, no me lo pude creer … Aunque debo de reconocer que me lo esperaba … Te conozco lo suficiente como para saber que eres capaz de estas cosas … Pero también pensé que volverías, pero no lo hiciste … ¿Qué te ha hecho cambiar tanto, Ada?
-La madurez, querido Jeff, y el cansancio de estar rodeada de paletos e ignorantes … Ahora llevo la vida que quiero, sin pensar en los deseos de los demás, solo en los míos propios … Lo mejor es que nadie me juzga por lo que hago …¡Esto es vida!-dije con las manos hacia el cielo- Y no dejaré que nadie estropeé este momento de felicidad ¿me oyes?
Mi dedo amenzanse te quedó parado frente a su rostro, el cual no me dejaba de mirar profundamente a los ojos. Creí que me temblaban las piernas y caí como boba. Él me rescató como principe azul, gesto que me pareció repugnante.
-¿Ves? La vida que llevas no es normal …
-¡Ni siquiera me diste tiempo a emborracharme como es debido!-dije, pegándole una bofetada en la mano, para que dejase de tocarme.
Me ayudó a levantarme y me recostó en la cama. Comencé a lloriquear como tonta, encogiéndome como un bebé sobre mi misma. Él se quitó el abrigo y la chaqueta y se desabrichó un poco la camisa y el nudo de la corbata. Lo noté colocarse detrás mía y me rodeó con sus brazos, pero estaba tan débil animicamente, que me dejé consolar.
-Ya estoy aquí, preciosa …-me susurró al oído, mientras me alisaba el pelo con una mano- Yo estoy aquí … Como en los viejos tiempos … ¿recuerdas?
martes, 10 de febrero de 2009
Gran Bohemian Hotel: Ada Swarty
Allí nos pasamos un buen rato, entre cosquillas y risas, como dos chiquillos. De repente, nos quedamos tumbados de lado, mirándonos a los ojos. Nos acariciamos el rostro. Él me mordió la punta de la nariz.
-¿Cuándo podré volver a verte?-me preguntó.
-Cuando quieras … Espera un momento- me levanté y fui a buscar a mi bolso un trozo de papel y un lápiz. Volví con el trozo de papel y se lo extendí, arrodillándome a los pies de sofá y apoyándome en el asiento.
-¿Sabes que esto es peligroso?-dijo levantándo ambas cejas.
-Mientras no seas muy pesado no me importa … No soy mujer de un solo hombre …-dije, mientras me enrrollaba un mechón en un dedo.
-Eres preciosa … Pero Ben no se fía de ti … Dice que eres peligrosa …
-¿Peligrosa yo? -me puse a reír con una risa nerviosa. De seguras el otro se habría enterado de lo de Al. Por Dios, ese hombre estaría siempre presente, incluso en mis mejores momentos …- Lo único de peligroso que tengo es que dejo marca …
Me levanté con las cejas arqueando y me puse a orcajadas encima de él. Le mordí en el cuello, dejándle una marca morada.
-Mi salvaje vampiresa …-dijo, levantándose y llevándome pegado contra él, para llevarme hasta la cama.
Me cogió por las piernas juntas con un brazo y jugueteó a la entrada de mi intimidad, mientras yo me torcía, con los brazos extendido y con ganas de arrancar las sábanas, de puro placer. Me penetró en tal posición, dándome bien fuerte, mordiéndose el labio inferior, mientras yo notaba la punta de su miembro justo en el vientre.
Noté como su pene se inchó, indicando que estaba a punto de correrse, y como palpitaba dentro mío. Me soltó con delicadeza las piernas y se tumbó al lado mío con rato, apoyándo su cabeza en mi pecho. Así estuvimos un buena rato, mientras le acariciaba el pelo con los dedos.
Le di un toquecito, porque casi se queda dormido y me levanté para ir al baño a limpiar. Era el momento de marchar, no quería que me cogiese demasiado cariño. Volví para tomar mis ropas del suelo, mientras el me miraba embelesado.
-¿Ya no tenemos que separar?-dijo un tono de lástima en la voz.
-Sí, querido, hay que salir también fuera para divertirse de otras maneras …-dije, mientras me sentaba en una silla para colocarme las medias.
-¿Más divertido que el sexo? No hay nada igual …
-Entonces, busca a otra … Hay mucho donde elegir …-le dije levantando las cejas, y dirigiéndole una mirada pícara.
Me sonrió y se levantó el también, para coger sus ropas. Era una lástima, me lo pasé genial con él, pero la fiesta no se acababa ahí y tenía que continuarla. Me cloqué los zapatos tras subirme el vestido y me acerqué a él para que me subiera la cremallera. Lo hizo, mientras me daba vesitos por la espalda. Cogí de mi bolso un poquito de perfume y le di un beso en la boca.
-Saldré antes para que no sospechen … Bastante la hemos liado mentiéndonos acá sin llave ni alquilarla …-dije, riéndome.
-Tranquila, dejaré una buena suma en recepción cuando pase … Eso corre de mi cuenta.
Cogí mis cosas y bajé rauda a la sala de baile cuando por el camino me tropecé con alguien, por culpa de las prisas.
-Oh, disculpe caballero, perdone …-al alzar la vista me topé con aquel par de ojos verdes que me cautivaron en mi adolescencia, surcados por unas arrugas leves a los lados, a modo de patas de gallo.
-¿Ada?-me preguntó con voz ronca y completamente incrédulo.
Asustada, me aparté de él enseguida y continué la marcha a pasos forzados cuando su mano me atrapó un brazo.
-Por favor, Ada, ven … No te haré daño …
-No me hagas esto más difícil, Jeff …-dije apretándo los ojos para evitar mirarle y quedarme de nuevo prendada como boba.
-¿Has estado con algún hombre?-me preguntó, aspirando el perfume a sexo que desprendía, mezclado con el barato que acababa de echarme para disimularlo.
-Eso no es asunto tuyo … Hace mucho que lo nuestro terminó …
Me soltó suavemente y corrí para perderme entre la multitud de gente … ¿Por qué habíha vuelto? ¿Por qué?
Canadá: Al Capone
El ambiente en aquel lugar no distaba demasiado a los otros entornos en los que también me movía. Nos sentamos en un rincón y esperamos la llegada del proveedor. Venía acompañado, era un tipo normal, que parecía contrastar bastante su forma de vestir con nuestros atuendos. Nos miramos confusos y abrumados, chasqueando la garganta para aclararla.
Pedimos unas bebidas y pegamos un sorbo tímidamente, moviéndo los dedos de manera nerviosa y y juntando las manos en señal de iquietud. Nos miramos directamente a los ojos, los unos a los otros y entonces, solté yo la primera piedra.
-Bueno, ¿vamos directos al grano o qué?-dije, golpeando con mucho nerviosismo encima de la mesa los dedos- Entremos al tema …
-Sí, bueno -comenzó con acento italiano muy influido por el inglés- Tú ya sabes a qué me dedico … Lo que no sé que pretendes tú con tus negocios, así que, desenfunda tú, vaquero, primero …
Le sonreí irónicamente por sus triste palabras. Me eché hacia delante de la sillas, con los codos apoyados encima de la mesa, con las manos enlazadas. Le indiqué con un dedo que se acercarse y le susurré.
-Ten cuidado siquiera con lo que piensas …-le dí una cachetada en forma amistosa y le empujé hacia atrás- Pero bueno, te diré que pretendo … Me mandó mi jefe aquí para contactar contigo … Quiere que seas su proveedor oficial en New York … Pero yo te propongo también otro negocio más apetitoso …
-Entonces dime …-dijo el otro sonriendo y frotándose las manos.
-Quiero que me suministres a mí bebidas y yo me encargaré de distribuirlas, no solo en New York, sino también a Chicago, Miami, Las Vegas … Te propongo un marco más amplio … Pero te pido discrección, trabajaran para mí, así que tendrás que contactar conmigo en todo hasta que te diga que puedes levantar la voz …¿Qué opinas? Te pagaré un porcentaje más alto por cada ciudad exportada que el que te ofrece Torrio.
-¡Como no aceptar! Sería un estúpido sino lo hiciese …-me dije, levantándose para ir a abrazarme.
Le correspondí sin mucha ganas pero bueno, todo sea por los negocios, incluida la falsedad. Él mandó al muchacho que le acompañaba a pedir una ronda, a la que nos invitaba, para celebrarlo.
Aquella noche acabamos mal. Entonces, llegamos a casa a arrastras, como si fuésemos aún dos adolescentes, como dos cabezas locas, abrazados y apoyándonos el uno sobre el otro. Entramos dentro, muertos de frío, con la nieve sobre los hombros y las solapa de los sombreros. El contraste entre el frío que llevábamos en el cuerpo y el calor agradable de la casa casi nos deja medio adormilados.
Subimos las escaleras y nos tiramos en nuestras camas, completamente vestidos, sin siquiera quitarnos los abrigos. Los sombreros cayeron y enseguida nos quedamos sopa … La luz de la mañana entró por la ventana, dándonos directamente sobre los ojos. Me pasé la mano por la boca, de lo agusto que había dormido babeé un poco como bobo. Me quité el abrigo y la ropa, que lancé hacia el suelo, aprovechando que Fran andaba dormiendo como bebito en la otra cama.
Me pegué una buena ducha, pero andaba tan dormido, que ni siquiera me percaté que las cortinas de telas se me andaban pegando al culo. Entró alguién más al baño y me puse enseguida en estado de alerta. La vergüenza me inundó por completo, ya que estaba en una casa de extraños. Entreabrí ligeramente las cortinas y entonces vi a una adormilada Cristina mirándose con un careto impresionante al espejo, con todo el pelo revuelto.
-Buenos días, princesa …-le dije con una sonrisa, asomando la cabeza. Sino fuera por la moral, me la cogería para tirármela de lo cachondo que andaba.
Ella pareció asustarse y se tapó los ojos con las manos, echándose hacia atrás aturdida.
-¡Oh! Lo siento de verás … No era mi intención entrar … Creí que no había nadie, y como el otro está ocupado …-dijo a toda velocidad, atragantándose con las palabras de los nervios.
-¿Me podrías pasar una toalla, por favor?- le dije extendiéndole la mano.
-¡Sí, sí! Claro, espera un momento …-rehusaba de mirarme con mucho pudor y rebuscó una toalla en los bajos del mueble del lavabo- Aquí tienes …
Mientras me extendía la toalla, su rostro se giró hacia un lado y sus mejillas comenzaron a sonrrojarse. La cogí la toalla. No podía dejar de sonreír. Abrí las cortinas sin haberme tapado, mientras ella volvió la cara y me miró atónita ahí abajo, con los ojos abiertos de par en par y con el rostro completamente rojo.
Con suma tranquilidad , me rodeé con la toalla a la cintura y salí de la ducha. Con otra toalla que había sobre el lavabo me sequé la cabeza. La otra permanecía inmóbil. La sonreí y guiñé un ojo.
-Gracias-la tomé un brazo, con la toalla de la cabeza colgando del cuello y la besé con un toque en los labios. Casi se me desmaya allí mismo …
Gran Bohemian Hotel: Ada Swarty
Dimos unos cuantos pasos de baile, mirándonos fijamente a los ojos, yo esbozaba una sonrisa pícara, mientras aquellos ojos verdosos se iban entrecerrando, intentando alcanzar su boca con la mía. Dí una repentina vuelta sobre mi misma para evitar e inminente beso, cuando chocó mi espalda con alguna de las otras personas que danzaban por allí despreocupadamente. Me voltée sonriente y me encontré con aquella sonrisa fresca del cantante brasileño.
-¿Me disculpas un momento querido?-le dije, tomándole la mano al brasileño, ante la atónita mirada del muchacho.
-Pero …
-¡Cambio de parejas!-gritó el otro, lanzándole a su compañera.
Nos perdimos entre la multitud a paso alegre, mientras nos reíamos divertidos. Entonces, me puse un poco de puntillas y le susurré algo al oído.
-¿Ves a aquella mina sentada junto a la rubia?- le dije, mientras las echaba a la vez yo también un vistazo.
-Sí …
-Es linda, ¿cierto?
-Como no darse cuenta …
-Creo que está interesada en conocerte … Es una buena amiga mía, así que, sé bueno con ella … Necesita a hombres delicados como usted …
Le guiñé ojo tras lanzarle la indirecta de que fuera galán y el me respondió que había comprendido de la misma manera. Bailamos aún más animosamente hasta que nos volvimos a encontrar con el muchacho y nos intercambiamos la chica y yo a base de un giro acompañado de un lanzamiento, y volvimos así a nuestro estado inicial. Me quedé buen rato riendo sola, mientras el otro parecía mirarme sin entender muy bien del todo a que se debía tanta gracia.
-No te preocupes querido, no pensaba irme con aquel hombre teniéndote aquí al ladito … Tuve que hacer de celestina …-dije indicándole con la cabeza como el brasileño se iba caminando justo a dirección de Gabby y Ginn.
-Entiendo …-entonces, sonrió con malicia y apretó más fuerte con el brazo que rodeaba mi cintura.
Nuestros pechos chocaban agitados, notando las palpitaciones de nuestros pechos. Le sonreí y al ritmo de samba que estaba sonando, moví las caderas en forma de círuclos, chocando especialmente con su intimidad, de manera sensual. Ya había conseguido que Gabby tuviera diversión por aquella noche, ahora me tocaba a mí disfrutar de la noche.
Le rodée el cuello con mis brazos y le acaricié la nuca con la punta de mis dedos. Entonces, él, sensualmente, rozó con sus labios, sin llegar a depositar beso alguno, en la piel de mi cuello, traspasando su aliento por mis poros y haciendo que el vello se me pusiera de punta. Volví a dar una vuelta, quedándome en darle la espalda, mientras restregaba mi trasero por su miembro, mientras, sus manos recorrían las formas de mi cuerpo y yo extendía los brazos hacia el cielo, con dos dedos entrecruzados.
Entonces ya no puede aguantar más cuando noté sus húmerods labios besar mi hombro, me giré, le agarré de la corbata y le arrastré hacia el pasillo para desatar todo mi lujuria contra él, estampándolo con violencia contra la pared. Le deboré con mi boca, mientras él se agarraba de mi cortos cabellos, clavando sus uñas en mi cabeza. Pasé mi mano ansiosa por encima de sus ropas, averiguando las formas de su torso, pecho, piernas … Hasta que hayé su preciado tesoro … Lo palpé, medía con la palma de las manos su exquisita longitud, su abultado grosor, que parecía rebentar dentro del pantalón …
Subimos a tropezones las escaleras arriba, sin dejar separar nuestros labios. Abrimos una puerta forzándola, pues no teníamos llave. Nos metimos de un salto en ella riéndonos como tontos. La cerró de un portazo y cuando se dirigió a mí, aflojándose la corbata. Noté como la tira de mi vestido se deslizaba por el hombro y sus labios bajaban, pesiguiendo el tirante con la lengua mientras con la otra mano contribuía a la caía de la otra. Quedé en bragas y medias y le lancé excitada hacia un sofá que había en medio del cuarto, que parecía una suite.
Se quedó sentado, entonces me tocó el turno a mi de desnudarle, mientras le acariciaba ahí abajo, haciendole rabiar de placer, mientras me mordía el labio inferior, implorándole que le montase cuanto antes. Me lanzaba la cabeza hacia atrás para alcanzar mejor mis pechos, mientras mi sudor se mezclaba con su saliva.
Me arrancó las bragas con alguna dificultad, extasiado por el deseo y entonces me dejé penetrar, observando la cara de placer que ponía mientras notaba mi húmedo interior, como su miembro se iba abriendo paso a paso dentro mía. Me moví poco a poco, mientras el se recostaba en el sofá para observar mejor el espéctaculo. Aquello me excitaba y me hacía sentirme bien, mis caderas se movían más agitadamente, me aferraba al cojín del sofá, donde él apoyaba su cabeza. Me movía, gritaba notando chocar su pene en mi vientre, me gustaba, quería más, y más, y más … Un vicio incontrable, sus dedos se incaban como garras en la carne de mis nalgas, yo le sujetaba la mano para que me apretase fuerte, con la espalda arqueda y la cabeza dejada caer hacia atrás …
-¿Me disculpas un momento querido?-le dije, tomándole la mano al brasileño, ante la atónita mirada del muchacho.
-Pero …
-¡Cambio de parejas!-gritó el otro, lanzándole a su compañera.
Nos perdimos entre la multitud a paso alegre, mientras nos reíamos divertidos. Entonces, me puse un poco de puntillas y le susurré algo al oído.
-¿Ves a aquella mina sentada junto a la rubia?- le dije, mientras las echaba a la vez yo también un vistazo.
-Sí …
-Es linda, ¿cierto?
-Como no darse cuenta …
-Creo que está interesada en conocerte … Es una buena amiga mía, así que, sé bueno con ella … Necesita a hombres delicados como usted …
Le guiñé ojo tras lanzarle la indirecta de que fuera galán y el me respondió que había comprendido de la misma manera. Bailamos aún más animosamente hasta que nos volvimos a encontrar con el muchacho y nos intercambiamos la chica y yo a base de un giro acompañado de un lanzamiento, y volvimos así a nuestro estado inicial. Me quedé buen rato riendo sola, mientras el otro parecía mirarme sin entender muy bien del todo a que se debía tanta gracia.
-No te preocupes querido, no pensaba irme con aquel hombre teniéndote aquí al ladito … Tuve que hacer de celestina …-dije indicándole con la cabeza como el brasileño se iba caminando justo a dirección de Gabby y Ginn.
-Entiendo …-entonces, sonrió con malicia y apretó más fuerte con el brazo que rodeaba mi cintura.
Nuestros pechos chocaban agitados, notando las palpitaciones de nuestros pechos. Le sonreí y al ritmo de samba que estaba sonando, moví las caderas en forma de círuclos, chocando especialmente con su intimidad, de manera sensual. Ya había conseguido que Gabby tuviera diversión por aquella noche, ahora me tocaba a mí disfrutar de la noche.
Le rodée el cuello con mis brazos y le acaricié la nuca con la punta de mis dedos. Entonces, él, sensualmente, rozó con sus labios, sin llegar a depositar beso alguno, en la piel de mi cuello, traspasando su aliento por mis poros y haciendo que el vello se me pusiera de punta. Volví a dar una vuelta, quedándome en darle la espalda, mientras restregaba mi trasero por su miembro, mientras, sus manos recorrían las formas de mi cuerpo y yo extendía los brazos hacia el cielo, con dos dedos entrecruzados.
Entonces ya no puede aguantar más cuando noté sus húmerods labios besar mi hombro, me giré, le agarré de la corbata y le arrastré hacia el pasillo para desatar todo mi lujuria contra él, estampándolo con violencia contra la pared. Le deboré con mi boca, mientras él se agarraba de mi cortos cabellos, clavando sus uñas en mi cabeza. Pasé mi mano ansiosa por encima de sus ropas, averiguando las formas de su torso, pecho, piernas … Hasta que hayé su preciado tesoro … Lo palpé, medía con la palma de las manos su exquisita longitud, su abultado grosor, que parecía rebentar dentro del pantalón …
Subimos a tropezones las escaleras arriba, sin dejar separar nuestros labios. Abrimos una puerta forzándola, pues no teníamos llave. Nos metimos de un salto en ella riéndonos como tontos. La cerró de un portazo y cuando se dirigió a mí, aflojándose la corbata. Noté como la tira de mi vestido se deslizaba por el hombro y sus labios bajaban, pesiguiendo el tirante con la lengua mientras con la otra mano contribuía a la caía de la otra. Quedé en bragas y medias y le lancé excitada hacia un sofá que había en medio del cuarto, que parecía una suite.
Se quedó sentado, entonces me tocó el turno a mi de desnudarle, mientras le acariciaba ahí abajo, haciendole rabiar de placer, mientras me mordía el labio inferior, implorándole que le montase cuanto antes. Me lanzaba la cabeza hacia atrás para alcanzar mejor mis pechos, mientras mi sudor se mezclaba con su saliva.
Me arrancó las bragas con alguna dificultad, extasiado por el deseo y entonces me dejé penetrar, observando la cara de placer que ponía mientras notaba mi húmedo interior, como su miembro se iba abriendo paso a paso dentro mía. Me moví poco a poco, mientras el se recostaba en el sofá para observar mejor el espéctaculo. Aquello me excitaba y me hacía sentirme bien, mis caderas se movían más agitadamente, me aferraba al cojín del sofá, donde él apoyaba su cabeza. Me movía, gritaba notando chocar su pene en mi vientre, me gustaba, quería más, y más, y más … Un vicio incontrable, sus dedos se incaban como garras en la carne de mis nalgas, yo le sujetaba la mano para que me apretase fuerte, con la espalda arqueda y la cabeza dejada caer hacia atrás …
Canadá: Al Capone
Nos alojamos en la casa de los tíos de Francesco, para así evitar las sospechas de la policía, creando la ilusión de que toda aquella farsa simplemente era para una visita familiar. Hacía tanto tiempo que no oía ni hablaba en italiano … Me sentía como si ahora mismo estuviese en Nápoles … Entonces, en la entrada, mientras los familiares nos saludaban, una chiquilla, bastante tímida y bonita, nos miraba a ratos desde el fondo de la entrada, de pie junto a las escaleras … Era castaña, de rasgos finos y ojos miel, con el cabello cayendo en forma de hondas de cascadas hasta los hombros. La sonreía y noté como sus mejillas se tornaban delicadamente rosadas.
Nos hicieron pasar hasta el salón, donde la mesilla axuliar estaba repleta de manjares típicos italianos y había algunos que recordaban la inminente llegada de la navidad. El belén estaba en pleno proceso de contrucción, con us rincón especial en la habitación. La casa era cálida, con chimenea encedida hasta los topes. La tía nos tomó alegremente los abrigos y sombreros mientras los demás hombres de la casa subían las maletas a las habitaciones de arriba. No había ningún criado en la casa y me recordó a mi humilde infancia, donde todo tenía que hacerlo por tu propia mano. En el salón se quedó la tía y la sobrina, esperando a que bajasen los hombres. Nos ofrecieron unos chocolates calientes, que agradecimos gustosamente.
-¡Qué grande estás Cesco! Estás hecho todo un hombre … Una lástima que abandonases la universidad … ¡Podrías haber sido de los primeros de la familia en tener una carrera!-dijo la tía, con una mano posada en la rodilla.
-Son cosas que pasan tía … Mucho racismo diría yo …
-Ya le dije a tu madre que se viniese a Canadá, aquí no tenemos ese tipo de problemas, la gente es más amable y confiada que esos engreídos americanos …
-Bueno, ahora es tarde para cambiar … Nos acostumbramos a las cosas de allí …-dijo sonriendo.
-Pero por lo menos la vida en los EEUU es más divertida que aquí …-dijo molesta la prima de Fran.
La miré con una mirada pícara y ella sonrió, pero volviendo a sonrojarse de nuevo. Era tan inocente y hermosa … Sin ningún tipo de maldad. El estómago me dio un vuelco y di un sorbo de nuevo a mi taza. Después de una exquisita comida, me tuve que quedar largo rato sentado en la mesa y, como los demás hombres, desabrocharme un poco el botón del pantalón para no sentirme oprimido. Luego, nos dirigimos al salón, donde nos sentamos donde pudimos y el tío comenzó cantar viejas alegres canciones y románticas baladas italianas. Mientras, hombres y mujeres se mezclaban en intentos de bailes tradicionales.
Me escapé hacia el porche para fumar un cigarro. La nieve brillaba a la luz de la luna y el frío me cortaba en la cara, pero gracias al calor que estraba por mi laringe resistía embriagado al placer que me producía la nicotina. Noté la presencia de aquella niña detrás de mí, me giré y la sonreí. Ella esbozaba una tímida sonrisa, sujetando entre las manos mi abrigo, ofreciéndomelo.
-Es para que no cojas frío …-me dijo, ruborizándose de nuevo.
La tomé el abrigo, rozándole aposta con la punta de los dedos los suyos. Aproveché aquel momento, en el que se le entrecortó la respiración para acercarme a ella y deslizar mi mano por detrás de su cuello, rozando con la palma la parte inferior de su mandíbula. Me miró con ojos brillantes y entonces, me agaché, era tan pequeña. Nuestros cuerpos se acercaron, rozamos nuestros alientos … Hasta que apareció por detrás Francesco.
-¿Qué haceís aquí los dos solos?-dijo con una sonrisa en los labios.
-Fumar -dije contudentemente.
Ella bajó su mirada avergonzada, y se frotó los brazos. Francesco la tomó para dirigirla dentro de la casa y ésta no puso resistencia. Una vez se fue, nos apoyamos en la barandilla y le ofrecí un cigarrillo.
-No pierdes el tiempo, ¿no? -me dijo irónico.
-No haré nada que ella no quiera …
-Eso espero … Es mi prima y no quiero que la hagas daño … Ni la trates como putilla … Eres mi amigo, pero como te metas con ella, es como si fuera un compromiso …
Callamos por la tensión existente. Preferi no contestar, para no caldear más el asunto. El humo del cigarro se entremezclaba con el vaho que salía de nuestras bocas. Nos miramos y entonces, comenzamos a hablar de otros asuntos.
-Será esta noche, ¿cierto?
-Si, el proveedor nos esperará en un bar que está repleto de borrachos, la mayoría americanos que pasan la frontera para tomar un trago sin remodimientos … Con el alboroto que habrá allí formado, nadie nos podrá oír, y más si la conversación es en italiano …
-También de los nuestros … Mejor, tratar en estos asuntos con irlandeses o demases mezclas étnicas no es seguro … Siempre te pueden dar una puñalada trapera …
-Cuando todos se vayan a dormir, nos iremos con mis primos a tomar algo, esa será la excusa … Les pondremos ciegos de alcohol para que no se involucren demasiado y no oigan algo que no tengan que oír …
-Y ahí establecemos conversaciones con el proveedor …
-Exacto …
-Bien, solo espero que tu familia sea de buen beber …
-De eso no lo dudes …
Echamos una carcajada y la última calada antes de entrar, para ver como iba la fiesta …
Nos hicieron pasar hasta el salón, donde la mesilla axuliar estaba repleta de manjares típicos italianos y había algunos que recordaban la inminente llegada de la navidad. El belén estaba en pleno proceso de contrucción, con us rincón especial en la habitación. La casa era cálida, con chimenea encedida hasta los topes. La tía nos tomó alegremente los abrigos y sombreros mientras los demás hombres de la casa subían las maletas a las habitaciones de arriba. No había ningún criado en la casa y me recordó a mi humilde infancia, donde todo tenía que hacerlo por tu propia mano. En el salón se quedó la tía y la sobrina, esperando a que bajasen los hombres. Nos ofrecieron unos chocolates calientes, que agradecimos gustosamente.
-¡Qué grande estás Cesco! Estás hecho todo un hombre … Una lástima que abandonases la universidad … ¡Podrías haber sido de los primeros de la familia en tener una carrera!-dijo la tía, con una mano posada en la rodilla.
-Son cosas que pasan tía … Mucho racismo diría yo …
-Ya le dije a tu madre que se viniese a Canadá, aquí no tenemos ese tipo de problemas, la gente es más amable y confiada que esos engreídos americanos …
-Bueno, ahora es tarde para cambiar … Nos acostumbramos a las cosas de allí …-dijo sonriendo.
-Pero por lo menos la vida en los EEUU es más divertida que aquí …-dijo molesta la prima de Fran.
La miré con una mirada pícara y ella sonrió, pero volviendo a sonrojarse de nuevo. Era tan inocente y hermosa … Sin ningún tipo de maldad. El estómago me dio un vuelco y di un sorbo de nuevo a mi taza. Después de una exquisita comida, me tuve que quedar largo rato sentado en la mesa y, como los demás hombres, desabrocharme un poco el botón del pantalón para no sentirme oprimido. Luego, nos dirigimos al salón, donde nos sentamos donde pudimos y el tío comenzó cantar viejas alegres canciones y románticas baladas italianas. Mientras, hombres y mujeres se mezclaban en intentos de bailes tradicionales.
Me escapé hacia el porche para fumar un cigarro. La nieve brillaba a la luz de la luna y el frío me cortaba en la cara, pero gracias al calor que estraba por mi laringe resistía embriagado al placer que me producía la nicotina. Noté la presencia de aquella niña detrás de mí, me giré y la sonreí. Ella esbozaba una tímida sonrisa, sujetando entre las manos mi abrigo, ofreciéndomelo.
-Es para que no cojas frío …-me dijo, ruborizándose de nuevo.
La tomé el abrigo, rozándole aposta con la punta de los dedos los suyos. Aproveché aquel momento, en el que se le entrecortó la respiración para acercarme a ella y deslizar mi mano por detrás de su cuello, rozando con la palma la parte inferior de su mandíbula. Me miró con ojos brillantes y entonces, me agaché, era tan pequeña. Nuestros cuerpos se acercaron, rozamos nuestros alientos … Hasta que apareció por detrás Francesco.
-¿Qué haceís aquí los dos solos?-dijo con una sonrisa en los labios.
-Fumar -dije contudentemente.
Ella bajó su mirada avergonzada, y se frotó los brazos. Francesco la tomó para dirigirla dentro de la casa y ésta no puso resistencia. Una vez se fue, nos apoyamos en la barandilla y le ofrecí un cigarrillo.
-No pierdes el tiempo, ¿no? -me dijo irónico.
-No haré nada que ella no quiera …
-Eso espero … Es mi prima y no quiero que la hagas daño … Ni la trates como putilla … Eres mi amigo, pero como te metas con ella, es como si fuera un compromiso …
Callamos por la tensión existente. Preferi no contestar, para no caldear más el asunto. El humo del cigarro se entremezclaba con el vaho que salía de nuestras bocas. Nos miramos y entonces, comenzamos a hablar de otros asuntos.
-Será esta noche, ¿cierto?
-Si, el proveedor nos esperará en un bar que está repleto de borrachos, la mayoría americanos que pasan la frontera para tomar un trago sin remodimientos … Con el alboroto que habrá allí formado, nadie nos podrá oír, y más si la conversación es en italiano …
-También de los nuestros … Mejor, tratar en estos asuntos con irlandeses o demases mezclas étnicas no es seguro … Siempre te pueden dar una puñalada trapera …
-Cuando todos se vayan a dormir, nos iremos con mis primos a tomar algo, esa será la excusa … Les pondremos ciegos de alcohol para que no se involucren demasiado y no oigan algo que no tengan que oír …
-Y ahí establecemos conversaciones con el proveedor …
-Exacto …
-Bien, solo espero que tu familia sea de buen beber …
-De eso no lo dudes …
Echamos una carcajada y la última calada antes de entrar, para ver como iba la fiesta …
Gran Bohemian Hotel: Ada Swarty
Llegamos al Bohemian. Gabby, finalmente vino con nosotras a pesar de no estar muy bien del todo, pero estaba mucho mejor después de aquellos días de reposo. Aquella noche, el sitio andaba igual de abarrotado, pero más tranquilo. La gente estaba sentada charlando y bebiendo, o bailando en la pista central, pero todo con suma calma.
Cogimos una mesa para las cuatro y pedimos algo para tomar. Le pregunté al camarero si había alguna actuación aquella noche. Me sonrió dijo que actuaría un cantante brasileño, que seguro que nos deleitaría con sus encantos. Nos miramos todas levantando las cejas y sonriendo.
Comenzaron a sonar unos ritmos brasileños y en nuestras sillas, divertidas y con la copa en la mano, comenzamos a movernos al ritmo de la música. Y allí apareció él: con aquel rostro dulce, la mirada seductora y aquel aire latino que tenía. Miré a mis compañeras, todas asombradas y me fijé especialmente en Gabby, a la cual se le pusieron las mejillas coloradas. Me sonreí a mi misma: después del espectáculo tendría que hacer de casamentera.
Después de los pertinentes plausos tras la actuación, Oly parecía nerviosa, o más diría inquieta, sus ojos no paraban de moverse de un lado a otro.
-¿Te ocurre algo querida?- le pregunté, posando una mano en su antebrazo.
-No os vaís a creer quien está en la sala …-dijo tomando el aliento.
-¿Dónde? -preguntamos en bajito, alzando las cabezas a nuestro alrededor.
Logramos localizar un poco más atrás nuestra, Gabby y yo al chico rubia de la otra noche y un chico moreno que le acompañaba. Nos volteamos sorprendidas. Ginn parecía no entender.
-¿Qué ocurre?-preguntó, como sino no le viera nada raro al asunto.
-Nada querida, simplemente que el principe azul de Oly la está siguiendo a todas partes … Y además, viene bien acompañado …-dije, volviendo a echar un vistazo a su acompañante.
-Ada … Ten cuidado …- me dijo seria Oly.
-No te preocupes, Al no volverá a meterse … Anda en Canadá, así que dudo que se moleste en venir aquí para volver a marcar el territorio …-contesté un poco desanimada, metiendo en dedo en mi copa y dando vueltas a la aceitunilla que quedaba flotando.
Hubo un pequeño silencio y volvió a sonar la música. Las parejas salieron animosas a bailar y entonces, el chico rubio se situó detrás de Oly, esperando a que se diese la vuelta. Nos quedamos tiesas de la impresión.
-¿Me permite este baile, señorita?-dijo él, ofreciendo su mano para que Olympia se diese por enterada.
Ella se dio la vuelta y le miró con ojos como platos. Después nos dirigió la mirada a nosotras y asentimos con la cabeza. Se levantó un poco molesta y con pocas ganas, evitando tocarse mucho con él. Nosotras reímos por lo bajo.
-Al final esos dos acabaran por liarse de nuevo … Es atracción fatal …- comentó Ginn.
Y allí nos quedamos un buen rato observándolos, mientras bailaban, Oly le evitaba la mirada y el chico rubio no hacía más que ponerle ojitos, rogándole un poco de atención. Hasta que vino el chico moreno y me pidió salir a la pista. Acepté con remordimientos de concienci por dejarlas solas, pero a ritmo que íbamos, cada una iba a encontrar a su principe. Mi objetivo aquella noche seria juntar al cantante brasileño con Gabby, pensaba, mientras la miraba por encima del hombro de aquel chico …
Residencia Archer (East Village): Ada Swarty
Llegamos rápidamente a la casa de Gabby, pero una sensación de presecución me tenía rondando la cabeza, ya que detrás, a solo unas millas, andavaba otro taxi rondándonos. No le comenté nada a Oly para evitar preocuparla innecesariamente con mis susposiciones.
-¿Te dijo su hermana si Gabby estaba bien?-dije, agarrada a su brazo mientras subíamos la escalinata de la entrada.
-No me dio detalles, pero necesita mimitos … Espero que no haya pasado nada grave …-dijo en un suspiro.
Nos abrió la puerta aquella rubia imponente, con la ceja levantada … Tenía cara de borde. Un escalofrío me recorrió la espalada y entonces, la saludamos cordialmente con un beso, para guardar las formas. Unas criadas tomaron nuestros abrigos y sombrero y Ginevra comenzó a subir las escaleras, a la cual seguimos en fila india.
Al entrar en la lujosa habitación, que me dejó por un momento impresionada, me fijé n el bulto completamente tapado que estaba en la cama. Nos acercamos ambas, Oly se sentó al borde y yo tomé una silla, colocándome muy cerca del borde de la cama, mientras Ginevra estaba detrás nuestra, apoyada contra la pared, de brazos cruzados, contemplando la escena.
Oly tomó una de las manos de Gabby y está salió tímidamente bajo las sábanas, con ojillos brillantes y asustadizos, con un sonrisa esbozada en los labios al comprobar que éramos nosotras.
-Chicas …-susurró, alzando la otra mano para que se la agarrase- Gracias por venir … Yo …
-Shhh …-dijo dulcemente Oly- Ya estamos aquí mi niña-le apartó unos mechones de la cara- cuéntanos, ¿qué te pasa? ¿Por qué andas aquí tiradita…?
-¿Te pusiste malita?-dije sonriéndola.
Los ojos se le llenaron de lágrimas en aquel momento y se echó al llanto. Oly se agachó para consolarla, mientras yo me levantaba asustada para ir a sentarme al lado suyo y abrazarla, notando su cuerpo tembloroso contra mi pecho, agarrándola de los hombros y apoyándome en su espalda, calmándola como si fuera un bebé.
-Venga, venga … Ya, ya, ya …-entre las dos la incorporamos sentada en la cama, mientras ella miraba cabizbaja, con los ojos cerrados y con la congoja metida aún en el pecho, ahogándose en el llanto- Cuéntanos que pasó, cariño … Te sentirás mejor después …
-No puedo, es tan …auh …-se quejó, llevándose la mano al vientre- Oh Dios …
-Suéltalo ya Gabby …-dijo desesperada y de manera un poco brusca Ginevra.
La miré sorprendida y ésta, un poco molesta, salió del cuarto.
-Las esperaré abajo- dijo tajantemente, cerrando la puerta tras de sí y sin si quiera mirarnos al hablar.
Nos miramos Oly y yo a los ojos sin comprender bien del todo su actitud y volvimos a mirar a Gabby, esperando a que por fin se decidiera a contarnos que le había pasado.
-¿Fue la noche del Bohemian?- comenzó Oly.
-Sí …-dijo con un hilillo en la voz.
-¿Te hizo algo ese sinvergüenza de Flynn?-dije, poniéndome furiosa, adivinando que estaba pasando; sabía como se sentía perfectamente la pobre en aquel momento.
-No, él no, pero …
La quité con violencia las sábanas, y, mientras Oly y Gabby me miraban sorprendidas y confusas, la subí ligeramente la falda del camisón. Estaba amoratanada, con golpes por donde estaba viendo y donde aún no había llegado a ver. La tomé de los hombros y la zarandeé, preguntándola quien demonios la había hecho tal atrocidad. Ella comenzó a gritar y llorar.
-¡Ada, por Dios!-exclamó Oly, intentando pararme.
-¡Cómo haya sido ese mafioso, hijo de …!
-¡Fue Franky!-vomitó como grito Gabby, mientras caía, desconsolada sobre los brazos de Oly.
Respiré hondo y me acordé de él: fue el hombre que me llevó hasta el hospital cuando Al estuvo herido y el dueño del local donde trabajaba. Me apreté los puños con un poco de sábana dentro y pegué, acto seguido, un puñetazo contra la almohada. Después me traquilicé y caí tumbada sobre la cama, completamente mareada … Estaba a punto de vomitar pero me contuve las ganas.
-¿Estás bien, Ada?- preguntó con la voz quebrada Oly.
-No os preocupeís por mí … Estoy bien … Solo que tenía demasiada rabia acumulada …-me reincorporé en la cama y la besé la frente a Gabby, a modo de disculpa.
-¿Te dijo su hermana si Gabby estaba bien?-dije, agarrada a su brazo mientras subíamos la escalinata de la entrada.
-No me dio detalles, pero necesita mimitos … Espero que no haya pasado nada grave …-dijo en un suspiro.
Nos abrió la puerta aquella rubia imponente, con la ceja levantada … Tenía cara de borde. Un escalofrío me recorrió la espalada y entonces, la saludamos cordialmente con un beso, para guardar las formas. Unas criadas tomaron nuestros abrigos y sombrero y Ginevra comenzó a subir las escaleras, a la cual seguimos en fila india.
Al entrar en la lujosa habitación, que me dejó por un momento impresionada, me fijé n el bulto completamente tapado que estaba en la cama. Nos acercamos ambas, Oly se sentó al borde y yo tomé una silla, colocándome muy cerca del borde de la cama, mientras Ginevra estaba detrás nuestra, apoyada contra la pared, de brazos cruzados, contemplando la escena.
Oly tomó una de las manos de Gabby y está salió tímidamente bajo las sábanas, con ojillos brillantes y asustadizos, con un sonrisa esbozada en los labios al comprobar que éramos nosotras.
-Chicas …-susurró, alzando la otra mano para que se la agarrase- Gracias por venir … Yo …
-Shhh …-dijo dulcemente Oly- Ya estamos aquí mi niña-le apartó unos mechones de la cara- cuéntanos, ¿qué te pasa? ¿Por qué andas aquí tiradita…?
-¿Te pusiste malita?-dije sonriéndola.
Los ojos se le llenaron de lágrimas en aquel momento y se echó al llanto. Oly se agachó para consolarla, mientras yo me levantaba asustada para ir a sentarme al lado suyo y abrazarla, notando su cuerpo tembloroso contra mi pecho, agarrándola de los hombros y apoyándome en su espalda, calmándola como si fuera un bebé.
-Venga, venga … Ya, ya, ya …-entre las dos la incorporamos sentada en la cama, mientras ella miraba cabizbaja, con los ojos cerrados y con la congoja metida aún en el pecho, ahogándose en el llanto- Cuéntanos que pasó, cariño … Te sentirás mejor después …
-No puedo, es tan …auh …-se quejó, llevándose la mano al vientre- Oh Dios …
-Suéltalo ya Gabby …-dijo desesperada y de manera un poco brusca Ginevra.
La miré sorprendida y ésta, un poco molesta, salió del cuarto.
-Las esperaré abajo- dijo tajantemente, cerrando la puerta tras de sí y sin si quiera mirarnos al hablar.
Nos miramos Oly y yo a los ojos sin comprender bien del todo su actitud y volvimos a mirar a Gabby, esperando a que por fin se decidiera a contarnos que le había pasado.
-¿Fue la noche del Bohemian?- comenzó Oly.
-Sí …-dijo con un hilillo en la voz.
-¿Te hizo algo ese sinvergüenza de Flynn?-dije, poniéndome furiosa, adivinando que estaba pasando; sabía como se sentía perfectamente la pobre en aquel momento.
-No, él no, pero …
La quité con violencia las sábanas, y, mientras Oly y Gabby me miraban sorprendidas y confusas, la subí ligeramente la falda del camisón. Estaba amoratanada, con golpes por donde estaba viendo y donde aún no había llegado a ver. La tomé de los hombros y la zarandeé, preguntándola quien demonios la había hecho tal atrocidad. Ella comenzó a gritar y llorar.
-¡Ada, por Dios!-exclamó Oly, intentando pararme.
-¡Cómo haya sido ese mafioso, hijo de …!
-¡Fue Franky!-vomitó como grito Gabby, mientras caía, desconsolada sobre los brazos de Oly.
Respiré hondo y me acordé de él: fue el hombre que me llevó hasta el hospital cuando Al estuvo herido y el dueño del local donde trabajaba. Me apreté los puños con un poco de sábana dentro y pegué, acto seguido, un puñetazo contra la almohada. Después me traquilicé y caí tumbada sobre la cama, completamente mareada … Estaba a punto de vomitar pero me contuve las ganas.
-¿Estás bien, Ada?- preguntó con la voz quebrada Oly.
-No os preocupeís por mí … Estoy bien … Solo que tenía demasiada rabia acumulada …-me reincorporé en la cama y la besé la frente a Gabby, a modo de disculpa.
Canadá: Al Capone
Aquella misma noche partí en tren a Canadá, más concretamente hacia la pequeña ciudad de Hamilton, justo pegada a los lagos, donde la mayoría de los borrachos que no quería ser pillados o no encontraban algún antro donde les ofrecieran alcohol iban a pasar el fin de semana.
Me acompañaba mi viejo amigo de los Five Points Gang, Francesco Cacciatore, me acompañaba en aquel viaje de negocios, como se lo denominé a Mae. A Fran le conocía de hace tiempo, desde que éramos unos chiquillos y antes de convertirnos en lo que somos, jugábamos a la pelota en las calles del barrio, pero al mudarme Park Slope nos separamos irremediablemente. Pero gracias Torrio, nos volvimos a juntar en una de las bandas criminales más temidas de Nueva York, y eso que solo éramos un atajo de chiquillos armados.
-¿En qué piensas, Al?- me dijo, dándome una palmada en el muslo.
-Nada, cosas mías …
-¿Problemas con Mae?
-¿Cuándo nunca los hubo? No, eso no me tiene comida la cabeza …
-Cuéntamelo, así hablamos de algo en el viaje … Andas muy callado … No es normal en ti …
-No soy hombre de muchas palabras …
-Si, pero siempre que empiezo conversación, tú me la sigues como tonto.
-No tengo muchas ganas de hablar de ello … Se me levanta el estómago cada vez que pienso, así que imagínate si lo comento …
-¿No será por una putilla, verdad?
Le miré afirmándole con los ojos. Él, soltó una tremenda carcajada y movió la cabeza varias veces en gesto de negación.
-Nunca te creí capaz de enamorarte … Con lo picha floja que eres … Ya verás cuando lleguemos a Canadá, te voy a presentar a una prima mía que te hará olvidar las penas.
-¿Me vas a encamar con un familiar tuyo? ¿Acaso quieres alguna razón para odiarme?
-No, qué va, simplemente se que si se hace putita tuya, tendrá oportunidades en la vida …
Le dí una colleja y comenzamos a pelearnos como dos críos en medio de aquel compartimento. Afortunadamente íbamos en un compartimiento completamente solos y exclusivamente para nosotros. Íbamos en primera clase y era bastante confortable. Paramos de pelear y nos miramos, riéndonos como bobos. Como extrañaba aquellos despreocupados tiempos desprovistos totalmente de maldad …
-Que no me entere yo de que una tía te amague …-me dijo señalándome con un dedo y guiñándome un ojo.
-No te preocupes, ya tengo pensada mi vendetta … Dame tiempo, me servirá para escalar en la sociedad, ya verás …
-Préstamela alguna vez, si no tienes inconveniente.
-Pués entonces espera a que se la trinque Torrio, se la pidió primero y, ya sabes como es …-dije, dando un largo suspiro.
-Bueno, no hay apuro … Si mencionas a Torrio, son palabras mayores …
-Ahora, debemos centrarnos en lo nuestro … Tenemos algo importante que hacer, y no solo es lo que nos ha mandado hacer Franky …
-Ya lo sé … Luego me recordarás más tarde en el hotel …
-Menudo pendejo estás hecho … Así, con ese entusiasmo, nunca llegarás lejos …
-Sí, tienes razón amigo mío, en ese aspecto carezco de ambición alguna … Pero mientras tú llegues lejos, sé que estaré ahí a tu lado, aunque sea segundón … Ya sabes que no tengo cabeza para los negocios …
-Y eso que al menos terminaste la secundaria … A mí, en cuanto me echaron por culpa de esa fulana de profesora, no volví a poner un pie en la escuela …
-Por es mismo, Al, está echo a la calle, no te importa mancharte las manos de sangre … Aunque yo estuviese involucrado con los Gang, nunca me lo tomé en serio y en cuanto había asunto turbio de por medio, en seguida me echaba a un lado … No tengo tanta sangre fría …
-Al menos tienes cabeza para los números, también aportas tu parte de una manera u otra …
-Me echaron de la universidad por timar a la gente en el back jack … ¿No crees que eso no es ser un poco miserable?
-Quien no lo es, amigo … En este mundo, los italianos debemos sobrevivir con lo que podamos …
-Tienes razón, me pagaba mis estudios a mi manera: sacándole la pasta a los niñatos de Yale …
-Y de esta sacarems una buena tajada si nos sale bien la jugada, Fran, tenlo por seguro …
Le puse una mano en el hombro y nos dirigimos mutuamente una mirada cómplice. Le necesitaba … Haber si se creía el viejo de Torrio que le iba a deber eternamente el puesto que me dio cuando me reclutó de los Gang … No me conocía del todo bien …
Me acompañaba mi viejo amigo de los Five Points Gang, Francesco Cacciatore, me acompañaba en aquel viaje de negocios, como se lo denominé a Mae. A Fran le conocía de hace tiempo, desde que éramos unos chiquillos y antes de convertirnos en lo que somos, jugábamos a la pelota en las calles del barrio, pero al mudarme Park Slope nos separamos irremediablemente. Pero gracias Torrio, nos volvimos a juntar en una de las bandas criminales más temidas de Nueva York, y eso que solo éramos un atajo de chiquillos armados.
-¿En qué piensas, Al?- me dijo, dándome una palmada en el muslo.
-Nada, cosas mías …
-¿Problemas con Mae?
-¿Cuándo nunca los hubo? No, eso no me tiene comida la cabeza …
-Cuéntamelo, así hablamos de algo en el viaje … Andas muy callado … No es normal en ti …
-No soy hombre de muchas palabras …
-Si, pero siempre que empiezo conversación, tú me la sigues como tonto.
-No tengo muchas ganas de hablar de ello … Se me levanta el estómago cada vez que pienso, así que imagínate si lo comento …
-¿No será por una putilla, verdad?
Le miré afirmándole con los ojos. Él, soltó una tremenda carcajada y movió la cabeza varias veces en gesto de negación.
-Nunca te creí capaz de enamorarte … Con lo picha floja que eres … Ya verás cuando lleguemos a Canadá, te voy a presentar a una prima mía que te hará olvidar las penas.
-¿Me vas a encamar con un familiar tuyo? ¿Acaso quieres alguna razón para odiarme?
-No, qué va, simplemente se que si se hace putita tuya, tendrá oportunidades en la vida …
Le dí una colleja y comenzamos a pelearnos como dos críos en medio de aquel compartimento. Afortunadamente íbamos en un compartimiento completamente solos y exclusivamente para nosotros. Íbamos en primera clase y era bastante confortable. Paramos de pelear y nos miramos, riéndonos como bobos. Como extrañaba aquellos despreocupados tiempos desprovistos totalmente de maldad …
-Que no me entere yo de que una tía te amague …-me dijo señalándome con un dedo y guiñándome un ojo.
-No te preocupes, ya tengo pensada mi vendetta … Dame tiempo, me servirá para escalar en la sociedad, ya verás …
-Préstamela alguna vez, si no tienes inconveniente.
-Pués entonces espera a que se la trinque Torrio, se la pidió primero y, ya sabes como es …-dije, dando un largo suspiro.
-Bueno, no hay apuro … Si mencionas a Torrio, son palabras mayores …
-Ahora, debemos centrarnos en lo nuestro … Tenemos algo importante que hacer, y no solo es lo que nos ha mandado hacer Franky …
-Ya lo sé … Luego me recordarás más tarde en el hotel …
-Menudo pendejo estás hecho … Así, con ese entusiasmo, nunca llegarás lejos …
-Sí, tienes razón amigo mío, en ese aspecto carezco de ambición alguna … Pero mientras tú llegues lejos, sé que estaré ahí a tu lado, aunque sea segundón … Ya sabes que no tengo cabeza para los negocios …
-Y eso que al menos terminaste la secundaria … A mí, en cuanto me echaron por culpa de esa fulana de profesora, no volví a poner un pie en la escuela …
-Por es mismo, Al, está echo a la calle, no te importa mancharte las manos de sangre … Aunque yo estuviese involucrado con los Gang, nunca me lo tomé en serio y en cuanto había asunto turbio de por medio, en seguida me echaba a un lado … No tengo tanta sangre fría …
-Al menos tienes cabeza para los números, también aportas tu parte de una manera u otra …
-Me echaron de la universidad por timar a la gente en el back jack … ¿No crees que eso no es ser un poco miserable?
-Quien no lo es, amigo … En este mundo, los italianos debemos sobrevivir con lo que podamos …
-Tienes razón, me pagaba mis estudios a mi manera: sacándole la pasta a los niñatos de Yale …
-Y de esta sacarems una buena tajada si nos sale bien la jugada, Fran, tenlo por seguro …
Le puse una mano en el hombro y nos dirigimos mutuamente una mirada cómplice. Le necesitaba … Haber si se creía el viejo de Torrio que le iba a deber eternamente el puesto que me dio cuando me reclutó de los Gang … No me conocía del todo bien …
Manhattan Hostel: Ada Swarty
Allí estábamos, tumbados en la cama, Jimmy encima mía, yo con las piernas completamente extendidas, cerrando mis dedos de los pies sobre mi plantes de los pies de placer, mientras cada vez él alternaba penetraciones rápidas, dando cerca de la entrada mi intimidad, con profundas, bruscas, contundentes, mientras yo me agarraba a las barras del cabecero de mi cama y arqueaba ligeramente la espalda, mostrando mis pechos excitados en su culminación final …
Cuando acabó, pude ver con deleite como Jimmy apoyaba su cabeza en la pared, cerrando los ojos y mostrándome sus dientes o abriendo la boca en forma de o mordiéndose el labio inferior, mientras me empujaba con su pelvis, haciendo elevar mis caderas más de lo que estaban, mientras se corrían dentro mío, prolongadamente, con alternativos gestos en la cara …
Se quedó un rato allí apoyado, tomando aire para recuperar fuerzas. Yo dibujaba una línea descendente en el medio de su vientre, hasta llegar al ombligo, donde comenzaba a hacer circulitos. Él tomó mi mano y se lo llevó a su boca para chupármelo, está vez con los ojos abiertos … El cabello le caía húmedo por la frente donde gotitas de sudor estaban indecisas a abalanzarse contra mí o quedarse allí pendientes de los mechones de su pelo.
Se recostó a mi lado y yo me levanté para ir al baño y lavarme. Antes de cerrar la puerta le eché un vistazo, acostado boca arriba, desnudo y completamente estirado, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, el miembro ladeado hacia un lado, poco a poco perdiendo su voluminosidad, bañado por la luz dorada del amanecer.
Directamente, me metí en la ducha y podrí a lavarme, no quería que la diversión se me acabase tan pronto … Al salir, me enrollé en una toalla y me senté al lado de Jim, el cual dormía plácidamente. Le aparté uno cabellos de la frente para después besársela, al tiempo que me recostaba para descansar un rato. Tenía tanto sueño que a pesar de darme de cara todo el sol, mis párpados actuaron como una cortina negra …
Hasta que unos golpes a la puerta me sacaron de mi plácido sueño. Nos despertamos asustados y medio perezosos al mismo tiempo. Mientras yo me restregaba los ojos de puro sueño, cambiando de postura para volver a conciliar el sueño, Jim fue a ver por la mirilla de quien se trataba.
-Ada, creo que tienes visita …-me dijo seriamente; yo solo me fijaba en su trasero desnudo.
-¿Quién es?
-El loco ese que te besó la otra noche.
-Maldito …-murmuré pegando un puñetazo contra la almohada.
Me levanté furiosa y me quité la toalla, que caía por el cuerpo sin taparme apenas algo y tomé la bata que había encima de la silla, junto con mi abrigo de piel. Me abroché con violencia el cinturón a la altura de la cintura.
-Ve a darte una ducha mientras … Le echo enseguida -le tomé el rostro con las dos manos y le di un piquito en los labios. Se volteó y no pude resistirme a darle una cachetada en las nalgas.
Quité el cerrojo y abrí. Me apoyé con una mano en el marco de la puerta y después con la otra en mi cadera. Era Al y tenía una expresión seria en el rostro. Sostenía su sombrero con las dos manos.
-¿Qué quieres?- pregunté molesta.
-Venía a despedirme: esta noche parto hacia Canadá
-Pues allí te vaya bonito -intenté cerrar la puerta pero su mano interceptó mi acción.
-Ada, no quiero perderte … Dame una segundo oportunidad …
-Ya te la dí, ¿no recuerdas?
Me miró con los ojos brillantes, pero no lloró, era incapaz. Se colocó de nuevo el sombrero sobre la cabeza y se marchó, quedándome yo con un nudo en el estómago, un poco encogida en mi misma, agarrándome el vientre, observando como caminaba tranquilamente por el pasillo para dirigirse al ascensor.
Cerré la puerta lentamente y apareció detrás Jimmy, con una toalla en las caderas y con otra secándose la cabeza. Me miraba mientras se frotaba el pelo.
-¿Algún problema?-me dijo, acercándose aún más a mí.
-No, sorprendentemente ninguno …-dije con la mirada baja, confusa.
-Entonces, no debe haber problema alguno …-me tomó la barbilla con la mano y me levantó el rostro para mirarle.
No veía su rostro, no veía nada. La sola idea de perder a Al me daba miedo y no sabía bien por qué, ya que cuanto más alejase estuviese de él, mi vida de dejaría de correr peligro …
Cuando acabó, pude ver con deleite como Jimmy apoyaba su cabeza en la pared, cerrando los ojos y mostrándome sus dientes o abriendo la boca en forma de o mordiéndose el labio inferior, mientras me empujaba con su pelvis, haciendo elevar mis caderas más de lo que estaban, mientras se corrían dentro mío, prolongadamente, con alternativos gestos en la cara …
Se quedó un rato allí apoyado, tomando aire para recuperar fuerzas. Yo dibujaba una línea descendente en el medio de su vientre, hasta llegar al ombligo, donde comenzaba a hacer circulitos. Él tomó mi mano y se lo llevó a su boca para chupármelo, está vez con los ojos abiertos … El cabello le caía húmedo por la frente donde gotitas de sudor estaban indecisas a abalanzarse contra mí o quedarse allí pendientes de los mechones de su pelo.
Se recostó a mi lado y yo me levanté para ir al baño y lavarme. Antes de cerrar la puerta le eché un vistazo, acostado boca arriba, desnudo y completamente estirado, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, el miembro ladeado hacia un lado, poco a poco perdiendo su voluminosidad, bañado por la luz dorada del amanecer.
Directamente, me metí en la ducha y podrí a lavarme, no quería que la diversión se me acabase tan pronto … Al salir, me enrollé en una toalla y me senté al lado de Jim, el cual dormía plácidamente. Le aparté uno cabellos de la frente para después besársela, al tiempo que me recostaba para descansar un rato. Tenía tanto sueño que a pesar de darme de cara todo el sol, mis párpados actuaron como una cortina negra …
Hasta que unos golpes a la puerta me sacaron de mi plácido sueño. Nos despertamos asustados y medio perezosos al mismo tiempo. Mientras yo me restregaba los ojos de puro sueño, cambiando de postura para volver a conciliar el sueño, Jim fue a ver por la mirilla de quien se trataba.
-Ada, creo que tienes visita …-me dijo seriamente; yo solo me fijaba en su trasero desnudo.
-¿Quién es?
-El loco ese que te besó la otra noche.
-Maldito …-murmuré pegando un puñetazo contra la almohada.
Me levanté furiosa y me quité la toalla, que caía por el cuerpo sin taparme apenas algo y tomé la bata que había encima de la silla, junto con mi abrigo de piel. Me abroché con violencia el cinturón a la altura de la cintura.
-Ve a darte una ducha mientras … Le echo enseguida -le tomé el rostro con las dos manos y le di un piquito en los labios. Se volteó y no pude resistirme a darle una cachetada en las nalgas.
Quité el cerrojo y abrí. Me apoyé con una mano en el marco de la puerta y después con la otra en mi cadera. Era Al y tenía una expresión seria en el rostro. Sostenía su sombrero con las dos manos.
-¿Qué quieres?- pregunté molesta.
-Venía a despedirme: esta noche parto hacia Canadá
-Pues allí te vaya bonito -intenté cerrar la puerta pero su mano interceptó mi acción.
-Ada, no quiero perderte … Dame una segundo oportunidad …
-Ya te la dí, ¿no recuerdas?
Me miró con los ojos brillantes, pero no lloró, era incapaz. Se colocó de nuevo el sombrero sobre la cabeza y se marchó, quedándome yo con un nudo en el estómago, un poco encogida en mi misma, agarrándome el vientre, observando como caminaba tranquilamente por el pasillo para dirigirse al ascensor.
Cerré la puerta lentamente y apareció detrás Jimmy, con una toalla en las caderas y con otra secándose la cabeza. Me miraba mientras se frotaba el pelo.
-¿Algún problema?-me dijo, acercándose aún más a mí.
-No, sorprendentemente ninguno …-dije con la mirada baja, confusa.
-Entonces, no debe haber problema alguno …-me tomó la barbilla con la mano y me levantó el rostro para mirarle.
No veía su rostro, no veía nada. La sola idea de perder a Al me daba miedo y no sabía bien por qué, ya que cuanto más alejase estuviese de él, mi vida de dejaría de correr peligro …
domingo, 8 de febrero de 2009
Manhattan Hostel: Ada Swarty
Jimmy y yo después del percance, decidimos salir del restaurante. Yo me quedé fuera mientras él pagaba la cuenta. No tenía ganas de verle la cara a ese cerdo, con la mirada burlona que me dirigió cuanto salía tomar mi abrigo.
-Siento que al final la cita no saliese tan bien como esperaba …-dije él a modo de disculpa.
-No te preocupes, para mí si que mereció la pena …-le guiñé un ojo y le toqué la punta de la nariz con un dedo.
Nos reímos cuando sin previo aviso, una cortina de lluvia fina comenzó a caer. Miramos hacia arriba y nos comenzamos a reír como tontos, poniendo las palmas hacia arriba y comprobando que si, estaba cayendo una buena. Por un momento me quedé allí parada bajo la lluvia mientras él se cubría el rostro con las solapas del abrigo y me miraba bajo su sombrero.
Incliné la cabeza hacia atrás y abrí la boca, para poder saborear aquella lluvia fría, que se chocaba contra mis párpados como si fueran piedrecillas caídas del cielo. Comencé a girar sobre mí misma, dejando que mi falda flotase en el aire a su antojo, dejando que la lluvia me calase por dentro de las ropas y el gélido tacto de mi cuerpo tibia con el agua otoñal.
Entonces en una de esos giros, me agarró de la mano para acercarme contra él. Me quedé completamente pegada a su pecho, mirándole desde mi pequeña altura. El agua le caía por la solapa del sombrero como si fueran pequeñas cascadas. Me puse un poco más de puntillas, para alcanzar a rozar sus labios cuando se brazos me rodearon la cintura y me dieron el estirón definitivo para poder colgarme de su cuello, saboreando su boca.
Parecía que no hubiésemos besado por mucho tiempo. Me aferraba a sus cabellos de la nuca, nuestros rostros no podían estar más pegados el uno al otro, daba la impresión desde fuera que íbamos a fundir nuestras cabezas en solo una. A penas notábamos como la lluvia nos estaba dejando completamente calados.
Abrí los ojos repentinamente a la vez que y nos miramos, mientras nuestras bocas seguían unidas y nuestras lenguas entrelazadas. Sus ojos claros me miraban brillando como estrellas. Nos separamos finalmente y entonces, sin mediar palabra, corrimos al coche bajo la lluvia. Cuando entramos en el coche, volvimos a abalanzarnos el uno contra el otro. Los cristales comenzaron a empañarse, como si fuera una cortina semitransparente que dejaba pasar la luz del alumbrado pero que a la vez nos daba la intimidad necesaria para meternos manos sin ser observados.
Estábamos completamente húmedos, la ropa mojada se nos pegaba a los cuerpos y teníamos que arrancárnosla para poder quitárnosla de encima. Nuestras cabezas se movían frenéticamente mientras nos acariciábamos, nos arañábamos la piel, nos mordíamos el cuello como vampiros, lamíamos el hueco de la clavícula, succionábamos los lóbulos de la oreja, recorríamos con los labios el rostro …
Me senté en un rápido movimiento encima de él, solo tenía puestas las medias que me llegaban por la mitad de los muslos, mientras el yacía sobre el asiento del conductor con los pantalones bajado y con el torso descubierto. Cogí con mis dos manos su rostro para guiarlo directamente a mis senos, que esperaban punzantes que su boca los abarcase, que los chupara, que los saboreara … Su cálida lengua los excitaba aún más cuando comenzó a hacerles círculos alrededor del pezón mientras yo restregaba mi clítoris a lo largo de su erecto miembro.
Cuando la lujuria me cegaba por completo, le agarré el pene con una mano y lo guié hacia la entrada de mi vagina, no sin antes acariciar los labios con el húmedo glande. Bajé poco a poco, abriendo mi interior como el despertar de una flor, abarcando hasta la mayor profundidad … Un gemido entrecortado salía de nuestras bocas, deleitándonos en aquel dulce momento, tan corto pero tan intenso, donde yo podía notar perfectamente todo su esplendoroso grosor.
Me agarré a sus hombros, inclinando la cabeza hacia atrás mientras mis caderas comenzaban a marcar un ritmo y el masajeaba mis pechos, mordiéndose los labios para evitar que cualquier que gemido propio le pudiese distraer de su tarea de aguantar.
Lo notaba, estaba dentro mío, acariciándome de manera sucia y placentera … Para cuando me excité por completo, el diablo se apoderó de mi cuerpo mientras mi espíritu vagaba extasiado dentro de mí … Las caderas dejaron de deslizarse sobre él y pasaron a subir de arriba a bajo, saltando lo justo, haciendo chocar mis nalgas contra sus muslos.
Podía escucharle jadear, le veía los ojos cerrados, apretados fuertemente … Después, un flash blanco y mi cabeza callo sobre su hombro, cogiendo aire como si estuviera punto de morir. Me volví a incorporar y le vi aquella cara de satisfacción, completamente agotado aunque no hubiese tenido un papel activo en el acto en sí. Ahora si que tenía calor y comencé a abanicarme con la mano.
Me quité el sudor de la frente y alcancé mis cosas, que andaban por entre el suelo y la parte trasera del coche. Busqué en mi bolsito y pañuelo, para limpiarme antes de que los pusiera todo perdido.
-¿Te apetece quedarte a dormir esta noche en mi casa?-le dije, con la cabeza recostada en el cabecero del asiento, sonriéndole y apartándole un mechón de la frente.
Volteó su rostro hacia mí y me contestó, con una sonrisa pícara:
-Ahora te enseñaré a ti lo que es bueno …
-Siento que al final la cita no saliese tan bien como esperaba …-dije él a modo de disculpa.
-No te preocupes, para mí si que mereció la pena …-le guiñé un ojo y le toqué la punta de la nariz con un dedo.
Nos reímos cuando sin previo aviso, una cortina de lluvia fina comenzó a caer. Miramos hacia arriba y nos comenzamos a reír como tontos, poniendo las palmas hacia arriba y comprobando que si, estaba cayendo una buena. Por un momento me quedé allí parada bajo la lluvia mientras él se cubría el rostro con las solapas del abrigo y me miraba bajo su sombrero.
Incliné la cabeza hacia atrás y abrí la boca, para poder saborear aquella lluvia fría, que se chocaba contra mis párpados como si fueran piedrecillas caídas del cielo. Comencé a girar sobre mí misma, dejando que mi falda flotase en el aire a su antojo, dejando que la lluvia me calase por dentro de las ropas y el gélido tacto de mi cuerpo tibia con el agua otoñal.
Entonces en una de esos giros, me agarró de la mano para acercarme contra él. Me quedé completamente pegada a su pecho, mirándole desde mi pequeña altura. El agua le caía por la solapa del sombrero como si fueran pequeñas cascadas. Me puse un poco más de puntillas, para alcanzar a rozar sus labios cuando se brazos me rodearon la cintura y me dieron el estirón definitivo para poder colgarme de su cuello, saboreando su boca.
Parecía que no hubiésemos besado por mucho tiempo. Me aferraba a sus cabellos de la nuca, nuestros rostros no podían estar más pegados el uno al otro, daba la impresión desde fuera que íbamos a fundir nuestras cabezas en solo una. A penas notábamos como la lluvia nos estaba dejando completamente calados.
Abrí los ojos repentinamente a la vez que y nos miramos, mientras nuestras bocas seguían unidas y nuestras lenguas entrelazadas. Sus ojos claros me miraban brillando como estrellas. Nos separamos finalmente y entonces, sin mediar palabra, corrimos al coche bajo la lluvia. Cuando entramos en el coche, volvimos a abalanzarnos el uno contra el otro. Los cristales comenzaron a empañarse, como si fuera una cortina semitransparente que dejaba pasar la luz del alumbrado pero que a la vez nos daba la intimidad necesaria para meternos manos sin ser observados.
Estábamos completamente húmedos, la ropa mojada se nos pegaba a los cuerpos y teníamos que arrancárnosla para poder quitárnosla de encima. Nuestras cabezas se movían frenéticamente mientras nos acariciábamos, nos arañábamos la piel, nos mordíamos el cuello como vampiros, lamíamos el hueco de la clavícula, succionábamos los lóbulos de la oreja, recorríamos con los labios el rostro …
Me senté en un rápido movimiento encima de él, solo tenía puestas las medias que me llegaban por la mitad de los muslos, mientras el yacía sobre el asiento del conductor con los pantalones bajado y con el torso descubierto. Cogí con mis dos manos su rostro para guiarlo directamente a mis senos, que esperaban punzantes que su boca los abarcase, que los chupara, que los saboreara … Su cálida lengua los excitaba aún más cuando comenzó a hacerles círculos alrededor del pezón mientras yo restregaba mi clítoris a lo largo de su erecto miembro.
Cuando la lujuria me cegaba por completo, le agarré el pene con una mano y lo guié hacia la entrada de mi vagina, no sin antes acariciar los labios con el húmedo glande. Bajé poco a poco, abriendo mi interior como el despertar de una flor, abarcando hasta la mayor profundidad … Un gemido entrecortado salía de nuestras bocas, deleitándonos en aquel dulce momento, tan corto pero tan intenso, donde yo podía notar perfectamente todo su esplendoroso grosor.
Me agarré a sus hombros, inclinando la cabeza hacia atrás mientras mis caderas comenzaban a marcar un ritmo y el masajeaba mis pechos, mordiéndose los labios para evitar que cualquier que gemido propio le pudiese distraer de su tarea de aguantar.
Lo notaba, estaba dentro mío, acariciándome de manera sucia y placentera … Para cuando me excité por completo, el diablo se apoderó de mi cuerpo mientras mi espíritu vagaba extasiado dentro de mí … Las caderas dejaron de deslizarse sobre él y pasaron a subir de arriba a bajo, saltando lo justo, haciendo chocar mis nalgas contra sus muslos.
Podía escucharle jadear, le veía los ojos cerrados, apretados fuertemente … Después, un flash blanco y mi cabeza callo sobre su hombro, cogiendo aire como si estuviera punto de morir. Me volví a incorporar y le vi aquella cara de satisfacción, completamente agotado aunque no hubiese tenido un papel activo en el acto en sí. Ahora si que tenía calor y comencé a abanicarme con la mano.
Me quité el sudor de la frente y alcancé mis cosas, que andaban por entre el suelo y la parte trasera del coche. Busqué en mi bolsito y pañuelo, para limpiarme antes de que los pusiera todo perdido.
-¿Te apetece quedarte a dormir esta noche en mi casa?-le dije, con la cabeza recostada en el cabecero del asiento, sonriéndole y apartándole un mechón de la frente.
Volteó su rostro hacia mí y me contestó, con una sonrisa pícara:
-Ahora te enseñaré a ti lo que es bueno …
Colosimo's Cafe: Al Capone
Al entrar al restaurante gran fue mi sorpresa cuando vi a Ada allí mismo acompañada de un hombre, como si no hubiera suficientes restaurantes en la ciudad sin tener que toparnos en uno concreto. Me sentía molesto por la presencia de ambos y Ada en aquel momento me inspiraba una especie de sensación de asco y vergüenza ajena.
Mae la miró impresionada y cuando nos hubimos sentados, se acercó a mí para susurrarme como cotorra.
-¿Esa no es la chica que estuvo en el hospital acompañándote la noche del indecente?
-Si lo sabes para qué me preguntas …
-Parece que se buscó otro hombre … No tiene mal gusto la tipa …
-Mae … Deja de meter el dedo en la yaga … Me prometiste una tregua esta noche …
-Está bien … qué poco sentido del humor tienes, querido …
-¿Qué te apetece? -dije ignorando completamente el tema.
Al rato nos sirvieron la comida y seguimos el compás que ellos, mientras sacaba un tema d conversación con Mae y furtivamente, le dirigía miradas a Ada y su acompañante, que no paraban de coquetear como bobos, ella riéndole las gracias y él haciéndose el gallito … Me ponían enfermo.
-¿Me estás escuchando, Al?-salió la voz de Mae de la nada.
-Si cariño, te estoy prestando atención … Continua …
-Parece como si estuvieses prestando mayor atención a otra cosa …-dijo ella molesta, llevándose el tenedor a la boca.
-Mae, no veas fantasmas donde no los hay …
Entonces Ada se levantó de la mesa, de seguras para ir al baño. Yo hice ademán de levantarme después, pero me paré en seco, esperando que pasara un corto periodo de tiempo para no levantar sospechas. Eche un trago a la copa de vino antes de ausentarme.
-Necesito ir un momento al baño, discúlpame, Mae querida.
-Pero date prisa, no tardaran en traer el postre …-dijo sin mirarme mientras se recolocaba la servilleta en el regazo.
Me encaminé al baño de hombres para entrar brevemente y hacer un poco de ruido antes de encaminarme de nuevo al de señoras. Ahí me encontré a Ada frente al espejo, retocándose el maquillaje. Al verme reflejado en el espejo iba a proferir algún tipo de llamada a su querido cuando yo fui más raudo y la llegué a tapar la boca rápidamente, dejando solo escapar un leve gemido.
La metí rápidamente en uno de los lavabos individuales y cerré la puerta con pestillo, mientras tenía contra la pared a Ada. Sus ojos estaban desorbitados y a la vez me miraban con odio, mientras por debajo de mi mano me intentaba morder de manera inútil.
-Enseguida me encuentras sustituto, ¿no?-le dije al oído- Pero ninguno me llegará a la suela de los zapatos …
La dejé la boca libre de manera brusca, mientras con el resto de mi cuerpo la aprisionaba contra la pared. Retomó el aliento, con todo su rostro configurado en una mueca grotesca.
Comenzó a golpearme el pecho intentando que la dejase en paz.
-¿Qué pasa? ¿Ese estúpido irlandés te comió la lengua?
-No pienso volver a dirigirte la palabra jamás, maldita escoria …
-Lo acabas de hacer, mi amor … No te puedes resistir más … Sabes que lo que hice fue por nosotros …
-¡Ja! Solo lo hiciste para satisfacer tu irracional sed de violencia … ¡Eres un sádico!
-No lo sabes bien …
Me lancé a morder su cuerpo mientras acariciaba las formas de su cuerpo, restregando mis partes por sus bajos, buscando la provocación. Pero la muy estúpida a pesar de temblarla las piernas a cada movimiento mío se resistía y continuaba dándome golpecitos en hombros, pecho y espalda.
Me separé ligeramente de ella y me limpié con la mano la saliva que me quedó en la boca, mirándola de arriba a bajo. Ella se recolocaba la faldita, estaba tan encantadora con aquel aire infantil en las ropas …
-Deja de babear pervertido … ¿Me has oído? ¡No quiero saber más de ti!-dijo casi escupiéndome en la cara.
-Ada, ¿estás bien?-dijo la voz de aquel capullo.
-Si, un momento ahora salgo -dijo ella , con un tono completamente distinto al que había empleado conmigo- Aléjate de mí …
-¿Es una amenaza?-dije llevándome las manos al pecho a manera de sorpresa y miedo de manera burlona.
-Tómatelo como quieras … Yo tengo a mi poli bueno de mi parte.
Abrió la puerta y me dejó allí dentro, mientras yo fantaseaba con la figura desnuda que se escondía detrás de esos ropajes. La seguí cuando se disponía a salir y estaba seguro de que el otro la andaba esperando fuera, para comprobar si estaba bien.
Entonces la agarré del cuello por detrás y la volví la cara hacia mí y la planté un beso en la boca bastante brusco delante de las narices de la atónita mirada de aquel tipejo. Ada se soltó y se chocó de espaldas contra el otro. Me pegó una buena bofetada en la mejilla rajada pero yo simplemente me toqué la zona, la sonreí y le guiñé un ojo al otro.
-¡Eh, tú! ¿Quién te has creído para hacerle tal cosa?-me dijo aquel cretino sinvergüenza.
-Ella era mía antes que tuya -le contesté sin darme la vuelta, aunque me quedé parado antes de salir de aquel pasillo que daba justo a la sala del restaurante.
-No, Jimmy por favor, déjale …-¡y encima iba a intentar darme!- No merece la pena que gastes energías en un despojo como él … Solo busca eso, no entres en su juego …
Alcé la mano a modo de saludo y proseguí mi marcha, donde Mae me esperaba con cara de circunstancias, preguntándose que demonios había estado haciendo …
Mae la miró impresionada y cuando nos hubimos sentados, se acercó a mí para susurrarme como cotorra.
-¿Esa no es la chica que estuvo en el hospital acompañándote la noche del indecente?
-Si lo sabes para qué me preguntas …
-Parece que se buscó otro hombre … No tiene mal gusto la tipa …
-Mae … Deja de meter el dedo en la yaga … Me prometiste una tregua esta noche …
-Está bien … qué poco sentido del humor tienes, querido …
-¿Qué te apetece? -dije ignorando completamente el tema.
Al rato nos sirvieron la comida y seguimos el compás que ellos, mientras sacaba un tema d conversación con Mae y furtivamente, le dirigía miradas a Ada y su acompañante, que no paraban de coquetear como bobos, ella riéndole las gracias y él haciéndose el gallito … Me ponían enfermo.
-¿Me estás escuchando, Al?-salió la voz de Mae de la nada.
-Si cariño, te estoy prestando atención … Continua …
-Parece como si estuvieses prestando mayor atención a otra cosa …-dijo ella molesta, llevándose el tenedor a la boca.
-Mae, no veas fantasmas donde no los hay …
Entonces Ada se levantó de la mesa, de seguras para ir al baño. Yo hice ademán de levantarme después, pero me paré en seco, esperando que pasara un corto periodo de tiempo para no levantar sospechas. Eche un trago a la copa de vino antes de ausentarme.
-Necesito ir un momento al baño, discúlpame, Mae querida.
-Pero date prisa, no tardaran en traer el postre …-dijo sin mirarme mientras se recolocaba la servilleta en el regazo.
Me encaminé al baño de hombres para entrar brevemente y hacer un poco de ruido antes de encaminarme de nuevo al de señoras. Ahí me encontré a Ada frente al espejo, retocándose el maquillaje. Al verme reflejado en el espejo iba a proferir algún tipo de llamada a su querido cuando yo fui más raudo y la llegué a tapar la boca rápidamente, dejando solo escapar un leve gemido.
La metí rápidamente en uno de los lavabos individuales y cerré la puerta con pestillo, mientras tenía contra la pared a Ada. Sus ojos estaban desorbitados y a la vez me miraban con odio, mientras por debajo de mi mano me intentaba morder de manera inútil.
-Enseguida me encuentras sustituto, ¿no?-le dije al oído- Pero ninguno me llegará a la suela de los zapatos …
La dejé la boca libre de manera brusca, mientras con el resto de mi cuerpo la aprisionaba contra la pared. Retomó el aliento, con todo su rostro configurado en una mueca grotesca.
Comenzó a golpearme el pecho intentando que la dejase en paz.
-¿Qué pasa? ¿Ese estúpido irlandés te comió la lengua?
-No pienso volver a dirigirte la palabra jamás, maldita escoria …
-Lo acabas de hacer, mi amor … No te puedes resistir más … Sabes que lo que hice fue por nosotros …
-¡Ja! Solo lo hiciste para satisfacer tu irracional sed de violencia … ¡Eres un sádico!
-No lo sabes bien …
Me lancé a morder su cuerpo mientras acariciaba las formas de su cuerpo, restregando mis partes por sus bajos, buscando la provocación. Pero la muy estúpida a pesar de temblarla las piernas a cada movimiento mío se resistía y continuaba dándome golpecitos en hombros, pecho y espalda.
Me separé ligeramente de ella y me limpié con la mano la saliva que me quedó en la boca, mirándola de arriba a bajo. Ella se recolocaba la faldita, estaba tan encantadora con aquel aire infantil en las ropas …
-Deja de babear pervertido … ¿Me has oído? ¡No quiero saber más de ti!-dijo casi escupiéndome en la cara.
-Ada, ¿estás bien?-dijo la voz de aquel capullo.
-Si, un momento ahora salgo -dijo ella , con un tono completamente distinto al que había empleado conmigo- Aléjate de mí …
-¿Es una amenaza?-dije llevándome las manos al pecho a manera de sorpresa y miedo de manera burlona.
-Tómatelo como quieras … Yo tengo a mi poli bueno de mi parte.
Abrió la puerta y me dejó allí dentro, mientras yo fantaseaba con la figura desnuda que se escondía detrás de esos ropajes. La seguí cuando se disponía a salir y estaba seguro de que el otro la andaba esperando fuera, para comprobar si estaba bien.
Entonces la agarré del cuello por detrás y la volví la cara hacia mí y la planté un beso en la boca bastante brusco delante de las narices de la atónita mirada de aquel tipejo. Ada se soltó y se chocó de espaldas contra el otro. Me pegó una buena bofetada en la mejilla rajada pero yo simplemente me toqué la zona, la sonreí y le guiñé un ojo al otro.
-¡Eh, tú! ¿Quién te has creído para hacerle tal cosa?-me dijo aquel cretino sinvergüenza.
-Ella era mía antes que tuya -le contesté sin darme la vuelta, aunque me quedé parado antes de salir de aquel pasillo que daba justo a la sala del restaurante.
-No, Jimmy por favor, déjale …-¡y encima iba a intentar darme!- No merece la pena que gastes energías en un despojo como él … Solo busca eso, no entres en su juego …
Alcé la mano a modo de saludo y proseguí mi marcha, donde Mae me esperaba con cara de circunstancias, preguntándose que demonios había estado haciendo …
Suscribirse a:
Entradas (Atom)