lunes, 16 de marzo de 2009

Hahnemann Hospital: Al Capone

Aún me quedaba otra cita pendiente. Tras salir del Met, me dirigí hacia el hospital donde se encontraba Torrio. Todo iba sobreruedas, pero aún no podía cantar victoria, pues para que todo saliera según el plan, tenía que asegurarme de la retirada de Torrio.

Estaba postrado en la cama, entuvado y con varias vendas, pero ahora se veía mejor que la última vez que le ví, justo después del accidente … Estaba rodeado de sus familiares y su mujer, la cual nada más verme entrar me dio un abrazo. Torrio les mandó retirarse y nos quedamos a solas en la habitación, mientras una de las enfermeras le cambiaba el suero.

-¿Qué tal va, viejo?-dije, mientras le daba unas palmaditas en la mano que se posaba inerte sobre las sábanas.

-Aquí andamos … La verdad que muy cansado de todo esto … Creí que estar enfermo y vaguear estaba bien … Pero me equivoqué, me aburro absolutamente y me pongo nervioso con las visitas … Todos me miran con tristeza … Y eso me da asco …

-Entiendo …

-Tengo ganas de echar patas de este antro … Solo escucho a los demás enfermos quejarse y eso me deprime … Y tú …¿qué me cuentas?

-Me he estado haciendo cargo de varios asuntos … Estoy atando cabos que quedaron pendientes tras el atentado … Hice lo que me recomnedaste, y hay de momento una paz acordada entre las bandas; cada una tiene su zona de influencia y todos contentos de momento.

-Tienes que ser más positivo … Recuerda lo que te dije: hay que ser a veces pacífico para solucionar los problemas; sino, tendrás cada día una bomba delante de tu casa o algún negocio volando por lo aires … Debes de controlar tu temperamento.

-Eso intento … Al menos así me libro de la terapia …

-Ay, Al …-rió en la medida que le dejaban sus costillas- Como se nota que aún eres un crío en todo esto … Pero aún, creas o no, confío en ti : tienes un gran talento y un fuerte carácter para dirigir esto. Eres inteligente, aunque no te lo creas.- Se reincorporó un poco sobre su cama y me hizo que me acercarse más a él, mientras le ayudaba a colocarle las almohadas detrás de la espalada y la nuca- ¿Te creías que no me dí cuenta de lo que me hiciste?-me agarró de la corbata, apretándomela contra la nuez.

Tragé saliva, pero desde hacía tiempo había asumido ese riesgo cuando lo planeé todo. Por detrás de mi pantalón, palpé la pistola por si las moscas … No iba a dejar que un viejo mamón me la jugara. Me soltó y pude a volver a respirar, mientras me recolocaba la corbata.

-Pero ¿sabes? Ya estoy muy mayor para pelear con un joven como tú, con tanta energía … Así que .. He aceptado la derrota y me rindo a tus pies, Al … Eres todo un gangster y te lo ganaste con esfuerzo e inteligencia … Con tu ambición, llegarás muy lejos … Te lo dice un viejo zorro como yo … Te nombro mi sucesor inmediato.- se quedó un momento mirando al vacío, rabia y resignación. Por muy pacífico que era, tenía un orgullo enorme, tan grande como su carisma- Antes de partir a Sicilia, haré una ceremonia como es debido y todas mis posesiones americanas pasarán a ti de manera legal y todos mis hombres pasarán a obedecerte, incluido Yale.

Me recosté sobre mi asiento, sonriendo satisfecho, pero a la vez, sin fiarme demasiado: hasta que no pasara la ceremonia, no podía cantar victoria y debía estar más que atento pues mi vida podía correr peligro en ese pequeño momento transitorio. De nuevo entró la enfermera para mandarme marchar, pues la hora de visita se había terminado. Me levanté, tomando mi abrigo y sombrero.

La mano de Torrio me enganchó con fuerza antes de poder emprender mi camino hacia la puerta. Le miré desde mi altura con seriedad y entonces, el se llevó el reverso de mi mano a su boca y me lo besó, poniéndome su sello en el dedo meñique. Me quedé un poco sorprendido por aquel gesto y definitivamente me fui.

Afuera del hospital, me quedé contra la pared de la puerta principal fumando, mirando a la nada, sumido en mis pensamientos, sin sentir el frío que me envolvía y los coches pasar con sus cegadoras luces, las sirenas de ambulancias y coches de policía … No me lo podía creer: algo con lo que siempre había soñado, algo por lo que tanto había luchado, ahora que lo tenía enfrente de mis narices me producía inseguridad y casi me parecía un sueño del que pronto me podía despertar.

Entonces, una silueta femenina se acercó hacia mí, con el sonido de sus tacones golpeando fuertemente contra la acera, corriendo … Dislumbrándose a través del vaho que salía de las alcantarillas y las luces de los faros de los coches que pasaba de un lado a otro … Parecía un espectro casi fantasmal.

-¿Ada?-murmuré.

Pero no, no era ella. Un rostro dulce, con el pelo largo y hondulado me miraba sonriente, con sus labios pintados de carmín y un lugar distintivo en una de sus mejillas. Era Christina. No me podía creer que hacía aquí …

-¿Te acuerdas de mí?-me dijo, aún sonriente y acaferrándose con fuerza el abrigo de piel al pecho, con las manos enguantadas.

-Sí, claro …-la agarré de la cintura y me la acerqué a un más.- Se te ve muy linda …¿Qué haces tú, aquí, en Nueva York?

-No podía olvidarte …-su rostro estaba muy cerca del mío y podía ver brillas sus ojos miel a la luz de las farolas como si fuera oro- Le pedí a Cesco que me invitara a venir … Que quería conocer la ciudad …

-¿Le dijiste acaso la verdadera excusa?

-No … De lo contrario, no me hubiese dejado venir …-apoyó su pequeña cabecita en mi pecho y respiró profundo- Por las noches aún me embriaga el aroma de tu sudor …

Me aspiró profundamente cerca del cuello de la camisa y noté como sus manos se aferraban aún con más fuerza en mi abrigo. La acaricié los cabellos y me quedé un rato pensando, mientras ella fantaseaba con mi perfume y el tacto de nuestro cuerpos en aquella fría noche …

Entonces, reaccioné y la agarré de los hombros, mientras ella me miraba con dulzura y admiración … Pobre, nunca me haría sentir lo que Ada … La sonreí, acariciándole sus ronsojadas mejillas, mientras ella cerraba los ojos gozosa del paso de mi gélida mano por su ardiente rostro.

-Debes de estar hambrienta … Vayamos a cenar a un sitio y después te llevo a ver un cine, ¿Vale?

-¿De veras? Cualquier cosa contigo me parece maravillosa …

Se me agarró al brazo y entramos en mi coche. Aquella noche, no creía que fuera a cenar a casa …

No hay comentarios:

Publicar un comentario