lunes, 16 de marzo de 2009

Colosimo's Cafe: Al Capone

Me quedé un buen rato mirándole con cara de odio, con la copa vacía en la mano y la bebida derramada entre mis dedos, hasta que recordé la cordura a tiempo antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirme …

-Mira muchacho …-le pusé una mano en el hombro y le agarré con fuerza, para imponer de nuevo mi autoridad- Deberías empezar a tomarte más en serio esto … No me apetece andar con amenazas cada dos por tres como si fueras un niño chico … Madura, afronta lo que la vida te da … Tanto las cosas buenas como las malas …

-Pero … No puedo más … Se lo juro, señor Capone … No me hubiese enfrentado a usted si no fuese … Por ella … -bajó la mirada, conteniéndose las ganas de explotar a través del llanto.

-¿Por ella? ¿Qué te ha dado ella nada más que problemas?-le dije, ahora tomándole también del otro hombro y zarandeándole, obligándole a que me mirase a la cara- Cuando menos te lo esperes te harán alguna putada … De la forma que menos te esperas … Todas parecen al principio ingenuas … Pero cuando les entregas tu confianza y amor, la cagas …

Me aparté de él y me quedé pensando mis propias palabras. ¿Podía ser que yo mismo me hubiese sentido alguna vez traicionado de aquella manera para que aquellas palabras salieran de mi boca como si fuese un viejo sabio del amor? Ada …¿Qué me habrás hecho, bruja? …

-No creo que Oly sea así …-murmuró para sí mismo, sorprendido por mis palabras …

-Ven … Tendrás que aprender a mentir … Ella también lo hará … En esta vida, nada es tan puro como parece …-le hice una seña a mi hermano para que saliese fuera a vigilar junto con los demás, dándole una pistola por si las moscas. Le llevé del hombro hasta la sala donde celebraríamos la reunión- Al principio todo es hermoso, pero cuanto más tiempo pasas con una persona, a pesar del amor, se vuelvo todo más oscuro … Menos nítido …

Me encendí un puro y me senté en el sillón presidencial. Le invité a sentarse a mi lado por mientras esperábamos a los demás, a lo que el respondió con cierta timidez. Le ofrecí un puro; primero me lo rechazó pero le insistí serio y al final cedió. Se lo encendí y trató de aspirarlo. Casi se ahoga el pobre y yo no pude más que reirme.

-¡Muchacho!¿Nunca te han dicho que los puros no se tragan si no que saborean? Esto es mejor que un maldito cigarro … Disfruta con breves caldas pero te las trages … Solo siente el aroma en la boca …-hice yo la prueba para que el comprendiese.

Me imitó y esta vez comprendió. Me miró como si se sintiese orgulloso. Al poco, fueron llegando los jefes más importantes de las demás bandas que dominaban la ciudad, una mezcla de italianos e irlandeses … Una bomba que podía estallar en cualquier momento.

Allí estábamos todos:

Dion O’Banion













Bugs Moran

















Hymie Weiss














Venía con sendas bebidas, distrubeyéndose alrededor de la mesa y escoltados por sus matones. Ben se levantó para dejar sitio a uno de ellos. Nos miramos uno a uno silientes, analizando nuestros gestos serios y poco expresivos de nuestros rostros: una mínima muestra debilidad y ya tendríamos nuestra sentencia firmada con sangre y plomo.

-Bien Al- comenzó Moran, el peor de todos mis enemigos- ¿Para qué nos has combocado?¿Dónde está Torrio?

-Por eso mismo os he pedido que nos reunamos … Torrio está gravemente herido.

-¿No sospecharás de nosotros verdad?-preguntó O’Banion, dándose por aludido, moviéndose en su asiento.

-Puede … Pero eso no importa-bebí un poco del whiskey que mandé traer de Iowa. Lo saboré; estaba exquisito- La cuestión es que Torrio, debido a las condiciones en las que se encuentra, no creo que vuelva al poder tras el atentado que sufrió hace unos días.

-Y bien …¿Ya tiene sucesor?-volvió a inquierir Moran, mirándome fijamente desde su asiento, frío como el hielo.

-Aún no. Pero, como mano derecha, tengo todas las posibilidades de heredar el negocio …-los miré, con la cabeza bien alta uno a uno- Por eso les reuní … Aún, ni siquiera la policía sabe quien fue capaz de tal aberración … Pero, si algo me enseñó Torrio es a perdonar y ser pacífico …

-¿Qué insinuas?-volvió a interrumpir excéptico O’Banion.

-Que les pienso perdonar y olvidar el asunto … Es hora de empezar de nuevo.

-¿Y cómo nos garantizas que ascendiendo tú al poder no intentarás jodernos?-por fin salió de su silencio Weiss, con absoluta calma.

-Tranquilos … No sean impacientes …

-Es tanta palabrería me huele a encerrona … Ya son demasiado tiempo encerrados aquí, todos juntos, dando sesación de control absoluto de la situación … Al, eres joven, pero nosotros ya somos perros viejos …-dijo O´Banion.

-Haremos un pacto de bandas -dije, mientras posaba la yema de mis dedos sobre los de la otra mano, con los codos apoyados sobre los brazos del sillón.

-¡Ja! Eso no es garantía de nada …-dijo O’Banion, sacudiéndose la chaqueta, nervioso por la risa que le entraba escuchar mis palabras.

-Déjale que hable -regañó Moran a O’banion. Se quedaron desafiantes unos instantes- Déjale hablar al muchacho …-me devolvió la mirada tajante. Y proseguí de mala gana.

-Para asegurarme un buen comienzo y vuestro respeto, hhe pensado en hacer algo que nos beneficie a todos: dividir la ciudad en departamentos y que cada uno nos corresponda. Sería como nuestro terrotorio, donde estarían reunidos la mayoría de los negocios bajo nuestro control y pagaríamos, en el caso de encontrarse en territorio ajeno, una tasa para mantener ese negocio a la banda correspondiente … Bien, ¿qué me dicen?

Se quedaron un momento pensando, sumidos en sus propios pensamientos, sopesando los pro y los contra.

-¿Y cuánto sería esa tasa?-preguntó Weiss, cauteloso.

-La que pongamos todos … Si se sube, habrá que reunirse para evaluarlo entre todos.

-¡Vaya Al! ¡Estás irreconocible!-saltó, irónico Moran.

-Lo único que quiero es hacer dinero sin que me vayan dando por culo - crucé de brazos y le sonreí- ¿Acaso quieres tener un muerto a tu puerta cada día?

-Mientras no me toquen mi familia …-se calló, mirando a su alrededor. Me miró y me sonrió esta vez- Muy listo Al, casi haces que meta la pata …

-Tan perfecto no podías ser.

-Bien … Qué cojones, yo estoy a favor-conluyó Moran, un quemado por ser tan bocazas.

-Yo también-añadió Weiss.

-Y yo-conluyó O’Banion, alzando su copa para celebrarlo. Los demás le seguimos y las cosas no me podían ir mejor …

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