
De nuevo me asignaron un nuevo papel en el Cotton. Me sentía tan abrumada por el repentino insterés que habían mostrado por mí mis superiores que a veces incluso me daba un poco de temor y prefería no confiarme para no darme de morros contra el suelo. Pero Al me agarraba de la cintura y me estrechaba contra el, dibujando con la yema de su dedo la comisura de mis labios.
-No pienses bobadas … Puedes andar tranquila que yo estaré allí para controlarles …
-¡Pero si de momento no eres más que una mandado!-le decía entre risas, tomándole de los mofletes y apretando los dientes.
-Ais, que poco me conoces …-suspiraba con mirada pícara.
El nuevo papel que me asignaron fue el de hacer de gitana y tuve que hacer un gran esfuerzo mental durante los ensayos para recordar los pocos de flamenco de los que aprendí cuando iba de pequeña a la escuela de baile. Estaba especialmente intimidada debido a las envidiosas miradas que me lanzaban mis compañeras, mientras trataba de montar una coreografía, yo sola.
Al poco de aquel día, apareció el jefe por el local. Yo andaba sudorosa y agotada, pero desistía, como cabezota que era, en mi empeño de sacarlo adelante por mis propios méritos, mientras las otras se andaban rascando las intimidades.
Me paré en seco de la impresión de ver aquel hombre rodeado de sus matones. Me estrechó la mano cordialmente y me sacó el puro de la boca, echando cuidadosamente hacia un lado el amargo humo, sin quitarme la mirada de encima.
-Usted debe de ser la señorita Swarty …¿cierto?
-Sí, señor -contesté contudente, sabía que él se andaba con esos rodeos porque no sabía como empezar.
-Parece que para el llevar el poco tiempo que has estado trabajando aquí, ya te has convertido en una estrella …- volvió a tomar una calada del puro y miró a sus compiches, echando risitas.
-Eso es una alabanza señor … Estoy satisfecha, porque he estado trabajando duro para llegar donde estoy …
-Y, aparte de eso, sin duda tienes talento … Ya me dijo Al, que podías llegar lejos … Por eso, esta noche he invitado a que vengan unos productores de Hollywood para verte … Me vendría bien realzar tu carrera, sería buena prensa para mí …
Tragé saliva, con los ojos salidos de las órbitas … ¡¿Productores de Hollywood?! ¡Dios mío!¡Ahora sí que me iba a dar algo!
-Confío en que lo hagas bien esta noche … Recuerda que te puedes jugar tu carrera-me señaló con el dedo amenzante, pero enseguida cambió su actitud hosca y me tomó del mentó, acariciándomelo con suavidad con la yema del dedo gordo.
-No fallaré; téngalo por seguro.
Me guiñó el ojo como si fuera su cómplice y se marchó. Entonces, tras reflexionar un poco, me di cuenta de la situación: Al. Él seguro que habría estado hablando de mí a su jefe. Entré en una espiral en la que me sentía enchufada por alguna razón. Como si todo lo que me estuviera pasando, toda la racha de buena suerte, no fuera por méritos propios.
Agarré el teléfono con violencia, delante del atónito camarero que secaba los vasos con aire aburrido. Marqué el teléfono de Al, a sabiendas de que la loca de su mujer podía montar un buen pollo si fuera ella la que me lo cogiera. Afortunadamente no fue así. La voz medio ronca de Al me contestó irritado al otro lado del teléfono.
-Te espero en la entrada del Cotton en media hora …-dije irritada, sin más ganas de decirle otra cosa.
-Está bien…-dijo, con voz agotada.
Al poco apareción vestido elegantemente, como nunca antes le habíha visto y con un sombrero blanco, que hacía contraste con sus demás ropas oscuras. Nos dirigimos a mi camerino y allí cerré la puerta, dejando mi abrigo sobre cualquier parte, sin poner ningún cuidado.
Me puse en garras y le dirigí una mirada furiosa, mientras él se acomodaba con sorna en mi silla, delante del tocador, con las piernas abiertas y un brazo por detrás del respaldo del asiento.
-¿Qué coño has hecho?-le grité de repente, incapaz de reprimir mis propias violentas emociones.
-¿Yo? Yo no he hecho nada …-dijo arqueando sus gruesas cejas.
-No me mientas, Aphonse … Ya sabes a qué me refiero- comencé a dar toquetitos en la pieza con el pie impaciente.
-Ven aquí, preciosa …-se levantó para rodearme por la cintura. Le rechacé y di media vuelta.
-No, Al, no me evadas la pregunta … Sabes que no necesito tu ayuda para nada …
-Creí que era lo mejor para ti … ¡Perdóname si me importas lo más mínimo!-dijo, alzando las manos al cielo de manera teatral e indignada.
-No te me pongas dramático … No tengo el mínimo interés de que la gente del celuloíde me tenga estima porque soy la puta de un mafioso …
-Tú misma te lo has dicho … Ahora no me recrimines nada … Solo te voy a decir una cosa … No seas tonta y aprovéchate de las oportunidades que te ofrezcan- me susurró al oído y se dirigió hacia la salida.
Me senté enfrente del espejo, sin ganas de detenerle …Pero, ¿quién se habría creído?. Miré el vestido que colgaba a un lado de tocador y acaricié las telas entre suspiros, haciendo tintinear las moneditas que colgaban … Tenía razón … No debería pensar en mi imagen … De todas formas, ya estaba dañada desde hace tiempo … Tenía que pensar en el éxito, en la fama … En el dinero …
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