Me costó convencerla, pues aún era muy niña, pero al final, conseguí llevarla al Nookie Rooker. Sabía que no era el sitio más romántico del mundo, pero no podía llevarla al Bohemian, donde corría el riesgo de encontrarme con su primo y se podría liar buena.
Ella miró un poco disgustada a su alrededor, aunque intenté con toda mi buena voluntad que la habitación fuese la más decente de todas … Maldita cría, no era exigente ni nada … Mientras se quitaba los guantes y el abrigo, me coloqué justamente detrás de ella y la agarré por la cintura, acercándola contra mi cuerpo. Ella suspiró y a través del espejo que había enfrente de la cama, pude ver como los párpados se cerraron sobre sus ojos. Su cabeza se apoyó en mi hombro y aspiré fuerte el perfume a rosas que desprendían sus cabellos.
Se giró, esta vez con los ojos abiertos y mirandome con aquellos ojos de oro centelleando a la luz de las lámparas de gas de sendas mesillas que había a cada lado de la cama. La acaricié el rostro repetidamente, contemplando su anguloso pero armónico rostro. Ella me sonreía dulce e inocente, que a pesar de haberla desflorado, seguía manteniendo ese aire virginal.
-No sabes cuánto he deseado este momento …-me susurró en italiano, mientras desabrochaba lentamente los botones de mi camisa.
-Yo también …-mentí, para después besar poco a poco su rostro, comenzando por la frente, continuando por los ojos, los pómulos, la barbillas, el hueco de detrás de la mandíbula …
Sus manos temblorosas me quitaron la camisa, acariciando mis fuertes brazos. La agarré fuerte por la nuca y la besé con violencia los brazos. Ella parecía entre medias de corresponderme y de intentar huir de mi fuerza. Me agarró con las uñas del pecho y yo la guié hacia la cama, donde la fui dejando, sin soltarla, tumbada.
Sus cabellos castaños se esparcieron a lo largo del cubre cama de color crema. Mi mano se perdió entre acaricias en su pequeño cuerpo, mientras la iba desnudando poco a poco. Su respiración agitada, como si fuera su primera vez. La besaba dulcemente para calmarla, pues temblaba de arriba a bajo.
Me sentía extraño, ya que no era mi naturaleza ser tan amoroso. Me estaba repimiendo mi verdadera naturaleza sexual porque no quería hacerla daño, ya que me inspiraba ternura. Me puse de rodillas al borde de la cama y lentamente, pasando mis labios por el interior de su muslo, la fui quitando las medias. Podía oírla gemir sutilmente, mientras apretaba el colchón con ambas manos.
-¿Estás nerviosa?-dije, con voz sensual, en italiano.
-No …-dijo con un hilillo de voz.
La apreté bien de las nalgas, mientras me deleitaba besando el interior de sus muslos, pasando la nariz por encima de sus bragas, que desprendían el aroma característico de la excitación, rozando el pequeño bultito que sobresalía sobre lo demás. Se movía delicadamente, apretándome a veces la cabeza con las piernas, cosa que me hacía gracia y se las retiraba suavemente.
Me deslicé por encima de su cuerpo hacia arriba y me quedé justo encima de ella, apoyando el peso de mi cuerpo en mis brazos extendidos. Sus mejillas se habían tornado rosadas y tenía los labios ligeramente más gruesos, con los ojos entornados. Me acerqué y la veces varias veces, mientras rozaba mi sexo sobre el de ella.
Se me agarraba fuertemente a la espalda, incluso llegó a tocarme el trasero, para juntar más mi pelvis contra la suya. Con destreza me deshice del cinturón y los pantalones, los cuales lance bien lejos. Me acarició los muslos, para después, ante mi sorpresa, bajarme los calzones. Luego me acarició el miembro, aún con un poco de temor, pero que hizo que aquella vez me estremeciera yo.
Ahora ya no nos besabamos, sino que nos mordíamos sin compasión, como si desearamos devorarnos en ese mismo instante. Me volteó, dejándome tumbado y se colocó encima mía, sus pechos rozaron mi piel. Sentada sobre mí, se bajó lentamente la cremallera de la falda y se deshizo de ella. Me puso las manos sobre sus muslos, los cuales agarre con fuerza mientras nos movíamos lentamente. Se inclinó sobre mí, besándome lentamente, con los cabellos sobre el rostro, los cuales se los apartaba con una sonrisa.
Cuando se levantó, oscura sobre mí, la sentí como una diosa en todo su esplendor, con los pechos erectos, la espalda arqueada hacía atrás y una cascada de rizos cayendo sobre los hombros. Su boca entre abierta dejaba escapar gemidos de placer, mientras yo me deleitaba acariciando las formas de su cintura, sus redondos pechos … Me sentía como en el cielo, pues, ella sola empezó a moverse y yo estaba allí, parado, disfrutando …
Al largo rato, calló seca y gritando de éxtasis sobre mi pecho, con algunos pelos pegados a la frente sudorosa. Nuestros cuerpos pegajosos desperendían un calor infernal y entonces, dedicí que me tocaba acabar la faena. Sin separarnos, la di la vuelta y la abría las piernas ampliamente, apoyándome sobre mis brazos y moviéndome dentro suya frenéticamente.
Ella lloraba en silencio, con el rostro contraido en una mueca de placer. Hasta que esta vez caí yo sobre ella, mientras me vaciaba dentro suya. Me acariciaba el pelo sienciosa, mientras yo intentaba recuperar el aliento. Me separé de ella con sumo esfuerza, pues estaba agotado de aquella intensa copula. Me tumbé bocarriba, al lado suyo y ella se giró, colocándose de lado y mirándome con ojos amorosos. La sonreí, colocándola los cabellos detrás de la orejita élfica.
-¿Qué pasó?-la dije yo, alzando las orejas.
-Nada …-murmuró sonriente.-Tengo sueño …-se puso remolona y cerró los ojos.
-Yo también …-la besé en la frente- Espero que tu primo no se preocupe por donde andas … Si no, estaré muerto …
-Estará tan borracho que no se preocupará ni de si mismo …Abrázame.-la acerqué mi pecho, mientras recostaba su cabeza sobre el mismo …
domingo, 17 de mayo de 2009
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