
Nací un 3 de junio de 1902, en Louisville, Kentucky. Mi padre era hijo de unos inmigrantes austriacos judíos y mi madre también pertenecía a una familia judía pero de origen alemán.
Desde que puedo recordar, a veces pareciéndome casi un sueño, escuchaba las melodías que mi madre tocaba al piano, desde el “Para Elizabeth” de Beethoven, pasando por Chopin, melodías románticas, a las más desgarradoras notas. Aquel fue el primer contacto con el arte y el inicio de mi romance con cualquier manifestación artística. Mi madre, antes de casarse, era una concertista de éxito que tuvo que dejarlo todo para centrarse en su papel como madre.
Mi padre trabajaba en una fábrica cercana, pero también era un hombre que amaba el arte, especialmente la literatura, y en la casa, antes del incidente, poseíamos una gran biblioteca con muchos libros, algunos de los cuales aún conservo. Él fue el gran culpable de esta gran pasión mía por los libros: Dickens, Thackeray, Carlye, Darwin, Emerson, Twain, pero sin duda mi favorito era Goethe. Cada libro que caía en mis manos era devorado con gran ferocidad; incluso creo que antes de llegar a hablar aprendí a leer.

Mi padre es uno de los hombres que más admiro en este mundo y el único que quizás me llegó a comprender, porque en parte el contribuyó a crear lo que soy hoy en día, aparte de otras experiencias de la vida. Soy su pequeña obra, lo que siempre quiso en convertirme y que no consiguió con mi hermana menor.
Era un hombre algo frustrado, pues su sueño siempre fue ser actor de teatro. De ahí también mi gran pasión por el mundo de la interpretación. De pequeña jugaba conmigo, sobretodo los sábados, día festivo para los judíos, a disfrazarnos y hacernos representar a mi hermana y a mí, pequeñas obrillas de teatro infantil. Cuando ya fui más mayor, continué con aquella tradición. Mi padre era el encargado de hacerme publicidad entre nuestra comunidad y yo preparaba obrillas, bailes y canciones mientras me acompañaba mi madre al piano.



No hay comentarios:
Publicar un comentario