martes, 27 de enero de 2009

Cotton Club: Ada Swarty

Me quedé un rato con él hasta que las cosas se calmaron. Había más gente herida aparte de Al, así que me resultaría bastante difícil poder acompañarle en la ambulancia hasta el hospital, pues necesitarían más sitio para los demás.

-No tuviste por qué hacerlo … Mira por mi culpa lo que te hicieron … Será mejor que no hables o se te saldrá la sangre por la boca- le dije, tomando otra servilleta de tela y limpiándole los labios.

Me miró con un brillo en los ojos de agradecimiento. No podía gesticular a penas, debía de estar pasando mucho dolor. Se notaba que era un tipo duro de verdad y que aquello no había sido simplemente la primera vez que salía mal parada de una situación como aquella. Aquello lo hacía aún más terriblemente atractivo a mis ojos de soñadora.

-Espera un momento aquí, debo buscar a una amiga haber si está bien- dije levantándome y acariciándole una rodilla. Asintió con la cabeza para después dirigir la mirada a su enojado jefe, que fumaba compulsivamente, dando vueltas en círculos, echando el humo por la nariz y blasfemando por lo bajo en lo que creí entender italiano.

Me fui directa a los baños, echando un vistazo a mi acreedor a medida que avanzaba para ver si Olympia estaba aún en la sala. Aquello era un tremendo caos. Muchas mujeres yacían semidesmalladas en sus asientos siendo abanicadas por allegados y los hombres discutían alterados los altercados recientes. Me pareció que vislumbré a Olympia en el pasillo que conducía directamente a los servicios. Pero no estaba sola.

Con ella estaba otras dos muchachas jóvenes y un muchacho que se parecía mucho a una de las dos muchachas. Parecía estar aguardando a que todo se calmase.

-¿Están bien?- las pregunté en tono preocupado, corriendo hacia ellas.

-Si no te preocupes querida, no nos ha pasado nada grave -dijo Olympia, chistosa, mirando a la chica que estaba con el muchacho.

-La gente no tiene vergüenza, nada más … Me resulta vergonzoso que se aprovechen de situaciones como ésta para hacer cosas indebidas-dijo la muchacha en cuestión.

-¿Y ustedes como se llaman?-pregunté con intriga.

-Lowry Sian Ligh.

-Evelyn McArthur.

-Aaron McArthur-concluyó el muchacho.

-Yo soy Ada Swarty, gusto en conocerles, aunque sea en tan terribles circunstancias como éstas …-dije apenada. Aquella noche no dejaba de llevarme por altos y bajos constantemente.

-No importa querida-dijo Lowry con extrema dulzura.

-En fin, les tengo que dejar, creo que allí vienen los enfermeros … Oly, perdona, pero tengo que acompañar a un herido-la dije, acariciándola un brazo.

-No temas, ve-me guiñó un ojo pícara. Creo que se me saltaron un poco los colores.

Corrí hacia el sitio de que me había ido antes y vi como los enfermeros ayudaba a levantarse a Al y a otros. Me acerqué a él y le dije:

-Te acompañaré hasta allí, no sé aún como iré pero iré contigo.

Pareció hacer un ademán de negativa, pero yo le paré.

-Necesito que no te pase nada malo por mi culpa, bastante ya tuviste por ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario