Llegué y aparqué en el coche justo por la puerta trasera, en caso de que las cosas salieran mal y entraran en el local por la puerta principal dispuestos a agujerearnos el trasero. En un coche negro, se encontraba Yale esperando a que llegase. Abrí la puerta del coche y entré un momento para recibir instrucciones.
-Por fin llegaste … Si quieres ascender, deberás ser más puntual …
-Lo siento Frankie, pero ya sabes, siempre la familia …
-Pues ten cuidado, o tendrás que comenzar a preocuparte de la seguridad de tu familia, ¿entendiste? Asentí con la cabeza y el me di unas palmaditas en los mofletes.
-Bien, así me gusta, muchacho, haber si aprendes de tus errores, sería una lástima que echara a perder tu talento … En fin, centrémonos en lo nuestro. ¿Te aseguraste de hablar esta tarde con Torrio?
-Si señor, no va a faltar a la cita de esta noche … Solo le hago una sugerencia, que procure que el señor Torrio se divierta un poco antes de firmar ningún acuerdo, pues de esa manera se podrá conseguir más fácilmente su confianza … Debemos ser cautelosos con este tema …
-Si, tienes razón, es un asunto serio y donde hay mucho dinero en juego … Además, deberemos disimular nuestros intereses, ya que nunca te puedes fiar de si hay algún policía infiltrado o alguno de fiesta con el ojo avizor …-me cogió del hombro- Anda, sal y echa un vistazo para ver si todo esta despejado, no quiero que esos bastardos de Big Jim estén por aquí rondando, sospechando de una posible conspiración con ese hijo de su madre y su imperio de licores.
Salí del coche con suma tranquilidad y miré a mi alrededor disimuladamente, sin mover la cabeza de un lado a otro. Por detrás de mi espalda, hice un gesto con la mano y Yale salió del coche, colocándose las solapas de su abrigo. Entramos en el local.
En la sala de espectáculos no esperaba Torri con dos de sus secuaces. Pero en caso de desacuerdo, había colegas nuestros repartidos por toda la sala. Nos sentamos y nos saludamos cortésmente, ya habría tiempo después para mayores celebraciones y exaltamientos de la amistad. Un camarero nos sirvió unas bebidas y aperitivos para sentirnos más cómodos.
Sin previo aviso, un espectáculo comenzó y no tuvimos tiempo de profundizar en temas mayores. Sabíamos que debíamos dejar que las cosas fluyesen y fuera lo más amenas posibles para Torri. El espectáculo de las chicas no nos vendría mal para animarle, pues no había otra cosa en el mundo que más le fascinase que una bellas mujeres bailando.
domingo, 25 de enero de 2009
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